Los escándalos familiares obligan a Letizia Ortiz a tomar una drástica decisión
Parece que la situación familiar es tan complicada que la Reina ha tomado una decisión inamovible. Por eso ahora se entienden algunas de sus últimas ausencias en eventos familiares.
Hace unos días nos hacíamos eco del nuevo desplante que la reina Letizia hacía de nuevo a la familia Gómez-Acebo a pesar de que la Infanta Doña Pilar, siempre ejerció de matriarca de la familia Borbón los domingos en su casa de Puerta de Hierro. Atrás quedan las imágenes de Doña Letizia vestida con un cuerpo negro de pronunciado escote y falda roja con bordados negros de aires goyescos creación de Lorenzo Caprile (el que fuera modisto de cabecera de la prometida del Príncipe, recién aterrizada en la familia Borbón) y que lució en la boda de Beltrán Gómez-Acebo (primo de Felipe VI) y Laura Ponte, apenas cinco meses después de su boda en la catedral de La Almudena en Madrid. Dos meses más tarde, se casaría otro miembro de la familia de la Infanta Pilar, su hijo Fernando Gómez -Acebo con Mónica Martín Luque. La por entonces recién estrenada Princesa de Asturias comenzó a desmarcarse sutilmente de los usos y costumbres de la familia real, luciendo por primera vez un traje de Felipe Varela formado por una chaqueta de seda rosa chicle, dejando claro que ella reinaría con identidad propia a pesar de que sus primeros pasos eran tímidos pero seguros. ¿Pero qué es lo que ha pasado realmente entre Letizia y los primos de su marido para que decline las invitaciones familiares y sea su marido el que acuda solo a los bautizos y comuniones?
Aunque en un principio se especuló que a los primos les molestaba los comentarios despectivos que la Princesa realizaba sobre los regalos del “amigo invisible” que se intercambiaban por Navidad, nada más lejos de la realidad. Letizia muy consciente, porque los sufrió en piel propia, de los embistes de la prensa marcó las distancias con aquellos miembros que pudieran enturbiar el prestigio de una institución, la dignidad de un apellido y unos títulos que no han sabido defender. Y aunque por aquel entonces ninguno imaginó que veríamos a una Infanta de España sentada en un banquillo, lo cierto es que Doña Letizia ya sabía o intuía de las irregularidades en el funcionamiento de sus miembros, por lo que mantuvo el empeño en desmarcarse de esos familiares que no actuaban como debían, abusando de su posición social en una España que se sumergía en el abismo de una crisis no sólo económica sino de valores sociales e institucionales.
Ahora ya sabemos del porqué ese continuo desplante a la familia Urdangarín… pero ¿cuál podría ser el inicio de esta mala relación con la familia Gómez-Acebo? Todo tuvo su origen cuando el Tribunal Supremo ordenó el derribo de la urbanización Isla de Valdecañas en el embalse del mismo nombre en 2014. Los terrenos en los que se ubicó la exclusiva urbanización estaban incluidos en la Red Natura 2000, de especial protección ambiental, lo que les inhabilitaba para cualquier desarrollo urbano.
Pero ya era tarde, para entonces se habían invertido 130 millones de euros de los 200 mil proyectados, según publicaba el diario Expansión. “Clientes como directivos del Banco Santander, Rothschild, Telefónica, Bank of America, Credit Suisse, UBS, PwC, CBRE, Johns Lang Lasalle habían adquirido una de las 185 villas ya entregadas, a un precio de 520.000 euros cada vivienda, y todo gracias a las dotes para las relaciones públicas de agentes de compraventa inmobiliaria de elite como Beltrán Gómez-Acebo”
Pero este no fue el único escándalo.
En agosto de 2012, Bruno Gómez-Acebo y Marcos Gómez-Acebo comparecieron ante el juzgado de Primera Instancia número 17 de Madrid acusados de haber cobrado una comisión del 55% en lugar del habitual 5% y que se repartió según los porcentajes de propiedad a sus herederos, por la venta de “Villa Giralda”, chalet sito en la exclusiva urbanización Puerta de Hierro y propiedad de Don Juan de Borbón, padre del rey emérito, y que dejó en herencia a sus tres hijos. Lo que provocó que 1200 familias se sintieran estafadas por la cooperativa CPV al quebrar, por lo que se solicitó al juzgado que se restituyese la comisión cobrada por Bruno y Marcos Gómez-Acebo y que fue distribuida entre los herederos del terreno en función al porcentaje heredado. Cantidad que ascendía a la friolera de 1,5 millones de euros, según informaba 20minutos.es.
Para entonces, las especulaciones inmobiliarias y las altas comisiones ya habían hecho mella y enturbiaban la relación, de una Letizia Ortiz empeñada mantener el buen nombre y la honorabilidad de una institución que habrán de heredar algún día sus hijas.