Agustín Pantoja pide amparo al Constitucional para que se reconozca su sentencia
El hermano de Isabel Pantoja está tan cansado de que se incumpla un fallo judicial que ha tomado una decisión muy sorprendente que podría cambiarlo todo en cualquier momento.
Agustín Pantoja saltó a los medios de la mano de su hermana Isabel. Aunque pronto logró situarse en la primera línea del panorama musical, su trayectoria fue realmente corta. Murió de éxito cuando todavía no había conseguido acostumbrarse a él. Las lenguas de vecindona advierten que en su viaje al ostracismo Juan Gabriel tuvo un papel fundamental. Le ayudó a tener una vida mucho más cómoda y solvente, a cambio de tenerle cerca y ocupado. Y Agustin parecía estar feliz en una vida de opulencia y cierta satisfacción. Sonreía a los periodistas e, incluso, atendía con naturalidad a aquellos que querían conocerle todavía más.
Pero todo se truncó años más tarde. Agustín vivió una metamorfosis mediática que lo cambió todo. Coincidió con la peor etapa de Isabel Pantoja. Con los paseos junto a Julián Muñoz desgañitando amor entre dientes. Agustín se convirtió en todo un desconocido. Ni una declaración pública, ni una sonrisa cómplice con los medios. Era otro. Hasta tal punto en que inició una batalla contra aquellos que, día tras día, perseguían a la tonadillera. De amigos a enemigos.
Y el tiempo pasó. Y en lugar de para calmarlas, sirvió para que las aguas bajaran todavía más enfurecidas. La batalla contra la prensa se recrudeció y empezaron las demandas. Colaboradores, periodistas, presentadores, productoras e, incluso, cadenas de televisión. Todo para proteger el honor de la familia. Y Agustín consiguió su objetivo: dejar de ser personaje público. Así lo recoge una sentencia, a la que este periódico ha tenido acceso, en la que se reconoce que su presencia en los medios siempre fue debida a su profesión y que rara vez dio explicaciones sobre su intimidad.
Pero ni siquiera la sentencia ejemplar ha logrado que Agustín deje de estar en boca de todos. Nadie hace caso a una decisión judicial que debería servir para borrar, de un plumazo, cualquier comentario sobre su persona. No solo los medios omiten el fallo judicial, sino también su sobrina Anabel que no duda en nombrarlo cada vez que irrumpe en el plató de Sálvame. El hartazgo de Agustín es tan mayúsculo que ha ordenado a su abogada, la prestigiosa Cinthya Ruiz, a que mueva ficha de una manera rápida y ordenada. Agustín ha pedido amparo al Tribunal Constitucional para que se haga efectiva la sentencia controvertida y que nadie, ni siquiera la sangre de su sangre, pueda volver a pronunciar su nombre en público. Es lógico.