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Iglesias, traicionado, ultima el fin de Errejón y sus críticos en Podemos

El líder de los morados no va hacer concesiones. O conmigo o contra mí. "Va a pasar a cuchillo a todos los errejonistas… No van a quedar ni los restos", pronostica un seguidor del vallecano.

Ya no hay disimulo, Podemos está inmerso en una guerra interna.

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Va a pasar a cuchillo a todos los errejonistas… No van a quedar ni los restos”, pronostica un fervoroso seguidor de Pablo Iglesias. La reorganización territorial de Podemos está pendiente (siempre aplazada por estar inmerso el partido en procesos electorales) y el líder morado no va a permitir que sean otros quienes firmen un proyecto interno de futuro tan vital para su formación política. Menos todavía en Podemos Madrid, la parte del pastel con más inscritos, mayor repercusión y mayor peso en los órganos nacionales.

De ahí que, sin dejar siquiera tiempo para que diese sus primeros pasos, la candidatura amadrinada por Rita Maestre y Tania Sánchez ha sido foco de las iras del líder morado. Iglesias, pese a afirmar que “como secretario general de todos” desea mantener una “distancia prudencial”, se ha esforzado en ningunear la iniciativa, postulando él mismo a Ramón Espinar (en una intromisión criticada por el portavoz en el Congreso, Íñigo Errejón) e incendiando literalmente los canales de Telegram del partido. Poco le ha importado abrir públicamente una agria batalla entre sectores de la que aún quedan muchos capítulos por escribir hasta el congreso que se celebrará a finales de este año o comienzos de 2017.

Cuentan los críticos con Iglesias que “nunca hace ascos” a comportarse de forma “despótica” con quien puede hacerle sombra. Denuncian que “sus maneras autoritarias” son las culpables de que Podemos haya perdido en tan poco tiempo la “horizontalidad” que, fruto de la sana participación de los círculos, permitió su éxito inicial, al conectar con tantísimos indignados con la situación política de España.

Sin embargo, los más cercanos a Iglesias justifican la reacción airada de su líder en que “se ha sentido traicionado” por un proyecto que fraguaron a lo largo del verano, con “total sigilo”, los dimisionarios de marzo. “La única novedad está en Tania”, repiten, al tiempo que sangran por la herida de que les cogiese por sorpresa la puesta de largo de Proceso Adelante. Que, para mayor escarnio, incluye a otros ex miembros de IU.

Cuentan los críticos con Iglesias que “nunca hace ascos” a comportarse de forma “despótica”. Denuncian que “sus maneras autoritarias” son las culpables de que Podemos haya perdido en tan poco tiempo la “horizontalidad”

Cuando aún suenan con fuerza entre los mandamases morados los ecos de la dimisión, no hace ni seis meses, de diez dirigentes autonómicos cercanos a Iñigo Errejón, vuelve a avivarse la guerra entre bandos en Podemos. Ahora, además, sin que las diferentes familias y sensibilidades que se mueven en el seno de la formación guarden siquiera unas mínimas formas de lealtad.

Con tanto secretismo se puso en marcha la alternativa liderada por Maestre y Sánchez para la Comunidad de Madrid, que el equipo de Errejón en el Congreso (pese a vender una supuesta neutralidad alegando que no son los líderes del partido quienes deben “manifestar cuáles son las mejores opciones”) convocó a los medios de comunicación a la presentación del proyecto la noche anterior, eso sí, sin especificar ni el motivo ni sus participantes. No es difícil especular con que lo que se pretendía era pillar a contrapié al propio Iglesias. Dejarle en evidencia, como a la postre sucedió. El portavoz parlamentario y secretario Político de Podemos se sacó de paso una dolorosa espina clavada durante meses: la destitución fulminante del ex secretario de Organización, Sergio Pascual.

Con todo, como bien saben unos y otros al tomar posiciones de cara al futuro, Pablo Iglesias no va hacer concesiones. O conmigo o contra mí. “Lo tiene claro”, precisan. Y si Íñigo Errejón decide al final dar el salto definitivo y plantar cara a su otrora “mejor amigo”, conquistar Madrid de la mano de Rita Maestre es el mejor triunfo con el que podría presentarse a una batalla política interna por Podemos que va a ser cruenta. Incluso contando con que la valoración del líder morado en parte de la organización no pasa ahora por sus mejores momentos después de los decepcionantes resultados electorales del 26-J. Es el lógico desgaste por haber impuesto manu militari el pacto con IU para, al final, dejarse por el camino casi un millón de votos y no arrebatar al PSOE el cetro como alternativa de la izquierda, que tanto había prometido a los suyos.

Sabe también Errejón (y su gente) que no todos los que ahora dicen apoyar al candidato del secretario general, Ramón Espinar, como cabeza visible de Podemos Madrid, lo harán luego, cuando llegue el proceso de primarias de noviembre. De hecho, incluso entres pablistas destacados existen serias dudas sobre la capacidad del senador madrileño para crear dinámica de equipo, aunque el empeño puesto por Iglesias les haga guardar en este momento un prudente silencio.

Así que la carrera a la que vamos a asistir en Madrid entre los políticos morados resulta un morboso laboratorio para testar si la fuerza de los errejonistas, con puestos visibles y de gestión como el de Maestre en el Ayuntamiento de la capital, es suficiente como para doblar el brazo a la maquinaria del aparato pablista. Luego, asaltar Podemos será ya otra historia.

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