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David Flores dice basta y revienta ante las últimas informaciones sobre su hija

El colaborador no puede más y asegura que el entorno de Rocío Carrasco está intentando convencer a la prensa de situaciones que nunca se han producido. Hablamos con él en su semana difícil.

Antonio David Flores no puede más ante la presión

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Es la noticia de la semana. La boda entre Rocío Carrasco y Fidel Albiac. La confirmación de un amor que mueve montañas y también las arcas de la revista Hola que, según los mentideros, podría haber pagado cerca de 600.000 euros por un pack al que se sumará la luna de miel y quién sabe si el anuncio de un bombo clarificador. Sería la guinda al pastelón ahora que Rocío no tiene contacto con ninguno de sus dos hijos. Y tampoco parece que vaya a haberlo.

Sin embargo me explican con cierto entusiasmo que Rocío intentó un acercamiento no hace más de un mes. Un contacto que cayó en saco roto ante, insisten, la negativa de Antonio David. Una información que la Carrasco prefiere no confirmar pero tampoco desmentir. Se mantiene en tierra de nadie, aún sabiendo que con su silencio alarga la sombra tétrica del ex guardia civil. Ha optado por el hermetismo ensordecedor, esa especie de búnker mediático en el que se ha instalado a pesar de que al otro lado caen bombas emocionales difíciles de esquivar. No entiendo cómo no se enfrenta a su dolorosa realidad y explica, de una vez por todas, qué ocurre con sus hijos: "me vas a perdonar pero de estos temas no hablo", me escribe con contundencia cuando le pregunto si volverá a intentar una comunicación con su hija mientras intervengo en directo en La Mañana de TVE de María Casado y Jota Abril.

Pero calla. Es su decisión, tan respetable como peligrosa. En ciertos fueros afines se empieza a hablar, por fin, sobre este escándalo familiar que no se puede omitir y en el que todos pierden. Incluso Antonio David, a quien zarandean por exponer las tragedias familiares en Lecturas. Pero es él que ya no se esconde. El que, al menos, da la cara y muestra rabia. No hay contención en él. Es un padre que sangra y cuando respondo a su llamada: "La que intentó acercarse fue mi hija y recibió una respuesta implacable por parte de su madre: "yo no tengo ninguna hija que se llame Rocío, así que no llame más". Ella no ha intentado nada, lo está haciendo muy mal y está haciendo mucho daño a mis hijos. Su círculo está envenenando a la prensa contando cosas que no suceden para que yo vuelva a ser el malo".

Antonio se refiere precisamente a la información que este que les escribe -y otros- recibe a cuentagotas sobre la relación maternofilial. Datos, escenas y situaciones que explicadas en una y otra voz suenan tan diferentes como dispares. De lo que no cabe duda es que el conflicto ha terminado por dinamitarlo todo. ¿Para cuando el acercamiento definitivo?

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