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Iglesias planea un golpe maestro en Podemos para cortar de raíz el errejonismo

Cuenta el entorno del líder de la formación morada que éste no quiere ser aparcado como reina madre y ha decidido poner remedio antes de verse descabalgado por sus críticos.

Iglesias cree que Errejón ha ido demasiado lejos.

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A nadie se le escapa ya que Podemos está en guerra. Las peleas eran hasta ahora como una llovizna más o menos perceptible, aunque ha terminado por calar a todos hasta los huesos. El cisma es total. Las beligerantes posiciones políticas parecían estar bien situadas. Pero el líder supremo ha decidido ir un paso más allá. Pablo Iglesias piensa que es el momento de dejar de amagar, porque los golpes contra sus adversarios deben ser más contundentes. “Ha llegado la hora de la verdad”, me cuenta un asesor del secretario general. “Se acerca una refundación de Podemos (eso va a suponer el congreso nacional que debería llegar a finales de año o principios del próximo) y Pablo no quiere ser aparcado como reina madre, llevada y traída de un lado para otro como reclamo mediático y dejando las decisiones de calado en las manos de Íñigo y su gente”, concluye la misma fuente.

El secretario general de Podemos, una vez obtenida su acta de eurodiputado en 2014, cedió casi todo el poder a Íñigo Errejón para dedicarse a su actividad parlamentaria. Su obsesión, por aquel entonces, era que nadie pudiese pillarle en el renuncio de no estar sentado en el escaño de Bruselas. Esa ausencia, en un partido en plena formación, fue suplida por Errejón, “su hombre de confianza”, hasta el punto de dejarle dibujar la organización territorial. Así, desde la Secretaria Política y bien parapetado por Sergio Pascual, secretario de Organización entonces, Errejón situó a su gente al frente de las estructuras provinciales y regionales de Podemos.

Pronto llegaron los lamentos hasta la capital europea. Voces de enorme influencia en el secretario general morado, como la del propio Juan Carlos Monedero y otros relevantes asesores, le advertían del error de dejar crecer una formación “a su sombra, pero sin su guía”, porque terminaría desviándose del camino trazado cuando se fundó. Tantas quejas se acumularon, que pasado algún tiempo no vio otra manera para intentar atajarlas que cortar las alas a Errejón cesando a Pascual, su poderosa mano ejecutora. El aviso estaba enviado: “Aquí mando yo”, dijo Iglesias. Y pensó que con eso sería suficiente. Se equivocó. El errejonismo estaba implantado por toda España y no deseaba que Iglesias, por mediático que fuera, diseñase el camino futuro. “Pablo ha demostrado servir como mascarón de proa, pero no para manejar el rumbo orgánico de Podemos”, me confiesa alguien cercano a Errejón.

Con todo, desde aquel relevo de Pascual manu militari, Iglesias ha ido poniendo a prueba las tragaderas de su número dos, esto es, su capacidad de andar por la vida poniéndose amarillo del susto si su jefe le sale al paso. Así, el portavoz parlamentario la semana pasada se limitó a tragar saliva cuando Carolina Bescansa, en nombre de su secretario general, purgó a Tania Sánchez del reparto de portavocías en el Congreso de los Diputados o eliminó de cualquier puesto a Pascual. Ahora bien, por mucho que en ocasiones un silencio pueda ser más revelador que un puñetazo sobre la mesa, cada día hay más voces de seguidores de Errejón que lamentan su falta de arrojo para enfrentarse a los pulsos políticos que impone Iglesias. “Era lo que tenía que haber sucedido hace tiempo”, repiten esas voces: “Cada ocasión en la que Íñigo se ha dejado retorcer el brazo sólo ha servido para encumbrar a Pablo un poco más”.

¿Dura ideología versus amable posibilismo, “rojos anticapitalistas” contra “populistas” o, simplemente, “pablismo” frente a “errejonismo, es decir, otra lucha entre camaradas, típica en política, por el poder personal? En este sentido no ha tenido desperdicio la reyerta, vía Twitter, entre ambos dirigentes tiñendo de “tono” estratégico lo que en suma parece la ruptura de una pareja política que caminaba de la mano hasta que decidió vivir junta y vio que ni se aguantaban ellos ni soportaban cada uno a sus respectivos amigos. Reveladores son los actores reunidos (junto a Iglesias y Errejón) para mayor gloria del reality: Irene Montero, Rita Maestre, Tania Sánchez, Rafa Mayoral, Ramón Espinar… Una happy pandy especialmente ejercitada para la política espectáculo tan del gusto de la “democracia de audiencia” que circulamos.

Y otra más para el tutti frutti: Teresa Rodríguez ha tardado poco en dar la nota. La secretaria general de Podemos Andalucía ha señalado a los culpables de que su formación presente signos “de claro agotamiento”: Íñigo Errejón y los suyos. En una carta a los inscritos al partido, la líder andaluza se queja de que uno de los motivos “más dolorosos” que la llevan a anticipar la II Asamblea de Podemos en Andalucía es “que las legítimas y deseables diferencias políticas internas” han trascendido “a la prensa a través de filtraciones anónimas o de grupos sin rostro”. Rodríguez, que lamenta no contar con la mayoría en la dirección morada de Andalucía gracias a que Pascual, a través de una mañosa jugada, “coló” a los afines de Errejón, ha decidido poner punto final a su zozobra. El enemigo de mi enemigo es mi mejor amigo, ha debido pensar. Así que ahora le toca cambiar de chaqueta y vestirse de pablista para lanzarse contra los errejonistas.