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El sueño roto de la mujer de Sánchez: Begoña se equivocó con su corazonada

La esposa del exlíder del PSOE sufre de forma colateral la defenestración de su marido, ella que durante tantos meses se vio en La Moncloa. Nunca una "primera dama" mandó tanto en Ferraz.

Pedro Sánchez junto a su mujer.

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No le ha salido mal del todo el golpe de efecto a Pedro Sánchez. Durante una semana ha tenido al PSOE pendiente de sus pasos: desconcertados unos, expectantes otros... en verdad se ha erigido en centro de toda suerte de especulaciones. Sin embargo, ha pasado un mes desde su abrupta salida de la calle Ferraz, un puñado de días desde la renuncia al acta de diputado, y la gestora, Susana Díaz y el grueso del Grupo Socialista (más allá de la apertura de expediente a los 15 diputados díscolos") siguen en su sitio.

Sánchez, en cambio, pese a lo que unos pretenden, aparece totalmente desubicado. Irreconocible incluso para algunos de sus más próximos, quienes, tirando del afecto que profesan a quien fuera su jefe, buscan a duras penas justificar las salidas de pata de banco con las que despachó la entrevista concedida a Jordi Évole en Salvados.

El PSOE debe pasar página cuanto antes de la Operación Triunfo de los dos últimos años, en palabras de Lambán

Sus ásperas arremetidas contra todo lo que se mueve terminarán -qué duda cabe- por perderse en las urgencias de un partido que se juega el ser o no ser. La más importante, recomponer el desgarrón interno. Asimismo, pasar página de la Operación Triunfo que arrancó en julio de 2014 (son palabras del aragonés Javier Lambán), tomarse en serio España y las propias siglas y decidir qué papel se juega en la oposición.

Pedro Sánchez aún aspira a jugar la baza entre los militantes socialistas de haberse enfrentado a la "vergonzosa complicidad" de los barones con Rajoy, pero lleva camino de perderla ruidosamente si sigue montado en su Peugeot por el camino tortuoso que ha demostrado sólo servir para desunir el PSOE. No va a tenerla, desde luego, con cantos a la colaboración con el populismo de Podemos. Se ha quedado aún más solo al presentarse como un líder a la izquierda de la izquierda que aboga, incluso, por reformar la Constitución para convertir España en una nación de naciones.

La posibilidad de que los socialistas se encamen con los de la formación morada ha levantado de la silla a su fiel diputado Rafael Simancas, e incluso a su muy leal Margarita Robles, que ahora mismo por su indisciplina está en un tris de perder la Presidencia de la Comisión de Justicia del Congreso. También, por romper la disciplina de voto, Ferraz desea apartar de la dirección del grupo parlamentario a la diputada catalana Meritxell Batet y a la balear Sofía Hernanz.

La frase que repetía Begoña

Fueron la aritmética parlamentaria y su equivocada política las que sacaron de todas las quinielas a Pedro Sánchez, aunque ni él ni su mujer, Begoña Gómez, quisieron entenderlo. Nunca entendieron la importancia en democracia de aceptar las derrotas. "Nos vemos en La Moncloa" era la frase más repetida por su esposa. Pero se equivocó con su corazonada.

Incluso después de zambullirse en el segundo fracaso electoral del 26-J, Begoña todavía pronosticaba el estreno de la agenda internacional de su marido como presidente del Gobierno con un viaje oficial a Estados Unidos. De hecho, a ojos de muchos socialistas aparecía como una obsesión suya entrar del brazo de Sánchez en la Casa Blanca y saludar a Barack y Michelle Obama antes de su despedida como presidente y primera dama. En la historia del PSOE nadie recuerda tanta presencia y protagonismo dentro y fuera de Ferraz de la esposa de un secretario general. "La caída de Pedro ha roto todos sus esquemas", subrayan fuentes socialistas.

Ahora mismo, a Sánchez sólo le queda seguir tirando del ovillo con la petición de que Javier Fernández convoque de inmediato unas primarias para elegir al nuevo secretario general del PSOE. No parece que vaya a tener suerte, si hacemos caso a la gestora, pues ésta asegura que "ni se le pasa por la cabeza" convocar con premura la cita congresual, a sabiendas de que el paso del tiempo juega en contra de quien fuera su líder y a la vez sirve de ungüento para restañar las profundas heridas abiertas en el PSOE. "El descosido interno no da para ponerse estupendos en nombre de la democracia interna, sino para ser drásticos y eficaces en el golpe de timón", me señala un ilustre diputado cercano a Fernández.