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Díaz, amenazada por una operación que impulsa un "tapado" para dirigir el PSOE

Ruido de muebles en el socialismo. Los mueven los cada vez menos leales a Pedro Sánchez, pero también los dispuestos a impulsar una tercera vía para destronar el reinado de la andaluza.

Susana Díaz, durante un acto de su partido.

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“Si de la implosión del partido no salimos unidos detrás de un/a secretario/a general, apaga y vámonos”. Esa inquietud se ha convertido en denominador común de los mentideros entre socialistas. Tras Pedro Sánchez, cunde el convencimiento en huir de nuevos experimentos al frente del PSOE. Pero, de forma contradictora, existe la inquietud por preservar esa suerte de poder confederado que con el que las siglas llevan hundiéndose desde hace años.

Llegados a este punto, sólo aparece en el horizonte con la autoridad suficiente para reflotar el proyecto Susana Díaz, la misma que ha escondido la cabeza bajo el ala para que su imagen pública no fuera arrasada por la desgarradora fractura. La andaluza, volcada en tejer un control sobre los principales territorios, tiene a día de hoy tras de sí una mayoría apabullante de los “aparatos” socialistas. Su figura ha sido concienzudamente resguardada de acuerdo con todos los referentes que han ido dando la cara.

Desde Javier Fernández, hasta Guillermo Fernández Vara, pasando por Alfredo Pérez Rubalcaba, José Blanco o el propio Eduardo Madina han ido preparándole el terreno en las últimas semanas. Convenía dejar pasar la hinchazón interna antes de romper al fin el silencio este 14 de noviembre con Ana Rosa Quintana en Telecinco. Habrá más entrevistas, muchas más. Ha llegado el momento para Díaz de opinar, impartir doctrina, rivalizar, criticar, incluso. Las cuentas están echadas, sin embargo, “las fidelidades en estos momentos en el PSOE – en palabras de un barón volcado con el susanismo - están lejos de ser compartimentos estancos”.

A trabajar en la "alternativa"

Y los hay, incluso entre sus apoyos, dispuestos a trabajar en una alternativa para reflotar la formación. Una vía distinta situada entre Susana Díaz y los restos de Pedro Sánchez, una opción diferente, a impulsar desde la militancia y desde la sociedad. El proyecto está en el aire, pero cuenta con algunos pesos pesados prestos a sopesarla. Lo cierto es que ciertos movimientos ya son un clamor en los mentideros del PSOE, aunque, más allá de Patxi López –su intención parece ser momentáneamente la de sacudirse el pedrismo- nadie se moja con nombres y pocos en el partido saben quién puede ser la supuesta estrella. La duda en cualquier caso es: ¿Acabará cuajando una tercera vía cómo la que inició José Luis Rodríguez Zapatero antes del Congreso de 2000?

En medio de esa supuesta Operación Triunfo, de nuevo, todo un juego de luchas por el poder interno, la inquietud de que Susana Díaz (como ocurrió con José Bono en el conclave federal que aupó a Zapatero) haga tabla rasa y convierta Ferraz en una prolongación de su poderosa agrupación. Sea como fuere, la tarea por delante es titánica. El PSOE es una casa en ruinas y su futuro, con defectos y virtudes, con errores y aciertos, incluso con pasos hacia adelante y hacia atrás, pasa por una socialdemocracia de nuevo cuño, moderna y transversal. De lo contrario, dejará de ser alternativa viable de Gobierno y su espacio se verá desbordado en las urnas y ya no sólo en las encuestas por su extremo más radical. Aquel que representan los utópicos-populistas de Podemos.

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