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La prueba de paternidad que lanzó a Belén Esteban a los brazos de otro hombre

La eterna princesa de pueblo tiene numerosos frentes abiertos. Además de la organización de su boda y el juicio que mantiene con Toño Sanchís, Belén debe dar la cara ante un nuevo fuego.

Miguel Ángel Muñoz, sorprendido por su pasado

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La eterna princesa del pueblo, aunque en más de una ocasión destronada, sigue teniendo muchos frentes abiertos. No consigue, al final, que su vida esté centrada y tranquila. Sobre todo, cuando a las eternas guerras que la acompañan, se suman viejas glorias del pasado.

Cuando hablamos de esas ofensivas perpetuas nos referimos, cómo no, a su continua dedicación, verbalmente hablando, a la familia Janeiro. Sus declaraciones contra Jesulín –y las esporádicas contra María José Campanario- se han enredado últimamente con los ataques a la abuela de Andreíta, Carmen Bazán. Un enfrentamiento que, casi, lleva la sangre al río.

A ese continuo enfado con su ex familia política, se suma su ya eterna guerra contra Toño Sanchís. De la que, todavía, se prevén muchas entregas. Tan sólo hay que tener en cuenta que lo de la Esteban y el todavía marido de Lorena no se ha cerrado y queda todo el juicio y la post debacle proceso legal.

Por eso, cuando de vez en cuando, le remueven a Belén el pasado, no le suele sentar muy bien. Sobre todo, porque le quita recursos para seguir lidiando con el presente y con el futuro, la organización de su futura boda con Miguel. Pero, en esta ocasión, hasta gracia le ha hecho.

Removiendo el pasado

Su relación con Miguel Ángel Muñoz ha saltado a la palestra. Es lo que tiene cuando te pones de moda, que la gente busca hasta debajo de las piedras con tal de contar algo distinto de ti.

Muñoz se está convirtiendo en uno de los chicos más queridos de la nueva edición de Masterchef, la primera Celebrity, y, como es bastante discreto con su vida, de algún lado hay que rascar. Así que lo mejor es sacar una relación de cuando él tenía 17 años. Eso sí, nada mas y nada menos que con Belén Esteban.

En aquella época, la madre de Andrea tenía 26 años, se acababa de marchar de la finca de los de Ubrique y tenía un sonado disgusto: Jesulín anunciaba a bombo y platillo que quería una prueba de paternidad para verificar si Andrea era su hija.

Así que parece que Belén se lanzó a los brazos de un apuesto, y jovencísimo, Miguel Ángel. Se entendieron bien, pero la diferencia de caracteres y de edad pesó demasiado y, al final, lo suyo se convirtió en un amor de verano. Con solera ya, eso sí.

Belén, con un nuevo frente abierto