La deuda que Zapatero tiene que pagarle a Díaz y que cambiará el futuro del PSOE
El expresidente del Gobierno marca con claridad sus preferencias en la carrera al liderazgo del socialismo. Él apuesta por la baronesa andaluza. Y tiene sus razones para hacerlo.
Igual que el medio es el mensaje, como diría McLuhan, la rehabilitación en el PSOE de José Luis Rodríguez Zapatero resulta toda una declaración de intenciones. El ex presidente del Gobierno cerró el 2016 con más protagonismo durante las últimas semanas que en cinco años. Con su salida de La Moncloa a finales de 2011, le dio la espalda su propio partido que dejó para el desguace. Zapatero pudo comprobar en carne propia la dureza de la política cuando uno ha caído del pedestal e inició una particularísima travesía del desierto durante la que incluso iba diciendo a puerta cerrada que se consideraba traicionado por los suyos.
A aquel brote de antizapaterismo sólo le puso fin Susana Díaz en su toma de posesión como presidenta de la Junta de Andalucía (septiembre 2013). Entonces, los especialistas en detectar el olor a cadáver mantuvieron a Zapatero en la jubilación anticipada. La baronesa, en cambio, se declaró abiertamente “heredera” del ex jefe del Ejecutivo. Lo reclamó como su referente más simbólico de su ascenso político. Nada frecuente era que, desde su adiós, alguien reivindicase el legado político del ex presidente y menos aún que aspirase a emularlo en el futuro.
“El tiempo reconocerá su lucha por la igualdad entre hombres y mujeres. Y yo me siento, con orgullo, heredera de esa lucha”, proclamó Díaz. Entusiasmado, Zapatero atesoró bajo siete llaves aquella perorata de Susana Díaz. Desde entonces, comparten con más ahínco visión política, movimientos en la sombra y hasta recetas de la Thermomix. De hecho, fiel a su fama de “conspirador”, el ex líder socialista fue tomando parte por ella en todas y cada una de las operaciones internas, incluidas unas cuantas destinadas a moverle la silla originalmente a Alfredo Pérez Rubalcaba y luego a Pedro Sánchez.
Las deudas, en política, se pagan, como mandan los cánones. En esa clave puede entenderse la entrega sin condiciones de José Luis Rodríguez Zapatero para con Susana Díaz. “Ella ha demostrado madera de líder”, llegó a sentenciar en los micrófonos de la Cadena COPE ante Carlos Herrera. Plagada de tiranteces su relación con Felipe González, la presidenta de la Junta de Andalucía ha diluido el miedo a la reivindicación del otro ex jefe del Ejecutivo socialista. La exposición de Zapatero llegó a las mismas Cortes, durante un acto en el que, entre aplausos, celebró la vuelta del partido a la cultura del “pacto”. Allí se congregó en primera fila la plana mayor de la Gestora capitaneada por Javier Fernández.
Todos al servicio de los planes de Susana Díaz cuya estampa llevan unos y otros en su devocionario. La todopoderosa baronesa, siempre deseosa de mandar sin competir, ha jugado la baza de las complicidades y la ha ganado de calle. Querría ser secretaria general del PSOE por aclamación de las distintas federaciones y por incomparecencia de competidores. Faltaría más.