El PP se rinde a la evidencia y deja en manos de Cospedal la última incógnita
Los detractores de Cospedal pueden hacer cola pidiendo su sacrificio o, al menos, el nombramiento de un número tres con galones reforzados, como han implorado una y otra vez desde hace años.
Según las reglas no escritas que rigen el universo de Mariano Rajoy, ser centro involuntario de las apuestas te asegura el futuro político. Tanto es así que nadie duda en Génova 13 de que María Dolores de Cospedal saldrá del Congreso Nacional del PP de los días 10, 11 y 12 de febrero siendo “lo que ella quiera ser”.
Es ella quién deberá decir si desea seguir o decide que hasta aquí ha llegado. De hecho, sobre este aspecto coinciden casi todos los coroneles populares y algún miembro del Gobierno consultados: el pulgar del presidente se inclinará hacia arriba siempre que la pretensión de su secretaria general sea continuar en el cargo.
La complicidad entre ambos, en tiempos muy difíciles, ha consolidado el tándem Rajoy-Cospedal sin fisura alguna
“El presidente no puede negarle a María Dolores nada tras los grandes sacrificios que ha hecho por él en los momentos más complicados de la pasada legislatura”, avisa un mandatario muy cercano a Rajoy. Sí, claro, la también ministra de Defensa es una debilidad del “jefe”: eso sí, afinidad personal y política ganada a fuerza de enormes dosis de lealtad y complicidad derramadas entre ambos a lo largo de años de colaboración.
Los enemigos de Cospedal pueden hacer cola pidiendo su sacrificio o, al menos, el nombramiento de un coordinador general por debajo, es decir, un número tres con galones reforzados, como han implorado una y otra vez desde hace años.
En buena parte, buscando inútilmente frenar el poder de la secretaria general. De hecho, ese poder que acumula Cospedal parece ser el único asunto que ahora mismo genera algún tipo de pulso interno, aunque siempre entre bambalinas.
Ciertamente, la albaceteña, fichada por Rajoy en 2008 para sorpresa de muchos, ha debido lidiar continuamente con supuestos contrapesos, inicialmente el de Javier Arenas, el otrora hombre fuerte y ex secretario general, o el de Ana Mato, que llevó la organización, y ahora mismo el de su sustituto, Fernando Martínez Maillo, encargado de llevar el día a día de un partido enorme y que, lógicamente, tiene múltiples quebraderos de cabeza pendientes de calmar (que a menudo no llegan a la prensa) que generan mucha callada labor interna. Aunque, no quepa la menor duda, ella siempre ha sido la jefa de todos ellos.
Como es habitual, el enigma del detalle definitivo del organigrama del partido será resuelto por Rajoy en el último minuto. Él mismo enfrió el debate sobre la continuidad de Cospedal, después de que ella llegase a dar por hecho que seguiría ocupando su despacho de la séptima planta del edificio de la calle Génova.
Al menos así se interpretó su enigmático “no os vais a librar de mi” en una charla informal con periodistas. Sin embargo, el mensaje de Rajoy fue inequívoco: no se debía hablar de ese asunto hasta el cónclave. Si bien, en el caso de Cospedal, la cuestión resulta recurrente. Ya fue objeto de intensas críticas por compatibilizar la Secretaría General con la Presidencia de Castilla-La Mancha.
Pues bien, ahora se repite la polémica. Y ello pese a que hay “antecedentes” en el partido, como los de Francisco Álvarez Cascos y Javier Arenas, que fueron ministros mientras seguían manejando la cúpula genovesa.
Igualmente hay también otros ejemplos en el equipo adversario, como el de José Blanco, que fue vicesecretario general del PSOE y ministro de Fomento. Ninguno de ellos levantó nunca en su día polvareda pública alguna. Quizá porque mientras Cospedal es una mujer, los otros casos se refieren a hombres.
Y en estos aspectos a nuestro país le falta todavía camino por recorrer para conseguir la igualdad de trato.