Pánico entre los barones del PSOE a la venganza que traman los militantes
Los dirigentes territoriales miden con lupa lo que sienten las agrupaciones. En el actual clima, inmersos en una suerte de torbellino asambleario, no quieren sorpresas. Pero se las temen.
La carrera a la Secretaría General del PSOE está abierta. Flota en el aire un aroma de competición… a cuatro meses vista. Sin embargo, Susana Díaz aparece como la favorita. Su nombre tiene, para unas siglas que están con el agua al cuello, resonancias de chaleco salvavidas. "Va a arrasar", pronostican los suyos, optimistas. En un plan orquestado por ella y sus partidarios, la denominada "operación salvamento" del partido, la baronesa ya ha demostrado poderío a su paso por Castilla y León ("ha recibido más calor en plena ola de frío que el que se le pronostica de Despeñaperros para arriba", sostiene satisfecho su entorno) y prosigue el próximo fin de semana en Alcalá de los Gazules, en la provincia de Cádiz, en una agrupación de enorme valor simbólico para el socialismo andaluz. Por algo el entorno de Díaz se lanzó, en plena Conferencia de Presidentes, a difundir a bombo y platillo la cita, insistiendo además en la presencia de Alfredo Pérez Rubalcaba.
En el PSOE se cree que el otrora vicepresidente del Gobierno apostó hace tiempo por Susana, el valor más seguro para sostener a la organización ante una etapa en la que está en juego seguir siendo el gran partido de la izquierda española, por lo que la postulación de Patxi López sólo representaría su intención personal de no quedar descolgado del futuro que se avecina.
"El de Pedro es un viaje a ninguna parte", me resume un patxista
El exlendakari ha ido sugiriendo a su manera una reedición del llamado pacto del Betis, que trazaron en el histórico Congreso de Suresnes Felipe González y Alfonso Guerra con Nicolás Redondo y Enrique Múgica, y que acabó propiciando una refundación del partido. Lo único que algunos apoyos del sanchismo le exigieron a Patxi para engrosar sus filas fue un firme compromiso de llegar a las primarias de mayo. Hasta entonces, suya será la labor de recoger los restos de ese jarrón roto que es Pedro Sánchez. "El de Pedro es un viaje a ninguna parte", me resume un patxista.
Tal vez, pero... los dirigentes territoriales miden con lupa lo que sienten las agrupaciones. Según reconocen fuentes de la formación, los afiliados obedecen solo hasta cierto punto las consignas de sus jefes y pueden pasar muchas cosas en el proceso hasta el Congreso del 17-18 de junio. En el actual clima, inmersos como se ven los órganos de dirección en una suerte de torbellino asambleario, no quieren sorpresas. "Cuanto más se abre el partido a la militancia, menos militantes tiene", advirtió a puerta cerrada en el último Comité Federal Emiliano García-Page.
Los barones nunca fueron partidarios de las primarias porque el lío siempre degenera en nuevas heridas difíciles de suturar
El castellano-manchego, al igual que el resto de barones, sabe perfectamente que la crispación recorre las agrupaciones. "Cuando los compañeros con mando en plaza dicen que les resulta muy duro ir a las Casas del Pueblo te están dando el termómetro de la situación", comentan en el partido. Broncas como la vivida recientemente por Soraya Rodríguez en la agrupación de Valladolid están al orden del día en toda España. En Toledo hubo que desactivar a las bravas un conato de incendio interno, me relatan con detalle fuentes solventes. Los barones nunca fueron partidarios de las primarias. Entre otras razones, porque el lío siempre degenera en nuevas heridas difíciles de suturar.
La apuesta del PSOE por rehacerse vía participación directa de sus bases ha alimentado las ganas de Sánchez de salir a la palestra para morir matando. Resultará imposible cuantificar los apoyos del sanchismo entre los militantes hasta que tenga lugar la votación, pero nadie se atreve a descartar un estrago para la candidatura de Patxi López. Y ello por mucho que López encaje mejor que Sánchez en la filosofía clásica del partido.
Denigrar al aparato, según las tesis del exsecretario general, puede dar espectáculo y salirle rentable en votos entre sus menguantes pero activos seguidores. La estrategia podrá perfilarse según vayan los acontecimientos, pero es probable que Sánchez no se quede quieto e insista en su papel de "mosca cojonera" -en palabras de un dirigente- en aquellas federaciones donde tienen mayoría quienes le destituyeron.