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Rajoy revalida su total confianza en Cospedal, la arquitecta del marianismo

La sorpresa del presidente del PP, reelegido por un 95,65% de los votos, otra vez ha sido ella. Mano de hierro en guante de seda, afrontará cuatro años más con la misma entrega y tesón.

Rajoy y Cospedal durante la segunda jornada del 18 Congreso nacional

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Nunca ha tenido miedo a las dificultades. Más aún, se crece ante ellas. De ahí que a lo largo de los casi nueve años que lleva como secretaria general jamás haya dudado en dar la cara por el PP, incluso desoyendo a quienes le recomendaban “resguardarse”. Y, claro, como ella misma dice: “En más de una ocasión me la han partido”. Gajes del oficio: era su trabajo, iba con su sueldo de “general secretaria” velar por su organización, la más grande de España, con más de 800.000 afiliados.

Nadie puede decir que Cospedal no ha desempeñado su función de forma diligente

Y realmente, siendo objetivos, nadie podrá negar que ha desempeñado su cargo de manera diligente. María Dolores de Cospedal tomó el mandato de “número dos” del PP en 2008, en un momento delicadísimo para la formación, tras dos derrotas electores consecutivas y en un Congreso de Valencia donde parte de su organización ponía en duda el liderazgo de Mariano Rajoy. Fue la gran sorpresa, la cara de la renovación, de aquel cónclave que abrió la puerta para conseguir tres años después la mayoría “absolutísima” que permitió gobernar a Rajoy. De su mano el PP accedió a La Moncloa, al igual que unos meses antes había logrado romper la racha de victorias del PSOE en Castilla-La Mancha durante treinta años para que por primera vez en Toledo se sentara un gobierno popular presidido por ella misma.

Es cierto que, en la “montaña rusa” que ha vivido el Partido Popular estos casi nueve años, aparecieron las “victorias amargas”: la pérdida de parte del poder autonómico y municipal conquistado cuatro años antes (más por efecto de los pactos del PSOE con los populistas que porque los populares perdiesen las elecciones) y el paso de una mayoría absoluta a una simple en las generales, con la sangría de casi tres millones y medio de votos. A modo de descargo, hay que destacar que el Gobierno de Rajoy tuvo que afrontar el desgaste de una desgarradora crisis económica a la que ahora, por fortuna, se ha comenzado a dar la vuelta.

A esas dificultades se añadió una presión mediática feroz por los casos de corrupción que asolaron Génova 13 a manos de una trama que, sirviéndose del partido, se enriqueció ilícitamente durante años y a la que Cospedal hizo frente a costa de sufrir las artimañas atroces de aquellos que veían que se desmontaba su chiringuito, como es el caso del extesorero Luis Bárcenas. Pese a todo eso, el PP sigue hoy en La Moncloa, fuertemente unido (más aun viendo cómo están sus adversarios) y pudiendo decir con orgullo que afronta el futuro, tras este 18 Congreso, con ilusión. Con la ilusión de quien se sabe fuerte por superar momentos complicados y entiende que su camino es tratar de recuperar a aquellos españoles de centro y derecha que en estos tiempos de zozobra se quedaron en casa a la hora de votar o bien optaron por escaparse a Ciudadanos.

Mano de hierro en guante de seda. Ése es el arma de Cospedal cuya carrera se ha consolidado tenazmente a lo largo de los años. Desde este sábado afronta cuatro años más como secretaria general del PP, que simultaneará con la responsabilidad de ser ministra de Defensa, como lo hizo con éxito cuando fue presidenta de Castilla-La Mancha. Esta vez junto a un coordinador general, Fernando Martínez Maíllo, que la apoyará en la marcha cotidiana del partido. Y de lo que nadie tiene duda es de que siempre, esté donde esté, tendrá claro –porque ésa es su firme resolución y convicción- que su cargo, aunque en ocasiones se convierta en carga, es una oportunidad para servir a los ciudadanos, sean o no afiliados del Partido Popular.