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La puta Copa

Casualmente se ha pitado a un niño con la camiseta del Madrid que ha salido bailando y a un señor mayor que daba un beso a su santa esposa, también abucheados. ¿Su delito? Ser del Madrid.

El Madrid ha ganado en la prórroga a un Andorra sensacional, que quizá mereció ganar.

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Empezaré por el principio: la puta Copa del Rey de baloncesto es el mejor y mayor espectáculo que podemos disfrutar en este país. Me atrevería a decir -lo cual es, como bien anticipo y redundo, muy atrevido- que quizá incluso sea la mejor competición deportiva del mundo. Reúne a los ocho mejores equipos con sus respectivas aficiones en una misma ciudad y los pone a jugar un torneo de K.O a vida o muerte de jueves a domingo. Brutal.

Anticipo que los árbitros, con tal de no volver a cometer la osadía de equivocarse a favor del Madrid, pondrán la victoria en bandeja al Baskonia

Escribo estas líneas desde la cama, aún sofocado y con el sistema nervioso central alterado por la primera jornada de Copa en Vitoria. El Madrid ha ganado en la prórroga a un Andorra sensacional, que quizá mereció ganar y pasar a semifinales si simplificamos cuarenta minutos a una acción en la que Sergio Llull hace campo atrás. Pero, ay amigo, la magia del Buesa ha sonreído a los blancos hoy. Veremos el sábado qué pasa. Anticipo que los árbitros, con tal de no volver a cometer la osadía de equivocarse a favor del Madrid, pondrán la victoria en bandeja al Baskonia. Guardad bien esto en vuestra retina.

Una competición en la que da absolutamente igual qué equipo seas, qué racha traigas, a qué aspires, de dónde vengas o a dónde vayas. Cualquiera puede ganar a cualquiera

La puta Copa. Una competición en la que da absolutamente igual qué equipo seas, qué racha traigas, a qué aspires, de dónde vengas o a dónde vayas. Cualquier puede ganar a cualquiera. Es imposible prever qué tipo de partido se va a vivir en cada momento. Absolutamente imprevisible. Es, con una liga muy larga y descafeinada donde es muy difícil comerles la tostada a los grandes, la única competición salvable de nuestro país,. Pero la Copa, la puta Copa, es otra historia. Solo van dos partidos y el Madrid, triunfal líder de la Euroliga más exigente de la historia, ha ganado de milagro al Andorra, que participaba por segunda vez en veinte años. Y lo bonito, lo verdaderamente grande, es que esto se consigue con buen baloncesto. Lo mágico de este deporte es que no te puedes encerrar atrás y pegar pelotazos para defenderte. Aquí solo vale ser mejor que el rival. Y pisar las líneas sin que te vean.

La copa es la leche. Diría la polla pero ya llevo demasiadas palabrotas. Bueno, mira, da igual: la puta Copa es la polla. La ciudad en la que se celebra se viste de básquet y los aficionados, llegados de siete lugares más de España, se fusionan en una suerte de gigantesca hermandad del baloncesto. Excluyendo, eso sí, al Real Madrid; equipo apestado y, por consiguiente, con sus aficionados abucheados.

No me gusta generalizar y no quiero hacerlo, pero es hora de que el mundo del deporte reflexione

No me gusta generalizar y no quiero hacerlo, pero es hora de que el mundo del deporte reflexione. En la pista: todo el odio, entre comillas, hacia los jugadores. Cada uno pita y anima a quien le da la gana y la gente está en pleno derecho de ir en contra, mayoritariamente, del Real Madrid. Porque sí. Porque el Madrid es el equipo de la capital, porque los madrileños somos muy chulos, porque tenemos mucho dinero y porque somos los más guapos. O yendo a lo concreto: porque el Madrid es el mejor (al menos ahora y al menos en baloncesto). Lo que ya tiene menos sentido es que en el Buesa Arena, mientras en el videomarcador se busca a gente que baile para la cámara o sencillamente se utiliza el recurso de la ‘Kiss Cam’ se pite y abuchee con fuerza a todo lo que lleve una camiseta blanca. No generalizo, insisto; han sido solo unos centenares. Pero es que unos centenares pueden generar un espectáculo bochornoso. Y casualmente se ha pitado a un niño con la camiseta del Madrid que ha salido bailando y a un señor mayor que daba un beso a su santa esposa, también abucheados. ¿Su delito? Ser del Madrid. Muy triste.

Tenemos, y ahora sí que generalizo, los aficionados del básquet que demostrar que de verdad nos diferenciamos de los trogloditas del fútbol

Tenemos, y ahora sí que generalizo, los aficionados del básquet que demostrar que de verdad nos diferenciamos de los trogloditas del fútbol. Y la Copa, esta de Vitoria en concreto, es una oportunidad cojonuda para demostrarlo. Vamos a dejarnos la garganta animando a nuestros equipos y silbando a nuestros rivales, pero cuando el partido esté parado, entre nosotros, entre las personas, vamos respetarnos. Pero respetarnos al 100%, no con algunos sí y con otros no. Yo quiero poder ser madrileño y madridista en todas partes y que no pase nada. Sé que con la mayoría ya todo esto funciona bien, pero sigue habiendo una panda de garrulos de que se encarga de ensuciarlo. Hay que vencerlos. En vuestras manos está.

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