Los hinchas de Susana Díaz sacan la vena “killer” y disparan sus vaticinios
Sus huestes se acercan al oído de la andaluza y la música le suena hermosísima, disipando cualquier duda. Ella ya lo tiene claro. A la hora de la verdad nadie apuesta a caballo perdedor.
¿Puede la pelea por el trono socialista arrojar un incierto resultado? O mejor dicho: ¿Cree el PSOE alineado con Susana Díaz que Pedro Sánchez tiene fuerza interna suficiente para la reconquista? Para el equipo de la baronesa andaluza ambas respuestas están claras: No. Donde no hay harina hay mohína, de atenerse a las expectativas de los cuarteles generales oficialistas.
El regreso en loor de multitudes de Sánchez en Dos Hermanas descolocó a cabezas visibles del susanismo, aunque aún dolió más si cabe esa irrupción cual elefante en cacharrería en tan emblemático icono del felipismo. El ex secretario general tampoco es un experto en hacer amigos, aunque nadie puede negarle resolución y cuajo, además de un potente relato para soliviantar a un sector de la variopinta militancia capaz de provocar estropicios varios en el mobiliario de Ferraz.
Un valor tiene necesariamente que portar Pedro Sánchez, sea cual sea su naturaleza, – lo relatan tal cual en los predios del PSOE -, cuando algunas gentes maquinaron sacarse otro candidato de la manga porque lo importante era cerrarle el paso al otrora líder. Ante la inacción de Díaz, ¿de nuevo asomaba el vértigo de asaltar Madrid?, tocaba hallar un valiente, ajeno además a la guerra interna. Pero, a decir verdad, era difícil encontrar en el universo socialista a alguien dispuesto a partirse el pecho gratia et amore.
El caso es que los más impacientes asomaron la patita - léase Abel Caballero, entre otros – y trasladaron a la presidenta que había llegado el momento de preocuparse por el futuro de los suyos. Razón por la cual Susana Díaz aceptó protagonizar un controvertido acto con alcaldes en Madrid. El resultado: Amagó lo suficiente con ir a la guerra, pero sin acabar de rematar. Frente a la brocha gorda de los empeñados en jugar con fuego, la estrategia de la Doña pasa por estirar su condición de aspirante inconfesa, ya se habla más del 18 de marzo que del 4 como fecha para lanzar su candidatura, y dejar así a los rivales cociéndose en su salsa.
A la hora de la verdad nadie apuesta por caballo presuntamente perdedor y se suman a la llamada operación salvamento en un momento crítico para el PSOE
Sea como fuere, a Díaz ya sólo le queda tirar palante y rematar al enemigo Sánchez por todos los medios. No hay vuelta atrás. El guión está escrito para ella. Sus conmilitones han susurrado al oído de la baronesa que tiene todas las cartas para ser la elegida y por las bravas le tiñen de susanismo la práctica totalidad de Andalucía, Comunidad Valenciana, Aragón y Extremadura, venden escasas resistencias en Castilla La Mancha, le otorgan el triunfo en Cataluña e incluso entregan las cadenas de Navarra rompiendo el "cliché" de sus dificultades al cruzar Despeñaperros. Tal potencia, evidentemente, no deja de ser el cuento de la lechera.
Claro que, a la hora de la verdad, nadie apuesta por caballo presuntamente perdedor y, en cambio, se suman a la llamada operación salvamento en un momento particularmente crítico para la organización. Ambiciosa donde las haya, Susana Díaz no admite las medidas tinta: “O conmigo o contra mí”. El asalto a Ferraz con Sánchez de por medio supone mantener abierto en canal al PSOE. Ni la una ni el otro van a modificar su rumbo de colisión hasta las primarias.
La andaluza, en competición con otros dos candidatos, podría tener que conformarse con un apoyo de entre el 40% y el 50%. La tarea de cosido la tendrá Díaz unas semanas después, en el 39º Congreso, cuando configure la Ejecutiva e integre a Patxi López. La negociación conllevará para la baronesa, según los cálculos de su entorno, un portentoso respaldo del 80%. Punto y final.
Cuenta para ello Susana Díaz con los Estatutos del partido. Cuando concurren más de dos candidaturas, la que más votos obtiene logra automáticamente el 50% más uno de los delegados, repartiéndose el resto proporcionalmente entre los demás aspirantes que hayan superado el 20%. Por cierto, la mayoría de esos delegados, ocho de cada diez en la práctica, deben vivir a expensas de su militancia.
¿Y Sánchez? En política se pasa con mucha facilidad del lanzamiento de cuchillos a los ritos de apareamiento, pero en ningún caso ocurrirá tal metamorfosis entre él y Díaz. En román paladino, si Pedro Sánchez se alzase con la medalla de plata en la competición, el cónclave Federal sería para él lo más parecido a una suerte de canto del cisne. Con ello cuenta Susana Díaz.