Qué duro es ser un antisistema
En la pelea con los 'grandes' hay una máxima: nunca olvides de dónde vienes. El esfuerzo no se negocia, y el mayor error es pensar que se puede ganar como ellos, por inercia.
La noche del 14 de marzo de 2017 puede catalogarse como la del descalabro del Sevilla CF. Los de Sampaoli mostraron una pobre versión ante el Leicester y pagaron caros sus pecados, y los minutos acumulados en las piernas. Sí, los jugadores están fundidos, pero hay una cuestión mucho más profunda. La intensidad que los hispalenses mostraron en su brillante primer tramo de la temporada ha ido languideciendo poco a poco. Un globo de helio que se iba desinflando a ritmo lento, pero que todavía mantenía su altura. Tras la derrota en Inglaterra, se acerca peligrosamente al suelo, pero todavía no se ha pinchado, están a tiempo un poco más de 'gas Sampaoli'.
El problema de luchar con los 'grandes' es pensar que se puede ganar como lo hacen ellos. El primer aviso de debilidad llega con las victorias inmerecidas. Esos partidos en los que juegas mal, pero que muy mal, pero, amigo, sin comerlo ni beberlo te encuentras con que te llevas los 3 puntos a casa. En ese momento hay dos opciones, o creerse un 'grande' y aferrarse a la mística del establishment futbolero, esa que te gana con la inercia, con la flor en el culo, con el miedo escénico...; o luchar como un pequeño para codearte con los gigantes. Cuando les desafías siempre tienes que tener presente de donde vienes.
El Sevilla cimentó el milagro en su atrevimiento, en la frescura, en el toque y en la intensidad. Cuando las piernas han fallado, han desaparecido muchas de esas cosas, pero hay una que se echa en falta por encima de todas, la intensidad. Ya lo decía el Cholo, un tótem en entre los antisistema, "el esfuerzo no se negocia". El día que empiezas a parecerte al sistema, preocúpate. Porque cuando te falte aquello que les ha hecho temblar, no tendrás lo que ellos tienen.
¿Y qué tienen? Inercia, flor, provocan terror... Sí, todo eso está muy bien, pero lo que tienen es dinero. Dinero para pagar suplentes que serían titulares en el 80% de los equipos, dinero para pagar goles. Sí, los goles se pagan. Los jugadores que te garantizan 30 tantos al año escasean y los tienen ellos. El último rebelde que consiguió cambiar las cosas lo tuvo, y se lo llevaron. Diego Costa era ese hombre que gana los puntos cuando el equipo no lo merece. Ese Atlético tuvo dos recursos para cuando las fuerzas fallaban: Diego Costa y el balón parado. ¿Este Sevilla qué tiene? Tiene buenos lanzadores, altura y cabeza, pero no es infalible. Y no tiene un hombre gol que saque las castañas del fuego.
¿Y ahora qué queda? Pues luchar, luchar y luchar. La fórmula la tienen, los jugadores también. Ahora no valen excusas. La prensa, los árbitros... ¿y qué esperabais? Forman parte del sistema, y si aspiras a cambiarlo se va a defender. Ya lo dijo el maestro Gabilondo en una tesitura más trascendental. Si vas contra el sistema, que no te extrañe que este saque las uñas.
Como dice el 'antisistema' que más cerca está del sistema, "no consuman", "partido a partido"... Los de Sampaoli tendrán una oportunidad para demostrar que esto solo ha sido un bache este domingo contra los que deberían ser un ejemplo. Los últimos rebeldes, que después de haberse instalado entre los 'grandes' han entendido que para mantenerse ahí no puedes llevar la camisa limpia. Ni falta que hace. Porque ganar con esfuerzo es otra cosa. Y sí, las derrotas duelen mucho más por todo lo que dejas en el camino. Qué duro es ser 'antisistema'.
P.D: Aquí suelto un dardo. El inicio de la 'decadencia' del Sevilla coincidió (más o menos) con el anuncio de Luis Enrique de que abandonaba el Barcelona. ¿No habrán influido los cantos de sirena del 'sistema' al buen chileno de Nervión? Sinceramente no lo creo, pero ¡ay las mentes turbias!