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Enhorabuena a Ante Tomic

Creo que hay jugadores (y personas en general) tóxicas capaces de impedir que un grupo que busca un bien común llegue a buen puerto. Todos conocemos esas manzanas podridas...

El codazo de Tomic a Carroll.

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Se fue al Barcelona para ganar títulos. Bueno, a ver, este es el mantra que llevamos repitiendo muchos desde hace años. Lo cierto es que no se fue, lo echamos. Lo echó el Real Madrid, más concretamente, en un acto muy criticado en su momento y que ha supuesto, visto en perspectiva, uno de esos puntos de inflexión que cambian el curso de la historia. De las novias que le salieron, que fueron muchas, eligió coger el puente aéreo. Y sí, se fue con la intención de ganar los títulos que aquí le faltaron, ya que era una época aquella en la que el Barcelona la comía la tostada al Madrid una vez tras otra.

En las dos temporadas y media que estuvo en la capital el balance fue el siguiente: Real Madrid: una Copa del Rey. Barcelona: una Euroliga, dos Ligas y dos Copas del Rey.

Cogió el avión y, desde entonces, lleva cuatro temporadas y lo que llevamos de esta allí. El balance es el siguiente: Real Madrid: una Euroliga, tres Ligas y cuatro Copas del Rey. Barcelona: una Liga y una Copa del Rey.

Visto así, ya chocan los datos. Pero si los conjugamos, resulta que en ocho temporadas, el balance es el que sigue: Con Ante Tomic: una Liga y dos Copas. Sin Ante Tomic: dos Euroligas, cinco Ligas y seis Copas del Rey.

No creo nada en las casualidades, y para nada creo tampoco en los gafes. En lo que sí creo es en los equipos y en el trabajo bien hecho. Creo que un equipo ha de ser la combinación provechosa de un grupo heterodoxo de personas, donde todos han de remar en la misma dirección y donde el objetivo principal sea la suma del global, no los intereses personales. Cuando un equipo va mal, suele buscar golpes de efecto fichando entes individuales que, si se alinean los astros, puede ocurrir el milagro de que ellos solos te ganen cosas. Pero esto no es lo habitual. Al menos no en baloncesto.

Sí que creo también que hay jugadores (y personas en general) tóxicas capaces de impedir que un grupo que busca un bien común lleguen a buen puerto. Todos conocemos esas manzanas podridas capaces de romper el buen ambiente de una oficina, ese cuñado insoportable que te amarga una comida familiar o ese colega al que nadie llama, que va de gracioso y acaba por envolverte en movidas que nada deseas. Y a nivel deportivo sucede que hay verdaderos genios que son incapaces de tener la más mínima empatía, y cuyo ego les come por dentro y les hace pensar siempre más en sus estadísticas individuales que en el buen hacer de sus compañeros.

Ante Tomic no sabemos cómo será en el vestuario, nunca nadie ha dicho una mala palabra de él. No creo que sea una mala persona ni un mal compañero. No lo sé. Lo que sí sé es que en el último partido en el Palacio de los Deportes se comportó de una manera muy sucia en la cancha. El remazo que le pega en la cabeza a Jaycee Carroll tuvo muy mala idea y pudo haber hecho mucho daño. Fue evidentemente a propósito, con la única intención de descargar la frustración que le debe de provocar la estadística de los últimos ocho años arriba comentada. Demuestra una cobardía y una bajeza moral terribles, siendo solo capaz de agredir, midiendo 2.18, al más bajito del otro equipo.

Lo que pasa en la pista se queda en la pista. Si Carroll lo provocó antes, como algunos apuntan, no me parecerá mal. El que crea que debajo de la canasta no vuelan los codos y nadie mete a nadie dedos por el culo, es que sencillamente jamás ha jugado al baloncesto. Tretas para comerle la moral al rival, las que sean; codazos en el mentón, no. Y me alegra que la Euroliga no haya dejado este acto impune. Si queremos de verdad diferenciarnos de la jungla del fútbol, este tipo de sanciones ejemplares son una buena manera. Si conseguimos que una generación de chavales crezca viendo a adultos ejemplares en sus pantallas, conseguiremos, por fin, empezar a poblar este mundo de gente mejor.

Lo que queda manchada ya es la imagen de Ante Tomic a perpetuidad. Un gran jugador de baloncesto que pasará a la historia por la eterna frustración que produjo a sus aficiones y entrenadores. Estoy convencido de que esta es su última temporada en nuestro país. Ya nadie más se dejará engañar. Y los meses que le restan, un posible calvario siendo pitado y odiado en todos los pabellones donde pudo reinar y se tuvo que conformar con quedar como un macarra perdedor de tres al cuarto.

Enhorabuena, por todo, Ante Tomic.