Encaje de bolillos de Gobierno y PSOE para sortear las “minas” de Rivera
Quién les iba a decir que Ciudadanos se constituiría en todo un quebradero de cabeza. Así ha ocurrido. Aún queda por ver quien se anota la victoria final. Las espadas están en todo lo alto.
En su obsesión por convertir hacer limpia en el PP en su principal bandera política, Albert Rivera ha dejado sembrado un campo de minas en las Cortes, bombas que pueden estallar en las manos de unos y de otros, provocando temblores en cuarteles generales, incluido el naranja si acaba lloviendo sobre mojado y su comisión de investigación sobre la presunta “caja B” pepera, desnudados sus pecados en los tribunales, termina como el rosario de la Aurora.
Comenzando por el empeño de Rivera en hacer sentir a Mariano Rajoy la presión, el forcejeo para crear la comisión, una condición del pacto de Investidura que los conservadores pretendieron obviar, llevó al líder naranja a buscar a PSOE y Podemos para imponer su voluntad por la fuerza de la aritmética. La política discurre, en ocasiones, por caminos inesperados. Un chasco debió llevarse Albert Rivera cuando buscó enseguida la entente con Antonio Hernando y éste curtido en mil batallas, se puso de perfil, a decir de fuentes consultadas por Esdiario.
Lejos de tirar la toalla, Rivera optó por llamar a la puerta de Podemos. El visto bueno de Irene Montero le facilitó el acercamiento de los socialistas, siempre con la mirada puesta en los movimientos morados. Hernando, encogido de hombros, tuvo la cortesía de dar el aviso a su homólogo popular, Rafael Hernando. Con las banderillas clavadas, el PP pasó al contraataque y pidió una comisión de investigación sobre la financiación de todos los partidos. Tanto en el Congreso como en el Senado.
La propuesta en la Cámara Baja ha tropezado con la Junta de Portavoces donde Juan Carlos Girauta ha llegado a tirar a puerta cerrada como argumento que “el Partido Popular no es UNICEF” para meter el debate en vía muerta. En la Cámara Alta, en cambio, su mayoría absoluta facilitará a los conservadores sacar adelante la iniciativa y podrá imponer tanto los comparecientes como sus conclusiones. Con todo, nos encontramos ante una partida de póquer a varias bandas en la que cada cual oculta sus cartas.
En estos momentos todo parece abierto y ya existe el runrún de que el propio Albert Rivera puede terminar convirtiéndose en un artificiero para desactivar los explosivos que en la Carrera de San Jerónimo pueden llegar a detonar en la cara a los populares. ¿Una contrapartida al hecho de haber dejado el Gobierno capitalizar a C´s las primeras Cuentas del Reino sin recortes? La especie corre como la pólvora por la Villa y Corte. Más aún ante el empeño naranja en presidir la comisión de marras.
En paralelo, la actual dirección del Grupo Socialista, con Hernando a la cabeza, puede dejar ahora en el aire una comparecencia de Mariano Rajoy, forma parte de la obligada escenografía, pero, para cuando la comisión eche a andar, quizá en puertas del verano, será otro equipo el encargado de decidir si llega hasta ese extremo. O da marcha atrás. El empeño derivaría en ahorcarse con su propia soga porque el PP metería en la foto a la propia Susana Díaz, caza mayor, probablemente recién estrenada secretaria general.
Como borrada del escenario ha quedado la Comisión de Lucha contra la Corrupción ya en marcha, sin estériles reyertas verbales de por medio, y centrada, por cierto, en el régimen y la financiación de los partidos, medidas para reforzar la imparcialidad e independencia en los organismos de regulación económica, y la protección a los denunciantes de corrupción. Sin embargo, la batalla política podrá seguir centrada en los ombligos partidarios y llegar a desbordar la capacidad de asombro de la opinión pública.