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Enrique Redondo de Lope

Homofobia y poligamia en el país musulmán de Putin

El cruel régimen checheno está sometido al capricho de su excéntrico líder, un subordinado de Putin y el Kremlim, capaz de perseguir e imponer sus ideas medievales a una sociedad con miedo.

Homofobia y poligamia en el país musulmán de Putin

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Hace pocos días las sociedades occidentales se despertaron con una noticia que conmocionó a la opinión pública, la existencia de campos de detención para homosexuales en Chechenia, donde más de un centenar de miembros de este colectivo (o “sospechosos” de serlo) han sido detenidos e internados en estos recintos no reconocidos oficialmente hablándose de palizas, torturas con descargas eléctricas, violaciones llegándose incluso a las ejecuciones, en lo que puede ser considerado otro episodio de la galopante islamización de esta república caucásica.

Y es que paradójicamente, la toma del poder de Ramzán Kadýrov, apoyado por Putin como freno a los independentistas chechenos (islamistas radicales de carácter wahabista, una forma conservadora del islamismo) ha supuesto la imposición de los preceptos islámicos más estrictos, despreciando las leyes vigentes de la Federación rusa a la a que pertenece Chechenia, sin que desde Moscú se quiere (o pueda) hacer nada por evitarlo.

Pero echemos la vista atrás más de una década, exactamente a octubre de 2003. Chechenia venia de sufrir dos guerras atroces, con miles de muertos y brutales atentados tanto en la propia Chechenia como en Rusia, un país reducido a escombros y que es una pieza más del expansionismo islámico en esa región.

Mientras se impone la represeión, el presidente celebra fiestas con Van Damme, Hillary Swank o Seal

Rusia no se podía permitir soportar esa sangría, tanto en vidas humanas como dinero, pero tampoco renunciar a su posición de dominio en el tablero geoestratégico de la región así como el acceso a los complejos de extracción de gas y petróleo de las cordilleras del Cáucaso. Este conflicto fue relativamente resuelto con la llegada de Putin al Kremlin, cuando Chechenia fue sometida por las armas y reintegrada oficialmente a Rusia en 2003.

Así el mandatario ruso pacta entregar el poder a Ajmat Kadýrov, antiguo líder separatista (y considerado un traidor por el ala más dura de los independentistas chechenos) que es elegido presidente con el 83% de los votos, en unas elecciones, cuanto menos dudosas, organizadas por las autoridades rusas y boicoteadas por los independentistas. Y es que Kadýrov se mostraba como la llave del cofre checheno, la persona que podría pacificar el país. Pero Ajmat estará en el poder menos de un año, ya que fue víctima de un atentado mortal por parte de sus excompañeros. Pocos meses después será su hijo Ramzan (responsable de las milicias de su padre) quien accederá al poder, inicialmente como Primer Ministro de la República de Chechenia, y más tarde ya como Jefe de la República de Chechenia.

Y es que en la actualidad Chechenia es, en teoría, un estado confesional, pero basado en tradiciones medievales. Pese a ello en 2010, Kadýrov declaró públicamente que “La ley sharia está por encima de las leyes rusas”, y que “Los enemigos del Islam deben ser destruidos”. La islamización de Chechenia se puede ver incluso en la regulación del sistema sanitario, llegando Razmán Kadýrov a inagurar en 2009 un hospital especializado en “Medicina Islámica”, especializado en exorcismos y donde se calcula que se atiende a alrededor de 50.000 pacientes al año ayudándoles a librarse de sus dolencias utilizando “métodos tradicionales” como la lectura del Corán.

Pero más preocupante, incluso para el Kremlin, fue la reacción al atentado que en 2015 acabo con la vida de los periodistas del semanario “Charly Hebdo” en París; “Considero mi enemigo personal a toda persona que apoye el derecho de Charly Hebdo y otras publicaciones a insultar los sentimientos religiosos de los musulmanes”, comentó Kadýrov acerca del atentado terrorista. Días más tarde del atentado se organizó una manifestación en Chechenia con miles de participantes contra la publicación de caricaturas del profeta islámico, apoyando en la práctica las demandas de los terroristas.

Otro ejemplo de la “autonomía” del régimen de Kadýrov con respecto a las leyes rusas viene dada en la regulación de la poligamia que está prácticamente legalizada en Chechenia. Así en 2015 un alto cargo del Gobierno se casó con una joven de 17 en contra su voluntad, tras presionar a la familia de ella, tomándola como segunda esposa.

El líder checheno, protegido por el Kremlim e inductor de un régimen terrible con una religiosidad artificial en favor del Islam

Así se ha llegado a un punto donde es imposible encontrar una mujer con la cabeza descubierta, (algo que no se había vivido con anterioridad en Chechenia), pero por otro lado el cumpleaños del Presidente se celebró una fastuosa fiesta con personalidades de la talla de Hillary Swank, Jean-Claude Van Damme, Vanessa Mae o el músico Seal, siendo retrasmitido el evento por la cadena pública de televisión, en un no muy claro ejemplo de costumbres islámicas.

Impone su propia interpretación del Islam, muy diferente de las normas generalmente aceptadas de la Sharia

Y es que para muchos expertos, la religiosidad del régimen de Kadýrov es en gran medida un instrumento de influencia política que permite en esencia al líder checheno controlar a la población, por medio de la influencia de los imanes de las mezquitas las cuales no paran de proliferar apoyadas por el estado. Porque el régimen de Kadýrov es en muchas de sus manifestaciones contrario a la religión musulmana, como por ejemplo en el culto a la persona de Kadýrov, llegándose a que las oraciones del viernes en las mezquitas de Chechenia comienzan y terminan con elogios no al profeta, sino a Kadýrov, que ha llegado a imponer a los chechenos su propia interpretación del Islam, muy diferente de las normas generalmente aceptadas de la Sharia.

Porque el líder checheno apoya su poder en tres pilares fundamentales; por un lado, en las últimas elecciones (a todos los ojos fraudulentas) logró un apoyo de un 99,48%, lo que hace que se sienta artificialmente más legitimado que nunca para continuar con sus reformas. Por otro lado, el control de la llamada “Kadyrovtsy”, un ejército privado con más 3.000 miembros usado para silenciar cualquier disidencia, causando verdadero pavor entre la población civil, y que a su vez ha permitido a Moscú, con el apoyo popular que ello conlleva, retirar gran parte de las tropas acantonadas en este república (situación que era un auténtico dolor de cabeza desde hace décadas para el Kremlin).

Y en tercer lugar, y quizás lo más importante, Putin le sigue mostrando todo su apoyo (“es mi hermano pequeño” ha llegado a declarar el dirigente ruso). Y es que el excéntrico y cruel Ramzan Kadýrov se ha convertido en una pieza fundamental para Putin, asegurando un cierto orden en el polvorín checheno (se calcula que el número de atentados ha disminuido en más de un 70% desde su llegada al poder).

Porque no se entiende a Kadýrov sin Putin, al que en diferentes ocasiones se ha referido como “salvador del pueblo checheno" y al que Putin ha condecorado con la medalla de Héroe de la Federación Rusa. Es lo que muchos politólogos denominan “el gran acuerdo político” por el que el nuevo líder checheno obtenía todos los poderes en la región, con la contraprestación del pleno apoyo político de Kadýrov al presidente de Rusia y la indispensable paz en Chechenia.

La persecución de los homosexuales es, simplemente, un hecho ya consumado

Y para esa pacificación, un cierto giro fundamentalista resulta muy beneficioso, casi indispensable. Y la persecución de los homosexuales se debe entroncar en esa política de hechos consumados. Hay que señalar que la sociedad chechena es profundamente homófoba, donde tener un pariente gay es una mancha y un deshonor que se extiende a toda la familia. De ahí la postura desafiante de los dirigentes chechenos al ser acusados de la creación de los campos de internamiento para homosexuales, declarando Alvi Karimov portavoz del gobierno checheno que si existiesen homosexuales en Chechenia, la ley no tendría que preocuparse por ellas ya que sus parientes los habrían enviado a un lugar del que nunca regresarían.

Además hay que recordar que la legislación sobre la homosexualidad en Rusia es cada vez en más represiva, así como más frecuentes los ataques y acoso a los gays, siendo cada vez más castigadas las voces disidentes con la política oficial.

Y es que en Chechenia, y menos con Ramzan Kadýrov nada ocurre por casualidad.

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