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El Semanal

Aguirre, un adiós con dignidad

Se va afectada por la corrupción de su entorno, dejando atrás una gestión muy eficaz y un ejemplo: nadie ha dimitido tres veces sin estar imputado en ninguna causa.

Aguirre, un adiós con dignidad

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Tal y como se especulaba desde el mismo día de la detención de Ignacio González, su jefa y mentora, Esperanza Aguirre, ha presentado su dimisión y ya no es ni concejal ni jefe de la Oposición en el Ayuntamiento de Madrid.

Es una decisión razonable, cuando no inevitable, que sin embargo convierte a Aguirre en una rara avis: nadie ha dimitido en España de hasta tres cargos (presidenta de la Comunidad y del PP madrileño y ahora portavoz municipal) sin estar imputado siquiera. Bien es cierto, nadie tampoco tiene en la cárcel a sus dos 'vicepresidentes' de hecho y es esa anomalía la que le ha llevado a la veterana dirigente a aplicarse a sí misma la mayor responsabilidad que puede exigírsele a un cargo público sin cuitas pendientes en los tribunales: abandonarlo al sentirse políticamente culpable de la probable corrupción de su entorno más cercano.

Que la situación de Aguirre fuera insostenible -a nadie se le escapa la sistemática respuesta que recibiría cada vez que pidiera explicaciones de cualquier cosa a cualquier rival- no le resta dignidad a su gesto ni tampoco empaña su trayectoria como gestora y como dirigente político, por mucho que sus detractores intenten convertir la escandalosa corrupción de sus colaboradores en el resumen de ocho años de Gobierno en Madrid para, a continuación, extender esa misma mancilla a su sucesora, Cristina Cifuentes.

La dimisión no frenará a quienes quieren abrir una causa general a Cifuentes, a Rajoy y a todo el PP

Lo cierto es que Madrid ha logrado los mejores resultados de España en educación, que sus hospitales son los más valorados en los estudios más independientes, que su renta y su PIB no han dejado de subir y que su deuda y su desempleo se han controlado como en casi ningún otro lugar. Estos logros no justifican ni restan importancia a bochornos como Gürtel, Púnica o Lezo pero contextualizan cada cosa en el lugar oportuno. Algo especialmente necesario cuando, al calor de éstos y otros escándalos que también afectan a otras formaciones, algunos pretenden subir al patíbulo al conjunto del PP.

Aguirre es responsable político de González y de Granados y por eso ha tenido la decencia de dimitir. Cifuentes no era eso siquiera; es una presidenta nueva que ha abanderado la regeneración de su propio partido desde que fue elegida por los ciudadanos para el cargo. Y Rajoy, rodeado de otros casos igual de espeluznantes, tampoco es por ello un presidente mancillado: extender la mancha a todos los dirigentes del PP y, en consecuencia, al conjunto de la formación más votada por los españoles, es una soez estrategia política de quienes han de ganar el poder en las urnas y no en los juzgados ni en los medios de comunicación.