De la conquista de Hollywood a la reconquista del cine español
Antonio Banderas, que arranca nueva etapa profesional y creativa en nuestro país, recibe el reconocimiento de la Casa Real y del Gobierno como gran embajador de lo hispano en Estados Unidos.
Es bastante más que el actor español más taquillero en Estados Unidos, como prueba su estrella en el paseo de la fama de Hollywood, que le otorga el latiguillo de “nuestro actor más internacional” cosido a su nombre. Se trata en realidad de un icono de la cultura española en Norteamérica y el pionero para toda una generación de actores y actrices de nuestro país que han saltado a la otra orilla.
Ese es Antonio Banderas y así ha sido reconocido con el premio Camino Real, un galardón que entrega el Instituto Franklin de la Universidad de Alcalá de Henares, con el amparo de la Casa Real, para reconocer la trayectoria de “españoles ilustres” en tierras de América del Norte. Y el actor malagueño lo recibió de manos del rey Felipe en el Paraninfo de la institución alcalaína, en un acto que contó con el ministro de Educación y Cultura, Íñigo Méndez de Vigo, como testigo, y que representa un impulso para la nueva etapa profesional y creativa del intérprete en España.
Acompañado por su pareja, Nicole Kimpel, y luciendo una llamativa barba canosa, Banderas destacó la alegría que le ha producido recibir este galardón, en una breve conversación con los periodistas antes del acto oficial. “Nunca he dejado de tener un ojo en España, para lo bueno y para lo malo”, se confesó el actor, avanzando además que se inaugura un nuevo tiempo para él en nuestro país, y en su patria chica para más señas, como revelan sus proyectos en marcha: “Estoy rodando una película norteamericana en Andalucía. Y estoy deseando tener tiempo para escribir y ponerme tras la cámara. Además tenemos entre manos un proyecto de recuperación muy hermoso para un edificio de Málaga, que lo convertirá en un teatro y en un gran centro cultural”.
Coincide, además, que la situación se ha complicado en Estados Unidos para los latinos con la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca. Preguntado sobre si es más difícil ser español ahora allí, el malagueño fue categórico: “Desgraciadamente, la respuesta es sí”. Y recordó que uno de sus sobrinos que ha estudiado cinco años en la Universidad del Sur de California “ahora está teniendo problemas para volver a entrar para finalizar los cursos master”.
Los otros muros de Trump
“Se están estableciendo muchos más muros que los que se quieren establecer en México. Son muros virtuales, pero no van a permitir que esa fusión que ha tenido siempre Estados Unidos de recibir estudiantes del mundo entero se siga produciendo, al menos con la fluidez que había. Nada de lo que está saliendo de esta Administración apunta a algo positivo. Esa es la verdad”, relató Banderas, aclarando que, después de haber sido crítico durante la campaña electoral, le hubiera gustado haber cambiado de opinión respecto a Trump. “Yo me hubiera desdicho si hubiera visto gestos interesantes en ese sentido, pero no”.
Una vez en el acto protocolario de entrega del premio, José Ignacio Goirigolzarri, presidente de Bankia y también del consejo asesor del Instituto Franklin, fue el encargado de dar lectura a la laudatio. Así, el banquero pasó revista a los comienzos de Banderas en la escuela de arte dramático y en los grupos de teatro aficionado de Málaga siendo un adolescente; a su salto a Madrid “con 10.000 pesetas en los bolsillos y a ver qué pasaba”; y a su amistad con el director Pedro Almodóvar, que además de contar con él en cinco películas, le sugirió que se buscara un nombre artístico “porque con su nombre real le confundirían con un torero”.
Su desembarco en Estados Unidos, sin saber inglés y con los contactos mínimos, fue una carrera de obstáculos y de asunción constante de retos que comenzó con buen pie en Los reyes del mambo allá por 1992, y continuó con Filadelfia, Entrevista con el vampiro o De amor y de sombras (1994), esta última la primera en que tuvo papel protagonista. Más tarde llegaron las películas de acción, con Desperado (1995) y especialmente La máscara del Zorro (1998); su debut como director tras la cámara con Locos en Alabama (1999); e incluso su presentación en Broadway como actor de musical en Nine (2003).
Una carrera con 80 películas a sus espaldas y un sinfín de premios y reconocimientos adornan ahora a Banderas, del que Goirigolzarri destacó, por encima de todo, los valores que encarna: “Ha sabido conjugar la humildad intelectual con una autoestima invencible, y ha demostrado que el futuro lo escribimos cada uno de nosotros con nuestro compromiso diario y con nuestra capacidad de riesgo”.
José Antonio Domínguez, el otro yo de Antonio Banderas
El actor, por su parte, respondió con un discurso “bipolar y esquizofrénico” hablando por boca de sus dos 'yoes': José Antonio Domínguez, su nombre de pila, “nacido en 1960, en un tórrido 10 de agosto en la bella ciudad de Málaga”; y Antonio Banderas, su nombre artístico, “que nació muchos años más tarde, en los años locos de la movida”. El intérprete aclaró que a los dos les diferencian muchas cosas, pero les une que “los dos hablan, escriben y viven a borbotones” y que “lo que se pierde por un lado, se gana por otro”.
De este modo, “al tímido y soñador se le unió el audaz, el conquistador de sueños, el rey del mambo…”, reconoció Banderas, confesando asimismo que “el niño que llevo dentro no ha permitido que el sentido crítico o el cinismo me llevaran a un callejón sin salida”. Y así han ido pasando los años, viviendo como “un soñador en un país de soñadores” y confiando en España “como un país de oportunidades a pesar de todo lo que está cayendo”; con unas fronteras que van mucho más allá de las geográficas y que son las que ponen “los actores, los escritores, los pintores, los pensadores o los intelectuales, como representantes de un pueblo de espíritu libre”.
“En este momento me debato entre el continuismo o la reinvención. Opto más por lo segundo"
Una difícil encrucijada se abre ahora en el camino que han recorrido juntos Domínguez y Banderas, a raíz de un serio problema de salud. El pasado mes de enero el actor sufrió un infarto, un contratiempo que ha tenido consecuencias, según admitió: “En este momento me debato entre el continuismo o la reinvención. Opto más por lo segundo. La naturaleza es implacable y mi cuerpo me ha aconsejado un cambio de estrategia… ante la evidencia de que el tiempo pasa y que la muerte es poco democrática”. “Vuelvo a España para reencontrarme con José Antonio Domínguez, del que tengo fundadas sospechas de que nunca perdió el sur”, apostilló el actor.
Antonio Banderas, con su pareja, Nicole Kimpel, y el Rey de España, en Alcalá
El rey, por su parte, se mostró feliz, y cómplice, por que “hayáis venido los dos, José Antonio Domínguez también”; y alabó largamente el legado que ya acumula el actor: “Ya formas parte de la historia de unión entre España y Norteamérica; y eres, además, un referente y un modelo de superación personal y profesional”.
A continuación, le entregó a Banderas el trofeo que simboliza el premio: una pequeña campana que reproduce las que jalonan el Camino Real, que a su vez hace referencia a las vías (Camino Real de Tierra Adentro, y Camino Real de California) utilizadas por los españoles para llegar desde México a los territorios del norte que forman parte actualmente de los Estados Unidos.
Precisamente, Antonio Banderas es el primer actor en contar con esta distinción. En sus ediciones anteriores los galardonados fueron el tenor Plácido Domingo (2012), el cardiólogo Valentín Fuster (2013) y el baloncestista y jugador de la NBA Pau Gasol (2015).