ESdiario

El Semanal Digital /M.B.

La acumulación de polémicas encona la convivencia en una comunidad muy dividida

El PP denuncia el uso de un vídeo que les presenta sesteando o pintándose las uñas en supuesto de trabajo para que apliquen las nuevas medidas de la Consejería de Justicia.

Antonio Montiel (Podemos), Ximo Puig (PSOE) y Mónica Oltra (Compromís)

Antonio Montiel (Podemos), Ximo Puig (PSOE) y Mónica Oltra (Compromís)

Creado:

Actualizado:

Valencia se ha convertido en un territorio inhóspito, al menos para quienes no se sienten cerca de Compromís, la marca dominante en una Comunidad técnicamente presidida por el socialista Ximo Puig, aunque todo el mundo mira a Mónica Oltra como auténtico poder desde la vicepresidencia: ni siquiera en el PSOE tiene ascendencia Puis, un susanista conven

Los partidarios del Gobierno son legión, también, y lo ven como un antídoto contra los años duros de corrupción que el nuevo PP ya mira por el espejo trasero, como un fenómeno doloroso y dañino que sin embargo pertenece al pasado, a otra generación política cuyas mochilas no pesan ya en la espalda de Isabel Bonig y su equipo. Pero lo que ha cambiado es el clima entre dos maneras de entender la política que, con sus abismales diferencias, siempre convivieron. Ahora no. La división social es más amplia que nunca y los bloques confrontados tienen los muros más altos.

El origen está en las decisiones más ideológicas de la Generalitat, aquellas con un sesgo alejado del tradicional seny valenciano, menos célebre pero más agudo que el catalán, fácil de resumir en una idea: por encima de las diferencias, primaba un espacio compartido anímico y sentimental que hacia de Levante, tal vez, una de las manifestaciones más claras de esa compleja idea de España.


Isabel Bonig, presidenta del PPCV

La política lingüística, el ataque a la enseñanza concertada y el coqueteo con el secesionismo catalán son los tres pilares de un problema, más allá de aciertos y errores en la gestión pura y dura, que tiene partida en dos a la sociedad valenciana. E indignada a la oposición, donde el PP se muestra cohesionado y Ciudadanos sumido en una crisis fruto de las tensiones de uno de sus puntales, Alexis Marí Malonda, con la dirección nacional.

Es Bonig, pues, la referencia en un pulso que primero ha tenido que librar en su propia casa para hacerse con el timón interno en un ecosistema plagado de barones y deflines; obtener el respaldo o al menos el resto de Génova y ejercer de valenciana por encima de militante popular en asuntos espinosos como las partidas para su tierra contenidas en los Presupuestos Generales del Estado.

La educación y la lengua, banderas de un conflicto queha divido a la sociedad como nunca antes en Valencia

En el caso de la educación concertada, el conflicto ya ha llegado a la calle, con masivas manifestaciones de padres y entidades agrupadas en la Plataforma Libertad de Enseñanza 27.1, indignada por la decisión de la Generalitat de retirar el concierto a una amplia capa poblacional que, a su juicio, afecta a 5 colegios, 6.770 familias, 8.125 alumnos y 124 profesores. Algo que la propia Oltra niega, asegurando que no se cierra aula alguna y que, simplemente, se retira el concierto en los lugares donde la púbica a su juicio ya llega. Algo que, ni de largo, convence a los damnificados.

Y algo similar ocurre con el controvertido decreto de plurilingüismo, que promocionaba el valenciano sobre el español al vincular su enseñanza a la del inglés. Algo que mereció la intervención del propio Gobierno de España, que considera la medida discriminatoria, y que llevó a la Generalitat a modificarlo levemente aunque "sin dar un paso atrás", en palabras del propio Ximo Puig.

La cercanía de Compormís a Podemos y a En Común Podems, su versión catalana, arroja una última incertidumbre sobre algo que siempre fue bandera en Valencia: su autonomía con respecto a los autodenominados Paisos Catalans y su innegociable españolidad. Algo que nadie se atreve a poner en tela de juicio de manera frontal pero que, de algún modo, ya no parece una locura debatir.

Y luego los errores graves

Y además de estos asuntos, de carácter estructural, la gestión en sí también arroja luces y sombras. El último episodio ha sido el más definitorio de ello. El PP tiene en su poder la denuncia de varios funcionarios que aseguran que el pasado 3 de mayo, en el transcurso de una jornada de formación sobre la nueva Oficina de Justicia del Gobierno de Ximo Puig y Mónica Oltra, les atacaron con la emisión de un vídeo que presentaba a los empleados públicos como unos indolentes, adaptando unas escenas de dibujos animados de 'Astérix y Obélix' al supuesto comportamiento perezoso de su propia plantilla.

El vídeo presenta a los funcionarios haciendo el vago y a las funcionarias pintándose las uñas, según el PP

En concreto, según ha explicado a El Semanal Digital la portavoz de Justicia de los populares valencianos, María José Ferrer-San Segundo, se simulaba a los funcionarios "haciendo el vago" y a las funcionarias "pintándose las uñas". El objetivo, al parecer, es que todos vieran cómo funcionaba ahora la Consejería de Justicia y cómo, con la nueva Oficina, tenía que funcionar.

Aunque no en principio no había rastro del ínclito vídeo pese a haberlo reclamado oficialmente, finalmente se retiró del material oficial para el cursillo, aunque sigue siendo visible en distintas plataformas y redes sociales. Ferrer-San Segundo afirma que es "un vídeo machista y denigrante" que ha levantado un profundo malestar entre los empleados de la Consejería.


La polémica coincide con las intensas críticas a la labor de la titular de la cartera, Gabriela Bravo, a quien se le reprocha el colapso informático y el caos en los juzgados de la Comunidad Valenciana. Ferrer San-Segundo señala: "La gestión informática en los Juzgados es un caos. Los procedimientos se bloquean y nada está en su sitio. ¿Se imaginan si esto ocurriera en Sanidad? Por todo esto pedimos la dimisión de la consellera o que Puig la cese porque el president no puede ser una estatua de sal y mirar hacia otro lado como si no ocurriera nada. Es intolerable que Puig esté siempre en tránsito a la expresidencia".

Y con ese paisaje, de fractura y división, en Valencia se quema una Falla a diario, aunque no tenga ni el color ni el sabor de una de las fiestas más internacionales de España y remita más al humo y la chamusquina de los contextos políticos más abigarrados.

tracking