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Manu Mostaza Barrios

Priimarias: reflexiones después de la batalla

Sánchez ganó porque construyó un relato en línea con los tiempos: el del chico del pueblo humillado por las élites. Pero eso, a la vez, le aleja de un perfil transversal en unas Elecciones.

EP

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El holgado triunfo obtenido por Pedro Sánchez en las elecciones primarias para elegir Secretario General del Partido Socialista celebradas este domingo demuestra una vez más que España no es diferente y que, como país, estamos plenamente integrados en nuestro entorno cultural y social.

Su victoria es la del outsider en una mundo cambiante resentido contra la democracia tradicional

Y es que si los relatos políticos se construyen desde las emociones, y si vivimos inmersos en una oleada anti-élites que parece estar llevándose por delante al establishment de los principales partidos políticos en todo el mundo, había varios elementos en el aire para apostar por la victoria, en estas elecciones primarias, del candidato que mejor había construido su relato.

Digo en el aire porque otra lección aprendida de este proceso es que, por mucho que se critiquen las encuestas, sin ellas estamos ciegos ante lo confuso de la realidad: nadie sabía lo que iba a pasar porque no teníamos encuestas que nos guiaran. Los fallos puntuales que pueda cometer en sus estimaciones la demoscopia electoral no la deslegitima como elemento fundamental para entender cómo se mueve la opinión pública.

Aunque es cierto que el espacio público se está reconfigurando como consecuencia de la irrupción de las nuevas tecnologías de la comunicación, ni Twitter es un reflejo de la realidad, ni los likes de Facebook nos permiten conocer cómo se articula una comunidad y qué piensan de verdad sus miembros.

Ante la falta de encuestas entre los afiliados al PSOE, los únicos elementos indiciarios que teníamos para entender lo que podía estar pasando entre las bases socialistas eran por un lado las encuestas generales a los votantes del Partido (un colectivo mucho más amplio que el de los militantes) y por el otro los avales conseguidos por cada candidato.

En relación a las encuestas entre votantes, los resultados fueron claros y consistentes desde el inicio: una gran mayoría de los votantes que aún permanecieron fieles al Partido en las elecciones de junio de 2016 prefería a Pedro Sánchez antes que a Susana Díaz con una ventaja que oscilaba, en los estudios más serios, entre los diez y los veinte puntos.

El rumor subterráneo

Esta distancia era aún mayor entre los que votaron a Podemos (una parte relevante de los cuáles eran antiguos votantes del PSOE y, quizá, incluso militantes aún en activo). Por lo que se refiere a los avales, el magnífico resultado obtenido por Sánchez, que se quedó a unos pocos miles de los que presentó la candidata oficial, era otra pista de por dónde podían ir las primarias.

Hay que tener en cuenta que los avales son públicos y, en cierta medida, comprometen al avalista, ya que su entorno más cercano conoce por quién se decanta en primera instancia. Si con la presión de la organización federal en contra, más de cincuenta mil militantes avalaban públicamente a Sánchez, parecía lógico pensar que podía haber un rumor subterráneo de apoyo al candidato que sólo saldría a la luz el día de las elecciones.

En este sentido, es muy interesante comprobar que Susana Díaz ha obtenido menos votos que avales y que en Andalucía, su feudo político, obtuvo mil votos menos que avales. Todo lo contrario ha ocurrido con Sánchez, que ha acabado logrando veinte mil votos más que avales a la hora de la verdad.

La victoria del candidato outsider puede enmarcarse dentro de la reconfiguración magmática que la crisis económica de 2008 está causando en el mundo político occidental. Una de las consecuencias más clara de esta crisis económica ha sido la ola de indignación y resentimiento contra el mal funcionamiento de la democracia liberal en todo el mundo.

Esta ola se está llevando por delante a muchos actores clásicos del modelo político que hemos conocido y eso es lo que viene pasando con la nueva articulación del sistema político español tras la irrupción de Podemos en la primavera de 2014 y la consolidación de Ciudadanos como una fuerza política de ámbito nacional a finales de ese año.

Desde la Generación del 14

El resentimiento es una emoción política muy poderosa; una emoción moderna, vinculada al relato de la igualdad de derechos y a meritocracia liberal que estalla cuando una parte de la ciudadanía considera que el sistema no está cumpliendo con su parte del trato. En el caso español, el relato que ha articulado nuestro modelo fue definido hace más de un siglo por la Generación del 14: Europa y la democracia eran la solución a nuestro supuesto atraso secular.

Lo que gana con los afiliados puede perderlo con los ciudadanos al perder la transversalidad ideológica

Por primera vez desde los años setenta, ha cuajado en una parte de la ciudadanía la idea de que la democracia y la integración europea ya no son condiciones suficientes para mejorar nuestra calidad de vida. En medio de estos cambios, el relato articulado por Pedro Sánchez como el de un líder de izquierdas (es decir, del pueblo), humillado por un aparato (es decir, las élites) que ha secuestrado a la organización para no dejarle hacer políticas de verdad de izquierdas, ha resultado más creíble que los relatos que han intentado articular sus rivales.

Queda por ver cómo administra ahora el vencedor el capital político obtenido el pasado domingo. La experiencia nos ha demostrado que, desde el punto de vista electoral, tiene más posibilidades aquel candidato que se muestra transversal y es capaz de atraer votantes más allá de su espectro ideológico.

El problema en este caso es que lo que gana en votos por un lado lo pierde en pureza por el otro. Y cuando has llegado tan alto haciendo exhibiciones de pureza ideológica, abrirte a otros espectros puede ser mal entendido por los militantes. Aunque en caso de no hacerlo, uno puede acabar como Benoit Hamon en Francia hace pocos meses. O como parece a día de hoy que acabará Jeremy Corbyn en el Reino Unido dentro de un par de semanas…