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Carlos Dávila

Interior planea remodelar la UCO a fondo aprovechando la marcha de su jefe

El coronel Manuel Sánchez Corbí va a ascender más pronto que tarde tras hacer el curso del generalato de la Guardia Civil, lo que deja al Gobierno las manos libres para los cambios.

El expresidente madrileño, Ignacio González, rodeado de agentes de la UCO.

El expresidente madrileño, Ignacio González, rodeado de agentes de la UCO.

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El enfado es monumental. Tanto en el Gobierno como en su partido la irritación contra la “actual” Unidad Central Operativa (UCO) es de las que hacen época. También en parte de la oposición. Diré por qué. Este enojo no se quiere hacer público porque ningún ministro, menos aún el de Interior, Juan Ignacio Zoido, quiere arriesgarse a que una crítica abierta a esta unidad judicial de élite, pueda ser tomada como un ataque a la Guardia Civil. Por eso están callados; incluso internamente.

Ahora desean que los tiempos se cumplan y la UCO cambie de dirección, o sea, de jefe. El coronel Manuel Sánchez Corbí ya ha hecho, o está culminando, su curso para el generalato y en el momento en que su ascenso se haga efectivo, deberá abandonar la UCO. Eso sucederá más pronto que tarde y esa será la ocasión para remodelar un ente, la Unidad Central Operativa, que en palabras de un responsable gubernamental “se ha convertido en el auténtico cuarto poder del Estado”, un honor que comparte, desde luego, con su homónimo de la Policía, con la UDEF.

Podría decirse que el único partido que se frota las manos con la actual UCO es Podemos

Al menos cuatro resbalones estratosféricos han puesto en evidencia a los más de los 500 agentes que componen la Unidad, agentes mejor pagados que sus compañeros de Cuerpo. Esta, en todo caso, no es una sinecura arbitrista porque lo cierto es que estos especialistas de la UCO tienen, primero, una superior capacitación académica y profesional, y, segundo, trabajan sin horarios, ni pautas convenidas de desplazamientos.

Sin embargo, los resbalones han existido. Citemos cuatro: la desautorización del juez Eloy Velasco a las imputaciones desmedidas que los guardias volcaron sobre la presidenta de la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes; el archivo de uno de los episodios que mantienen en vilo al exvicepresidente del Gobierno Rodrigo Rato, al que la UCO acusaba de cohecho y blanqueo, nada menos; la mención punitiva del que fue ministro de Trabajo con Aznar, Manuel Pimentel, y del marido de la ministra de Defensa, Ignacio López del Hierro; y, desde luego, las continuas filtraciones que están embarrando la corrección de los sumarios de los casos Púnica y Lezo.

Si a eso se añade las constancia de que la UCO sostiene unas relaciones privilegiadas (“cómplices” según denuncian las fuentes de este cronista), con los fiscales de la Audiencia Nacional, fiscales –nadie lo duda- directamente vinculados a partidos de la oposición y muy singularmente a Podemos, es natural que la satisfacción por las recientes actuaciones de la UCO sea muy descriptibles y que tales actuaciones merezcan (es textual) “una rectificación inmediata”.

Pero no es sólo el Gobierno el que está descontento con la “actual” UCO, también lo está Ciudadanos porque se ha subido a la vorágine de imputaciones que ha realizado la Unidad para quedar luego en evidencia con las decisiones judiciales. O sea, que el partido de Rivera no ha encontrado en estos casos un obús para lanzarlo directamente a la carótida de un Gobierno al que, sin ambages, sigue acusando de corrupto.

Podría decirse que el único partido que se frota las manos con esta UCO es Podemos que, sin medida, ataca al PP sin detenerse en constatar que las supuestas imputaciones de la Unidad no son en ningún caso, más que meras apreciaciones policiales, nunca calificaciones judiciales. Al partido de Pablo Iglesias la verdad le trae por un auténtica higa; va al cuerpo a cuerpo, al destrozo del sistema y para ello le vale cualquier argumento, sea o no cierto.

Antes de la proclamación oficial del verano llegará a la Audiencia Nacional el juez sustituto de Velasco. Siete candidatos, una vez que se ha autodescartado Juan Alberto Belloch, quieren arrostrar la pesada herencia del nuevo magistrado de la Sala de Apelaciones de esta institución.

La Presidencia de la Sala la va a ejercer provisionalmente el que es sobre todo, presidente de la propia Audiencia, José Ramón Navarro, miembro de la Asociación Francisco de Vitoria. Ello significa que esta nueva Sala no va a ser precisamente un balneario para albergar los sueldos de los jueces López y Velasco, sino una instancia muy profesional que va a dilucidar casos muy problemáticos, es decir que, por ejemplo y sin ir más lejos, Velasco, ya huido de su Juzgado, puede ser que se vea en la tesitura de pronunciarse sobre casos que él mismo ha instruido. La Justicia española tiene estas cosas.

El sucesor de Velasco tiene ante sí la enorme tarea de considerar si las propuestas de la UCO tienen prestancia judicial o son meras apreciaciones sin demasiada base penal. Por lo pronto, el heredero ya no tendrá que soportar sobre sus jurídicas espaldas la interminable presión de los fiscales de la Audiencia empeñados en abrir una causa general contra todo lo que huela al Partido Popular. Viene un juez nuevo pero con miles de folios que estudiar.

El sumario, según ya podemos adelantar, no encierra demasiadas sorpresas, al menos imputaciones, por llamarlas de esta forma, muy espectaculares. Ya se sabe que, aparte de los nombres y apellidos que se han ido filtrando o que el juez ha considerado como sujetos de investigación, los rumores han llenado durante días las redacciones de todos los medios de información.

El coronel jefe de la UCO, Sánchez Corbí, abandonara en un mes la Unidad para hacer el curso de ascenso a general

Uno de estos rumores apuntaba a la existencia de una cinta que encerraba una comprometida conversación entre el presidente del Gobierno y Nacho González, el que fue presidente de la Comunidad de Madrid y que permanece en una celda que comparte con su hermano. Pues bien: tal cinta no existe.

El cronista recibía esta pasada semana la confidencia de un personaje especialmente enterado de las vicisitudes que se cumplen en la Audiencia Nacional que aseguraba lo siguiente: “Además, que nadie espere grandes acontecimientos, cuando se abra el sumario éste va a decepcionar a los amantes de las emociones fuertes”. A lo peor en este momento, el trabajo de la UCO también ser en puesto en la picota y, claro está, el de su jefe, el coronel Sánchez Corbí cuyo porvenir al frente de la Unidad no tiene, ni mucho menos, una perspectiva de meses.

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