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P.P.Hinojos

La peor cara de una primavera veraniega

Aumento de las plagas, desaparición de las abejas y adelanto de la temporada de incendios son solo algunos de los efectos perniciosos de la ausencia de lluvias y de las altas temperaturas.

Un pantano de la cuenca del Ebro, esta semana

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Entre una primavera con termómetros benignos y escasez de lluvias y el auténtico verano adelantado que estamos padeciendo, con noches tropicales incluidas, va un trecho considerable. Afrontamos, sin duda, una de las primaveras más secas de las últimas décadas, precedida además por un otoño y un invierno del mismo corte. Y aunque la ausencia de inclemencias se agradece para la movilidad y el disfrute del ocio al aire libre, existe una cara mucho más sombría en este verano que arrancó, como quien dice, el pasado mes de abril, y probablemente se extienda hasta octubre, según las previsiones de la Agencia Estatal de Meteorología.

Las sequías se repetían antes cada diez años: ahora hay una aguda cada lustro

Porque la que está siendo la primavera más seca de la historia -solo en abril de 1982 se registraron tan pocas lluvias como este año- no solo reduce nuestras reservas de agua y causa estragos en el campo. El alcance de sus efectos perniciosos es mucho mayor de lo que se piensa, como advierten los científicos y se recogen en informes de conclusiones tan tenebrosas como Consecuencias del cambio climático sobre la disponibilidad de agua en España de Ecologistas en Acción. He aquí un repaso a lo peor de esta primavera veraniega.

Campos que se mueren de sed antes de tiempo

En general, los periodos de sequía en nuestro país se repetían con una periodicidad de un decenio, aproximadamente. Sin embargo, en los últimos años este plazo se ha reducido, y se suceden en intervalos de un lustro o incluso menos. En el campo, además, existen nuevas tipos de episodios secos, como las sequías en primavera. El cambio climático, según los expertos, no hará más que agravar esta situación en los próximos años, por lo que urge una gran labor de planificación y toma de decisiones estructurales por parte de las administraciones, que empiecen por algo tan manido pero tan fundamental como el máximo cuidado y aprovechamiento de nuestros recursos hídricos. Un ejemplo contundente: con el agua que pierde Galicia en un año por fugas en la red de suministro, se abastecería toda Andalucía durante un mes.

La sequía ha provocado que la reducción de agua en el embalse de Portomarín (Lugo) haya dejado al descubierto el antiguo pueblo

Insectos y plantes estresadas

El frío permite mantener a raya las indeseables plagas en los cultivos. Pero si la primavera es cálida, o extremadamente calida, como la presente, los insectos se propagan antes de tiempo y con mayor facilidad, por lo que se convierten en una amenaza tan peligrosa como la falta de agua. Igual de dañino es, por otra parte, es el vaivén de temperaturas, con repuntes extremos, que acaban afectando al crecimiento de las plantas casi tanto como los males del calor. Y de rebote, estas alteraciones acaban afectando también a la producción y a la distribución de los productos en los mercados, y por último a la economía de los agricultures y a los precios que pagan los consumidores.

El fuego se adelanta

Uno de los signos más terribles de las primaveras secas, es el adelanto de la 'temporada' de incendios. Así, además de por la media de precipitaciones, los años de sequía también se puede identificar y evaluar por la incidencia de los incendios forestales en el primer tercio del año. Tomando como ejemplo la provincia de Soria, la media de los cuatro primeros meses del año durante la última década es de 30 intervenciones. Hasta el 28 de abril de este año iban ya 84, casi el triple. La situación, eso sí, no es la peor de la década en este rincón castellano. En 2008 se tocó fondo, con 112 incendios entre enero y abril, casi con un incendio al día.

La media de incendios en el primer tercio del año es también un indicador del alcance de la sequía

Adiós a las abejas

Un insecto clave en la polinización y en la regeneración de nuestros campos como la abeja es especialmente sensible a la sequía. Así lo vienen advirtiendo desde hace años los especialistas y, cómo no, los integrantes del gremio apícola. Sin ir más lejos, el sector profesional de la apicultura extremeña ha reclamado a su gobierno regional un centro de crías de abejas reina que permita minimizar los efectos negativos de los años secos, como el actual, que dificultan la recuperación de la cabaña de abejas. En concreto, alertan de que la ausencia de lluvias en los primeros meses del año dificulta la repoblación de las colmenas, cuyo índice de mortandad se situó en invierno en un 25 por ciento del censo. Estos "efectos negativos" de la escasez de precipitaciones se verían mitigados con un centro autonómico donde las abejas reinas fecundadas pudieran colocar sus huevos justo cuando se realiza el enjambre.

Explosión de alergias

Los afectados por las alergias han visto cómo sus síntomas se ha ido adelantado gradualmente a la primavera debido, en parte, por el aumento de las partículas diésel que emiten los motores de coches y autobuses, de acuerdo con los expertos. Dichas partículas multiplican por 27 la capacidad de los pólenes de producir alergias. Sequías como las que sufrimos alteran, por otra parte, la floración de muchas especies vegetales y de la polinización de los árboles y plantas.

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