Ronaldo, la tortuga y Messi
Cada día seleccionamos una imagen para explicar algún ángulo de la vida con una mirada distinta: a veces tierna, otras cruel, otras divertida y otras desesperanzada. Hoy, Cristiano Ronaldo.
Ronaldo tiene alma de Salieri, con ese Mozart llamado Messi que siempre parece estar una cabeza por encima de las dos cabezas que en realidad le saca el portugués.
Ronaldo será siempre Aquiles persiguiendo a la tortuga Messi, inalcanzable y por ello tentadora
La duodécima Copa de Europa del Real Madrid es un acto multitudinario que Cristiano vive en soledad, esa novia fiel de los mitos, esa novia silenciosa que no da afecto ni sexo pero nunca se marcha.
El jugador blanco necesita mimos a todas horas, como un bebé abrazado por una historia que siempre le susurra al oído lo que el espejo de Blancanieves a la Madrastra: hay otro más guapo.
En las fotos, micrófono en mano, se abre un hueco entre otras leyendas, cientos de miles de gargantas y unos cuantos millones de almas, para chillarle al vacío existencial que él lo ha llenado de goles y de títulos, de memorables gestas, y que eso merece una respuesta que nunca recibirá.
Lo que a Ronaldo le convierte en insaciable y único es la certeza de que, por mucho que corra, será Aquiles persiguiendo a la tortuga, el héroe apolíneo incapaz de alcanzar al quelonio rechoncho.
Y en esa búsqueda del infinito, quizá se encuentre la explicación de por qué Cristiano es el mejor entre los que nunca se sentirán el mejor aunque tal vez lo sea, y el único capaz de derrotarlos a todos ellos sin sentirse completo.