Más calor que nunca
Todo indica que el verano de 2017 será histórico por sus altas temperaturas. Un indicio más del cambio climático que ya provoca consecuencias hasta en la Antártida.
Aunque al mismísimo Donald Trump no parece preocuparle el cambio temático especialmente, todas las previsiones científicas atestiguan su existencia. Y aunque no hay que confundir el tiempo con el clima, lo cierto es que el incremento estacional de las temperaturas es unpoderoso indicio de ese fenómeno que este verano vamos a padecer con toda su intensidad.
El verano de 2016 fue el tercero más cálido en 51 años. Y éste lo superará
Y es que las temperaturas podrían superar los valores habituales en España este estío, según la predicción estacional de la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET) para los meses de junio, julio y agosto, que toma como periodo de referencia las temperaturas registradas en el país durante los años comprendidos entre 1981 y 2010.
En concreto, la AEMET pronostica que durante este trimestre existe un 50% de probabilidades de que las temperaturas superen los valores habituales en la Península y Baleares, que se situará en un 45% en el caso de Canarias.
En el caso de las precipitaciones, no se prevén diferencias significativas ya que los escenarios húmedo, normal y seco se reparten, cada uno de ellos, un 33% de probabilidades.
Racha de calor
El año pasado, la AEMET pronosticó que el verano de 2016 registraría temperaturas superiores a las normales, excepto en el noroeste peninsular, mientras que las precipitaciones serían inferiores a lo habitual en todo el país para esta época del año.
Finalmente, el verano fue el tercero más cálido en España desde hace 51 años (sólo superado por el de 2003 y 2015), con una temperatura media de 24,2 grados centígrados, es decir, 1,2 grados por encima de la media del trimestre junio-agosto.
En cuanto a las precipitaciones, fue un verano "muy seco" en su conjunto, con un 51 por ciento menos de lluvias de lo normal respecto al periodo de referencia 1981-2010, con 36 litros por metro cuadrado, por lo que fue el verano más seco de este siglo y el más seco después de 1994.
En su conjunto, 2016 fue el sexto más cálido desde que existen registros en España, según la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET).
Efectos sorprendentes en la Antártida
Y al respecto de las consecuencias del calentamiento, hay pocas dudas y cada día casi irrumpe un ejemplo que lo confirma. El último es especialmente sorprendente y es además un hallazgo científico español.
Especies vegetales como la Poa annua, que se utiliza mucho como pasto para campos de golf o de fútbol, podrían invadir la Antártida, un continente cada vez más vulnerable como consecuencia del cambio climático, según revela un estudio realizado por investigadores del Museo Nacional de Ciencias naturales (MNCN-CSIC) y la Universidad Rey Juan Carlos, en colaboración con la Australian Antarctic Division.
Los estudiosos han realizado un modelo de la distribución geográfica de dos especies de gramíneas, Poa pratensis y Poa annua, y han descubierto que su plasticidad es mayor de lo que cabía esperar de forma que ambas especies han llegado hasta la Antártida, un área del Planeta que se encuentra fuera de su rango climático conocido.
"Podemos esperar que las especies de amplio rango de tolerancia climática y una larga historia de coexistencia con el ser humano sean capaces de seguirle donde este vaya", señala el investigador de la Universidad Rey Juan Carlos, Miguel Ángel Olalla-Tarraga.
Hasta la Antártida sufre el cambio climático con la posible expansión de especies vegetales impropias
La expansión hacia la Antártida puede deberse, según precisan, a que estas especies podrían haberse ido adaptando a nuevas condiciones o a que este potencial ya era inherente a ellas, pero no se podía dilucidar a partir del rango conocido antes de dichas invasiones.
"Las poblaciones antárticas de estos pastos europeos están expuestas a condiciones ambientales distintas a las del resto del mundo, y aun así son capaces de soportarlas", explica el investigador del MNCN, Pedro Aragón.
Además, los autores del estudio señalan que debido al cambio climático, el ecosistema antártico puede ser cada vez más vulnerable a nuevas invasiones que lo transformen, alternando los delicados equilibrios fruto de millones de años de aislamiento.
El investigador del MNCN y líder del trabajo, Luis R. Pertierra, precisa que "identificar los lugares más favorables para el establecimiento de especies no nativas, permite establecer controles en estos puntos de entrada y así actuar de manera preventiva y minimizar las alteraciones de los ecosistemas antárticos".
En la Antártida hay dos plantas vasculares nativas, el pasto y el clavel antárticos y está dominada por líquenes y musgos debido a sus duras condiciones ambientales y aislamiento geográfico. La Poa pratensis fue erradicada en el marco del proyecto de investigación Alienant tras más de 60 años de permanencia en la zona helada. Pero cada vez menos.