El Popular y la prensa: historia de una caída con empujón
La estampida de ahorradores fue la clave del hundimiento del Popular. ¿Pero fue inevitable o inducida desde los medios de comunicación? Cuesta da las claves del ruidoso episodio.
Que el Banco Popular tenía un problema muy grave de solvencia no era ningún misterio desde hacía meses. Que su situación era muy delicada, con 37.000 millones en activos inmobiliarios problemáticos, lo sabía todo el que lo quería saber y se había leído la información oficial. Y que tendría complicado salir a flote, también.
Pero eso es una cosa. Y otra muy distinta, que no hayan influido en su muerte en las actuales circunstancias determinadas informaciones en prensa falsas o interesadamente no contrastadas.
El acoso y derribo sufrido de determinados medios ha provocado una estampida de los depositantes
En tan sólo los últimos diez días previos a su muerte, el Popular había perdido más del 50% de su valor en Bolsa. Y en las últimas semanas, había sufrido una fuga de depósitos de 18.000 millones de euros, factores clave en la decisión europea de intervención y venta de la entidad al Santander por un euro. Es decir: con pérdida total del valor de las participaciones para los accionistas de la entidad.
¿Un problema inducido?
¿Había cambiado mucho la salud del Banco Popular en cuanto a su solvencia y composición de activos sanos o problemáticos en el último mes? ¿Había modificado su estrategia comercial o había entrado en algún negocio ruinoso en ese plazo? Porque si la respuesta es negativa -que lo es- tendremos que admitir que las informaciones aparecidas en el último mes han dibujado un panorama que ha acabado convirtiendo un problema de solvencia en uno doble: de solvencia y liquidez, que ha sido la causa argumentada oficialmente por las instancias europeas para decidir su muerte y traspaso.
"El significativo deterioro de la situación de liquidez del banco en los últimos días llevó a determinar que, en un futuro próximo, la entidad no podría hacer frente a sus deudas o a otros pasivos a su vencimiento", ha señalado literalmente el BCE este miércoles como causa principal de su intervención y venta.
Saracho, último presidente del BP, junto a Ángel Ron y Pedro Larena
Y no le falta razón. Porque mientras Popular utilizaba las últimas semanas en negociar una compra urgente para sanear su balance, la salida de depósitos no dejaba de crecer: y lo hacía al ritmo de determinadas informaciones en prensa que anunciaban la existencia de supuestos informes que declaraban a la entidad ya en quiebra un mes antes de que el BCE plasmara en ese párrafo que ha sido decisiva, no sólo su solvencia para determinar la intervención, sino también, y especialmente, el vaciado de depósitos por parte de los clientes.
Nunca sabremos como habría sido el dibujo de la caída o venta de la entidad con algo de valor para los accionistas en caso de haberse dado otras circunstancias. Nunca sabremos si Popular habría podido contar con más margen -en caso de no tener ese vaciado de fondos- para seguir aplicando medidas como las adoptadas recientemente, entre las que se encuentra la venta de inmuebles por valor de 459 millones de euros, o la venta de otros 402 millones en crédito inmobiliario.
No ha faltado en esta historia quien ha atizado el fuego para acelerar su caída
Es posible hasta que no hubiese cambiado más que la fecha de su caída. Pero eso no justifica el evidente acoso y derribo sufrido en el último mes por parte de determinados medios que no han dudado en provocar una estampida de los depositantes.
Porque sólo hace un mes -el pasado 5 de mayo-, el banco celebró en su presentación de resultados que “existe un claro cambio de tendencia respecto al trimestre anterior, fruto de la nueva gestión más especializada, con un descenso de los activos improductivos de 569 millones”.
Huída masiva
Y aunque en aquel momento los analistas elevaban las necesidades de capital para sanear el banco a cerca de 4.200 millones de euros (más del 130% del valor en aquel instante de la entidad banco en bolsa), también señalaban posibles soluciones parciales -como la venta de su negocio en Estados Unidos y de su división de tarjetas de crédito Wizink, con lo que se estimaba que podría haber obtenido entre 1.300 y 1.400 millones de euros- y, sobre todo, se barajaba un posible pago por las acciones en una hipotética compra de entre 0,8 y 1 euro por acción: es decir, que se valoraba al Popular entre 3.350 y 4.200 millones de euros, en caso de una venta. Una cifra un tanto distinta del euro pagado por su compra esta misma semana.
¿Tanto había cambiado el estado real del banco y sus activos en un mes? ¿O, más bien, como ha dicho, el BCE, ha sido la salida masiva de depósitos lo que ha precipitado su caída en las actuales circunstancias?
Nunca podremos saber si el futuro del Popular habría cambiado mucho o poco sin tanto amigo de su desastre. Pero sí, desde luego, que no faltó quien atizó el fuego para acelerar su caída.