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Javier Rodríguez

La última 'trampa' de Pedro

Pedro Sánchez apeló a un padre de la Constitución para defender su idea de España como "nación de naciones". Pero Peces Barba jamás lo defendió y arrambló contra el Estatut y Zapatero.

Gregorio Peces Barba, poco antes de fallecer en julio de 2012

Gregorio Peces Barba, poco antes de fallecer en julio de 2012

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Gregorio Peces Barba, uno de los padres de la Constitución, nunca defendió una idea de España como "nación de naciones". Y, sin embargo, ése es el mensaje que constantemente lanza en público Pedro Sánchez para intentar justificar una improvisación que pocos entienden y que, a él mismo, le cuesta explicar al detalle.

Peces Barba no sólo defendió siempre la existencia de una única nación, sino que se enfrentó a Zapatero por el Estatut

En su discurso de clausura del 39 Congreso del PSOE, el ya secretario general insistió en ese mismo recordatorio para, a partir de la mención a una figura de autoridad, intentar ubicar en la propia trayectoria de su partido una propuesta que, sin embargo, jamás ha formado parte de la tradición socialista y que es entendida ahora como un mero guiño a los nacionalistas.

¿Plurinacionalidad?

En realidad, Peces Barba se limitó siempre a esgrimir el reconocimiento a la idiosincrasia cultural de Cataluña o el País Vasco como una de las virtudes de la Constitución, y no como una razón para reformarla, tal y como pretende Sánchez sin ninguna concreción más allá de apelaciones al federalismo o la "plurinacionalidad".

Con la Constitución

Aún más, cuando el reconocimiento a las "nacionalidades culturales" que ya aparece en la Carta Magna ha querido ser interpretado como un primer paso hacia la independencia o la cosoberanía y no como un antídoto contra acusaciones de centralismo, el que fuera también rector de la Universidad Carlos III sacó de dudas a todos, en reiteradas ocasiones, a excepción al parecer de Pedro Sánchez.

El ya fallecido jurista, presidente del Congreso de los Diputados en los años 90, fue de hecho especialmente crítico con el Gobierno de Zapatero por aquella recordada intervención pública en la que se comprometió a aprobar en Madrid "el Estatut que venga de Cataluña".


Una nación soberana

En octubre de 2011, poco antes de morir, Peces Barba resumió su pensamiento al respecto en una conferencia en unas jornadas políticas en Badajoz, donde se posicionó sin ambages: “En España no hay más que una nación soberana, que es España, que es además el poder constituyente”.

Y aún antes, en junio de 2010, escribió en El País un demoledor artículo en el que cargaba no sólo contra el Estatut aprobado por el Parlament de Catalunya, sino también contra el plácet político que le dio un Gobierno de su propio partido, el PSOE, con el que llegó a colaborar como Alto Comisionado de las Víctimas del Terrorismo.

Por su interés, reproducimos íntegro el texto escrito el 30 de junio de 2010 por el catedrático de Filosofía del Derecho y autor de la Carta Magna vigente:


El Estatuto catalán y el respeto

Por Gregorio Peces-Barba

Aunque todavía no podemos hacer una valoración jurídica profunda de la sentencia del Tribunal Constitucional sobre la reforma del Estatuto Catalán, sí podemos contribuir a la sensatez y al sosiego con estas líneas de urgencia. El proceso es el resultado de una acumulación de despropósitos y de errores con responsables plurales, desde el Gobierno catalán y los partidos políticos catalanes, pasando por el secretario general del PSOE, señor Rodríguez Zapatero, cuando sostuvo con imprudente firmeza que lo que se aprobase en Cataluña, se aprobaría en Madrid, y siguiendo en todos los demás trámites por la totalidad de intervinientes políticos y parlamentarios.

La irresponsable actitud del Sr. Zapatero, dando vía libre a los exceso, no pudo ser contrarrestada por el celo de Alfonso Guerra

El último de esos despropósitos lo crean y desarrollan las autoridades y los medios de comunicación catalanes, cuando afirman, con notable exceso y desconocimiento doloso que el tribunal no está legitimado para resolver el asunto.

No tuvieron los políticos catalanes del tripartido y de la oposición la suficiente mesura para saber los límites constitucionales, y para autocontrolarse, dejando que el tema llegase a extremos que cualquiera puede entender que superan con exceso los textos de la Carta Magna de 1978.

Imprudentes e irresponsables

Ponían así de relieve una falta de respeto, de afecto y de lealtad a la norma suprema y una utilización oportunista de sus competencias. La culpa in vigilando del Congreso de los Diputados y la irresponsable actitud del Sr. Zapatero, dando vía libre a los exceso, no pudo ser contrarrestada por el celo de Alfonso Guerra y por la Comisión Constitucional que presidía.

Así llegó todo el problema al Tribunal Constitucional, como consecuencia de la irresponsabilidad de los restantes autores y así se convirtió en chivo expiatorio para desviar la atención sobre las culpas políticas que produjeron los males jurídicos que el Tribunal Constitucional ha zanjado con su sentencia.

Ya llegará el momento de valorar con respeto y sentido crítico sus contenidos. Ahora solo hay que felicitarse y agradecer a sus magistrados su sentido de la responsabilidad, con respeto, como últimos responsables que son de la constitucionalidad de las leyes.

Artículo publicado en El País el 30 de junio de 2010

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