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Sí, España está en peligro

El pacto entre trileros que se detestan e intentarán matarse puede acabar, sin embargo, en un Gobierno de populistas y secesionistas. No será ahora, pero puede ser en cualquier momento.

Sánchez e Iglesias, en el Congreso de los Diputados

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Allí estaban, como dos malos jugadores de póquer que llevan las cartas visibles en la cara, Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, la pareja que más y peor viene marcando y marcará la política española desde hace un tiempo hasta no se sabe cuánto.

Sánchez no puede ganar nunca unas elecciones ni pactar ya con C´s. Sólo le quedan populistas y nacionalistas

El Sánchez que construyó su tercera resurrección prometiendo a la militancia que él sí echaría a Rajoy, no como las nenazas conservadoras de la Gestora, desechando por segunda vez en quince días dar el primer paso para cumplir su soflama: ni hace unos días apoyó la moción de censura contra el PP ni, ahora, ha hecho otra cosa que enfriar las veleidades de su colega de partida, expresadas con esa rotundidad de quien sabe que no le van a hacer ni puñetero caso y puede permitirse por ello el viejo ágárrame que lo mato' consciente de que no van a dejarle pelear.

Jonás y la ballena

Y estaba también Iglesias, el hombre que ni quiso facilitar el cambio cuando pudo apoyando el pacto entre el PSOE y Ciudadanos -imposible de cuadrar rojo, naranja y morado, pero en todo caso válido para desalojar al "partido más corrupto de Europa"- ni quiere otra cosa de Sánchez que no sea zampárselo como la ballena a Jonás, aunque luego fuera para vomitarlo en una playa postelectoral.

Se trata de dos trileros, en fin, que no han dejado de hacerse la cama ni de encamarse, según el día, y que tienen por principal objetivo devorarse el uno al otro para, sea cual sea el tamaño de la manada de la izquierda tras tanto viaje lisérgico, ponerse al frente de ella. Y se da la paradoja, sin embargo, de que esa imagen de socios desleales y profundamente enfrentados por el reparto del mismo pastel tiene muchas opciones de acabar gobernando España.

No será ahora ni será a través de una moción de censura inviable al corto plazo; pero será o se intentará que sea mediante ese mecanismo traumático ensayado ya por Iglesias y Montero en el Congreso o por Espinar y López Huerta en la Asamblea de Madrid o, en su defecto, tras las próximas Elecciones Generales.

El 'Cuando Pedri encontró a Pabli' es una boda forzada de dos novios que se quieren matar y tienen los peores padrinos

Una izquierda rancia customizada

Aunque el espectáculo melodramático e hipócrita que Sánchez e Iglesias, hijos del mismo dios de la adolescencia llamado Zapatero que tanto hizo por infantilizar el país a golpe de eslogan y de maniqueísmo, tiene por primer objetivo el control interno de sus partidos y por segundo colocarse al frente de una supuesta izquierda moderna que apenas es su versión más rancia customizada; la resultante final de todo ello será un Gobierno entre fuerzas menores y enfrentadas entre ellas que, mientras se pegan para ver quién ulula más en el corral, incorporan a la jauría a lo peor del arco parlamentario para juntar el número de diputados suficiente con que alcanzar 'el cambio'.

Pedri y Pabli

Porque la primera cita de este 'Cuando Pedri encontró a Pabli' que recuerda al despliegue de melaza artificial de aquella película de Meg Ryan y Billy Cristal de 1989 es, sobre todo, la prueba final -por si hacía falta- de en qué va a consistir la política en España en los próximos meses, con las Generales como ring final de un combate cochambroso: o aquí sacan el PP y Ciudadanos un diputado más que el resto; o en La Moncloa asentarán sus posaderas los vaqueros del más lejano oeste catalán, vasco o valenciano para, desde allí, cargarse el fuerte nacional y poner al frente a un Pancho Villa intervenido por sus compañeros de correrías.

Es decir, Sánchez e Iglesias se han limitado a recuperar el plan que ya intentó el primero tras sus segundo batacazo en las Generales y que provocó su dimisión, tan torpemente explicada por la amedrentada Gestora como para que prosperara el relato falaz de un supuesto héroe contra la derecha y no el de un traidor a su partido que intentaba conseguir en los despachos de Podemos, ERC, Convergencia y hasta Bildu lo que no le habían dado los ciudadanos en las urnas.


"Todo se resume en una pregunta: ¿Renunciará Sánchez a gobernar con Podemos y los independentistas, algún día, si es la única manera que tiene de hacerlo? Por supuesto que no"


Si el viejo recurso a la navaja de Ockham indica que casi siempre la respuesta más sencilla suele ser más cierta, la vigencia del aforismo queda aquí patente en una sencilla pregunta que cualquiera, con un mínimo de decencia intelectual, contestará con una negación: ¿Renunciaría Sánchez a gobernar España si sólo pudiera hacerlo con el apoyo de Podemos y de al menos tres de los cuatro partidos que no creen en el país que paradójicamente le permitirían gobernar a cambio de su alma como Fausto con Mefistófeles? Por supuesto que no.

El minipsoe plurinacional

Como es evidente que el secretario general de este minipsoe aceptaría esa opción de Gobierno y además pretendería vender la moto de que no es lo que parece, improvisando algún otro nombre para el mismo bochorno como si el olor fuera distinto por echar colonia plurinacional barata sobre el sudor secesionista; la única ventaja del espectáculo es que aclara a todo el mundo en España qué se decide en las próximas Generales, sean cuando sean.

la deriva sanchista aclara las cosas: o PP y C´s tienen un diputado más siempre, o gobernará lo peor del arco parlamentario

La certeza de que Harry Pedri se ha encontrado a Sally Pabli para casarse de conveniencia tras intentar primero matarse y de que los padrinos de la boda forzosa no harán regalos pero sí los pedirán en forma de disgregación y ruptura de esta España maltratada por zopencos incapaces de ver en ella, pese a todo, los mejores 40 años de prosperidad de su historia; debiera ser suficiente para que cualquiera en su sano juicio, dentro del PP y de Ciudadanos, pero sobre todo ahí fuera en la calle, se decantara por la única opción alternativa que va a garantizar que esto no se venga abajo.

Sí, con ERC

Dado que la inconsciente deriva sanchista hacia el compadreo con el populismo leninista y el nacionalismo xenófobo le condena al PSOE a ser un partido menor, incapaz de alcanzar el Gobierno con más diputados de los que sumen todos los que le presten la presidencia, le aleja de un pacto con Albert Rivera, sólo quedan pues dos alternativas: PP y C´s -si se dejan de dar sopapos por una porción del mismo espacio electoral y son capaces de mirar más lejos- o miniPSOE, Podemos, ERC, Bildu, CiU y compañía.

Un poco de patriotismo

No hay más. Y puestas las cosas en esos términos, no hay que ser muy lince para elegir la primera, por razones patrióticas -sí, esa palabra tan estigmatizada y sin embargo necesaria- más que ideológicas, por ese tipo de motivos que llevaron en Francia a Manuel Valls a votar por Macron para frenar a Le Pen sin irnos demasiado lejos: por muchas patadas que le den a muchos el inefable Rajoy o el insolente Rivera, por mucho que moleste la repugnante corrupción (magnificada no obstante para evitar el recurso a un adelanto electoral en un escenario tranquilo que convertiría a Pedro en Pedrito y a Pablo en Pablito); con ninguno de los dos y tampoco con la suma de ambos peligraría nada de lo que ha procurado a España un largo bienestar y su correcta inclusión en la parte más noble de la comunidad internacional.

La otra posibilidad, y perdonen la caricatura pero no hay mejor manera a veces de mostrar la realidad que desde la distorsión, auparía a una mezcla de kale borroka, bolivarismo casposo, socialismo de parvulario y golpismo independentista a los altares de una posespaña balcanizada, empobrecida y de nuevo surcada por profundas trincheras.

El escorpión

Si les suena exagerado, sólo tienen qué pensar cómo están las cosas en los países que excitan a Iglesias o Garzón o hasta dónde las llevarían con un gobierno sumiso los Puigdemont, Otegi y compañía. Por generosa que sea la rana al ofrecerse al escorpión a cruzarle el río, siempre recibirá su dosis de aguijón. Es su naturaleza.