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Los diputados de la antigua Convergencia en Madrid se revuelven contra sus jefes

El grupo parlamentario encabezado por Carles Campuzano en el Congreso quiere volar solo por lo que pueda pasar con el 1 de octubre en Cataluña. Las circunstancias casi obligan a ello.

Carles Campuzano durante una comparecencia en el Congreso.

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Nada es lo que parece. El repetido asunto del referéndum comienza a cansar hasta a los propios diputados de la antigua Convergencia en el Congreso, quienes ya confiesan que en el próximo periodo de sesiones quieren "hacer política, pactar los proyectos de ley y buscar entendimientos con todas las fuerzas políticas, incluido el Gobierno".

De hecho, desde la dirección del grupo parlamentario del PDeCAT confiesan que "hay más vida además del monotema del referéndum, y estaríamos dispuestos a reconsiderar nuestro voto en el techo de gasto y en los Presupuestos generales de 2018" que ya está elaborando el Gobierno.

El grupo parlamentario, encabezado por Carles Campuzano desde la salida obligada por la condena de Francesc Homs, quiere volar solo. Las circunstancias casi obligan a ello. Saben que todo seguirá igual tras el 1 de octubre. Reconocen que no habrá referéndum, o que si lo hay será un sucedáneo del sucedáneo del 9N.

Y sobe todo se ven libres de mandatos imperativos por la sencilla razón de que el partido vive desordenado en Cataluña, con un Puigdemont que no se presentará a las elecciones, sin candidato, sin líder en Barcelona, y con la posibilidad real no solo de perder la Generalitat, sino de quedar incluso relegados a ser la cuarta fuerza política en Cataluña.

Lo único que permanecerá mas o menos estable tras el 1 de octubre, y tras las siguientes elecciones, será el grupo parlamentario en Madrid.

Conscientes de ello, y conscientes de que sus adversarios históricos de ERC les dejaran abandonados a su suerte, tanto en Cataluña como en el Congreso la estrategia del PDeCAT pasa por un acercamiento a postulados más moderados, más liberales. Apoyando medidas y políticas de centro derecha nacionalista que históricamente habían apoyado.

El precedente de la estiba

Que el grupo parlamentario del PDeCAT pueda apoyar o abstenerse en la nueva etapa post referéndum-fallido, determinados proyectos o leyes como la del techo gasto o los Presupuestos será un salto cualitativo, pero no la primera vez en la legislatura. El hielo lo lograron romper con el decreto de la estiba. El pasado mes de mayo el diputado catalán Ferran Bel explicaba que era "necesario entrar en las negociaciones para evitar conflictos". Y que su interés principal en la negociación era cumplir la sentencia europea de la estiba, para dejar claro el "espíritu europeísta de su partido".

En aquella negociación, el PDeCAT pidió primero que los estibadores pudieran trabajar con vehículos nuevos, suprimiendo el artículo 155 de la Ley de Puertos y evitar un ajuste del 20% en las plantillas de Barcelona y Tarragona.

De eso se trata ahora. De buscar argumentos. De tener capacidad de influir en la política nacional, como hace por ejemplo el PNV. De sacar provecho de los 8 diputados que pueden ser muy importantes en un escenario sin "monotema". Un escenario post referéndum fracasado. En definitiva de hacer política, sin olvidar sus reivindicaciones soberanistas, pero dejando de ser irrelevantes como lo son ahora.

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