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Un circo innecesario

Para conocer las explicaciones de Rajoy no era necesario olvidar que es el presidente del Gobierno. Tan horrible es la impunidad como el linchamiento. Y un paseíllo es precisamente eso.

Rajoy, en plena declaración en el tribunal

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Que todos los españoles sean iguales ante la Justicia no significa también que tengamos que demostrarlo de la misma manera. Lo que nos debe equiparar a todos es el fondo, pero la forma ha de adaptarse a las circunstancias particulares de algunos de esos españoles.

Tan cierto es que Rajoy debe colaborar con la Justicia como cualquier otro ciudadano como que esa máxima debe reconocer la condición que tiene, única, como presidente del Gobierno: nada de lo que ha dicho ante el tribunal que enjucia la deleznable trama Gürtel se lo hubiera podido evitar de haber comparecido a través de videoconferencia, como tantos otros dirigentes políticos y personalidades relevantes, y sin embargo se hubiera ahorrado el show montado a su alrededor.

Para hacerle cumplir con sus obligaciones al presidente del Gobierno no era necesario olvidar que es el presidente del Gobierno, y en ese sentido su testificación presencial parecía más destinada a alimentar el circo en que a menudo se ha transformado la política española que en buscar su colaboración par areconstruir la verdad en un asunto ciertamente fétido al que Rajoy acudía, exclusivamente, como testigo.

Pretender que en España sólo hay Justicia si se somete hasta al presidente del país al paseíllo o la pena de Telediario es una funesta especie que, sin embargo, goza de éxito. Ante eso, los jueces deberían ser los primeros obstáculos y no los máximos benefactores del espectáculo, pues igual de cierto es que les compete tanto la búsqueda de la verdad cuanto las garantías de quienes participan, en cualquier papel, en ese proceso. Sobre todo si quien lo hace sólo es un testigo y, además, es el presidente del Gobierno.

Es necesario despolitizar y desmediatizar la Justicia. Un tribunal no es un plató de televisión. Ni tampoco un parlamento.

Ni impunidad ni linchamiento

Si además en el interrogatorio participan abogados en nombre de partidos políticos rivales, caso del PSOE, todavía es más urgente una reflexión de los estamentos judiciales sobre sus decisiones: la Justicia es el término medio entre la impunidad y el linchamiento, y con paseíllos como el procurado a Rajoy crece la sensación de que, a menudo, no se resiste a incentivar los peores vicios del populismo, tan alejado de un acción judicial que, en pureza, no puede admitir presiones de los malos, pero tampoco de quienes se creen siempre los buenos.

El remate de las intervenciones de los líderes de la oposición insistiendo en la necesidad de desalojar a Rajoy de La Moncloa, en contra del designio de los electores y a pesar de que su presencia en la Audiencia fue en calidad de testigo, ahonda en la pernetoria necesidad de despolitizar y desmediatizar el ejercicio de un pilar básico del Estado de Derecho. Un tribunal no es un plató de televisión. Ni tampoco un parlamento.

Una justicia tranquila

Y quien defienda que la única manera de hacer justicia es así, y a ser posible más rápido y con mayor ruido, sólo cabe decirle que la peor de las justicias es aquella que no obecede a los procedimientos y se amolda a los intereses o las emociones. Sean cuales sean.

Que haya sido muy interesante escuchar a Rajoy sus explicaciones sobre casos que a todos indignan y llaman la atención no es razón suficiente para defender el formato elegido y, mucho menos, para dejar de advertir sobre una inquietante deriva populista en las decisiones judiciales: si esta sospecha es infundada, nada mejor para demostrarlo con hechos. Aunque estropee el guión a quienes no buscan justicia desde la justicia, sino ventaja política desde los tribunales. Para eso están las urnas.