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Cuando España pudo ser Normandía

El soldado español que abrió brecha en las alambradas de 'Omaha Beach' o la 'alternativa' del ataque aliado por las playas del Cantábrico son algunas de las historias españolas del 'Día D'.

Cuando España pudo ser Normandía

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Más meses, e incluso años, de combates y batallas; la destrucción de la totalidad de las ciudades del norte de Francia, Bélgica, Holanda, Alemania o Policía, y al menos un millón de judíos ya recluidos para ser enviados a las cámaras de gas. Esos fueron los grandes desastres de la guerra que, según los historiadores, contribuyó a evitar el desembarco de las tropas aliadas en las playas de Normandía tal día como un reciente 6 de junio de hace 73 años.

La ‘operación Overlord’ dio lugar al desembarco militar más grande de la historia y a la batalla más decisiva de la Segunda Guerra Mundial, pues menos de un año después acabó con la total liberación de Europa Occidental y el final de Hitler.

Claro que aquel colosal desembarco en los primeros días de junio de 1944 tuvo una cara cruenta y sombría: cerca de 250.000 bajas en las filas alemanas, 200.000 en los aliados y 70.000 civiles muertos. Un brutal sacrificio el del conocido como 'Día D' que constituye ya uno de los momentos cruciales de la historia y en el que España, pese a declararse no beligerante, también tuvo cierta participación.

Otra “operación en reserva”

Es evidente que una acción militar de la envergadura del desembarco en las costas francesas, que culminó a finales de agosto de 1944 con la llegada al continente de 3 millones de soldados, no se fraguó en unos días. Los preparativos duraron meses y estuvieron precedidos y acompañados de una labor titánica de los servicios de inteligencia. A explorar una parte de esos preparativos se consagra Una alternativa al desembarco de Normandía en España (ediciones del Lobo Sapiens), un libro en la que participan varios investigadores coordinados por Maximino Rey.

Minutos iniciales de la película 'Salvar al soldado Ryan' (1998), de Steven Spielberg, donde se muestra con toda crudeza como se produjo el desembarco aliado en la playa normanda conocida en clave como 'Omaha Beach'

A través de la recopilación de documentación desclasificada y bien explicada, en el libro se muestra la trama que la Embajada británica organizó para tener una alternativa a Normandía, que de paso pudiera despistar al espionaje nazi. Y uno de los enclaves que se barajaron fueron nuestras costas cantábricas, una opción que podría haber tenido unas consecuencias geopolíticas difíciles de calibrar aun hoy en día.

Sea como fuere, la siguiente reflexión de Winston Churchill ante la cúpula militar británica, en el mes de julio de 1943, revela la necesidad de contar con varios ‘planes B’: “No creo que las 27 divisiones angloamericanas sean suficientes para Overlord, en vista de la extraordinaria eficacia en combate del Ejército alemán, y las fuerzas mucho mayores que fácilmente podrían poner contra nuestras tropas, aunque los desembarcos se llevaran a cabo con éxito. Está bien por muchas razones efectuar todos los preparativos con la mayor sinceridad y vigor, pero si más adelante todos los interesados comprenden que la operación supera nuestra fuerza en mayo y tendrá que ser aplazada hasta agosto de 1944, es esencial que tengamos esta otra operación considerable en reserva”.

‘Garbo’, el agente doble catalán que engañó a Hitler

Dentro de esos preparativos a través de la inteligencia y el espionaje, con vistas a despistar y confundir al enemigo, hay que incluir la labor de un agente doble de origen catalán, Juan Pujol García. Conocido por los británicos como 'Garbo', porque era un auténtico superdotado para interpretación, y como 'Arabal' por los alemanes, organizó desde la neutral Lisboa un añagaza que resultó, a la postre, decisiva para el desarrollo de la Segunda Guerra Mundial.

Pujol ya engañaba con su aspecto, el de un tipo endeble, pequeño y anodino, que sin embargo poseía una inteligencia y una sangre fría sorprendentes. Trabajaba para el Comité Doble Cruz, que controlaba a agentes que trabajaban supuestamente para el Tercer Reich, y desde los cafés y una pequeña oficina en la ciudad lisboeta, armado solo con periódicos de Londres, una enciclopedia militar, guías de barcos y trenes, Pujol organizó una monumental mentira. En concreto, apelando a una falsa red de espionaje que puso al servicio de los alemanes, hizo creer a los germanos que el desembarco aliado y la cuña sobre el frente europeo del norte se produciría por el paso de Calais, la vía en principio más natural. Y los alemanes se tragaron el anzuelo y el inmenso engaño.

La zapa española en Normandía

Al menos una unidad militar española intervino en la batalla de Normandía, aunque no en el 'Día D'. Se trató de la Spanish Company Number One, una compañía de voluntarios españoles, exiliados del bando republicano durante la Guerra Civil, que sirvió en el Ejército británico durante la Segunda Guerra Mundial.

Estos españoles habían estado combatiendo antes con la Legión extranjera francesa pero fueron evacuados al Reino Unido desde Dunquerque en 1940. La mayoría se negó a seguir combatiendo bajo las órdenes del general De Gaulle, de ahí que fueran encuadrados en las fuerzas armadas británicas. Y como el reglamento de éstas prohibía el uso en combate de extranjeros, fueron adscritos al Royal Pioneer Corps, constituyéndose con ellos la 1ª Compañía Española, que fue consagrada a labores de construcción de carreteras, trincheras y fortificaciones. Así, días después del desembarco la unidad fue enviada a desarrollar su trabajo en Normandía.

El español que abrió paso entre las alambradas de Omaha Beach

Entre las tropas que desembarcaron en los arenales de Normandía el 'Dia D' había varias decenas de latinos, pero solo un español: Manuel Otero, un coruñés de Serra de Outes, que perdió la vida precisamente en el lance, a la edad de 28 años. El libro Día D, Normandía, 6 de junio de 1944. Manuel Otero, un gallego en Omaha Beach escrito por Antonio Osende reconstruye la azarosa y malograda vida de este soldado español.

Con explosivos, Manuel Otero abrió un paso entre el  alambre de espino. Pero le esperaba un campo de minas

Otero, marinero en barcos de mercanías, combatió con el Ejército republicano y fue herido en la batalla de Brunete. Huyó tras la guerra a Estados Unidos y allí se alistó en el Ejército norteamericano. Dada su experiencia de combate, acabó enrolado en una de las unidades de choque más veteranas, la Big Red One. Aunque su destino inicial era Italia, fue enviado a Inglaterra, desde donde pasó a formar parte del contingente que participó en el desembarco del 6 de junio. En concreto, Otero pisó la playa de la tristemente célebre Omaha Beach, donde se registraron los combates más sangrientos.

Con dos compañeros más, logró llegar al límite de la playa, justo donde estaban las alambradas que impedían el acceso a los búnkeres alemanes con sus devastadores nidos de ametralladoras. Y con ayuda de tubos con explosivos, conocidos como bangalores, lograron abrir una brecha entre la maraña de alambre. Pero unos pasos más adelante, Otero y sus compañeros perdieron la vida al meterse en un campo minado.

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