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Félix Álvarez (*)

Es difícil, no imposible

El diputado de C's describe su incredulidad por la incapacidad para el diálogo de los soberanistas; defiende la Constitución y la aplicación de la ley para preservar la convivencia.

Es difícil, no imposible

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Ni la chica de la curva, ni el monstruo del Lago Ness, ni los unicornios azules, por más que Silvio Rodríguez nos cantase que había perdido uno tras dejarlo pastar a su libre albedrío, existen.

Es difícil debatir con los líderes que fraguaron mentiras al fuego lento de una educación tendenciosa y unos medios de comunicación sectarios

Por lo que me resulta difícil dialogar con todas aquellas personas que juran que subieron en la parte de atrás de su coche a una joven autoestopista que se esfumó en aquella curva maldita que chirriaba ruedas; o con aquellas que presenciaron, mientras colocaban con esmero el cebo imprescindible para pescar las truchas o salmones que nadaban ajenas al peligro que las acechaba, como un bicho antediluviano, entre chungo y “achuchable”, emergió, sin asomarse del todo, de las procelosas aguas del lago de las Tierras Altas escocesas el tiempo suficiente para casi fotografiarlo. Es difícil.

Pues lo mismo me pasa con otros asuntos y con ciertas personas. Es difícil debatir con los líderes independentistas que fraguaron mentiras al fuego lento de una educación tendenciosa y unos medios de comunicación sectarios y cuyo motivo era automatizar el falso axioma de que un buen catalán debe ser un mal español o de que España nos roba.

Una misa negra

Es difícil, complejo, dialogar con esa minoría compacta e indecente que, al amparo de una estrategia definida, convirtió una manifestación multitudinaria, cuyo objetivo tenía que ser, únicamente, lucir en la vanguardia de su memoria, en la primera línea de su recuerdo y de su empeño a las víctimas de los atentados de Barcelona y Cambrils, en una misa negra contra la Corona, España y todo aquel que no pensara como ellos.

Escuché sus insultos, sentí su odio, palpé la furia. Mientras tanto, hay que recordarlo, una mujer alemana de 51 años, los mismos que yo tengo, iba perdiendo la batalla por su vida: la víctima 16. Es difícil.

Es arduo conversar con aquellas personas que no te permiten que defiendas tus ideas con la misma determinación, con el mismo entusiasmo y la misma pasión con las que ellos lo hacen.

Es difícil razonar con aquellos majaderos que cimentan su libertad en el absoluto desprecio a la libertad ajena. Soporto el equívoco, el tropiezo, la simpleza, la ignorancia, hasta el sectarismo -lo que toda la vida decía mi abuela que era aquello de arrimar el ascua a su sardina por podrida que estuviera-, pero no la mentira: por venenosa, por tóxica, porque si te la tragas te posicionará en escenarios que te harán sentir vergüenza cuando conozcas el alcance de la patraña, y ya será tarde.

La Constitución

Es difícil contender con individuos que afirman sin pudor que defender la Constitución que, tras un siglo XX de sangres derramadas y libertades sesgadas bajo palio, reconcilió las dos Españas que, a ratos una y a ratos otra, helaron el corazón de Machado; es un golpe de estado.

Es difícil porque no existen los unicornios azules, ni la chica de la curva, ni el monstruo del Lago Ness.

Esta nuestra Constitución, apoyada con holgura en España y masivamente en Cataluña, es la fuente de la que fluyen nuestros derechos y deberes; nuestras libertades y certezas; nuestra condición de ciudadanos libres e iguales, no de súbditos e inquilinos; y los distintos gobiernos autonómicos: su legitimidad y su licitud.

Convivencia

Esta nuestra Constitución, el marco legal supremo que te permite ser igual que todos tus conciudadanos o radicalmente distinto. Sólo hay una norma: cumplirla. Sólo hay un deber: protegerla.

Y si hay que revisarla, modificarla y/o reformarla, que sea con el consenso amplio y necesario que no ponga en peligro la convivencia y la libertad que tanto nos costó conseguir.


En la Constitución sólo hay una norma: cumplirla. Y sólo hay un deber: protegerla.


Es difícil, pero no imposible. Y hay que insistir. En la discusión, en el debate, en la confrontación de ideas, toda persona honrada, honesta y cabal, procura encontrar en las posiciones de los otros alguna luz, alguna chispa que ilumine su propio argumento; algún resquicio que no sospechabas y que prenda la llama de una duda que te haga temblar, que te haga crecer.

La tozudez de la ley

Es muy difícil intentar llegar a algún acuerdo cuando las mentiras de los tuyos son simples errores y las del contrario alta traición; cuando los insultos y amenazas de tu bancada son libertad de expresión y los de la bancada de enfrente delitos merecedores de la pira pública; cuando besas por donde piso si troto al ritmo de tu bachata o maldices mi trayectoria, y me señalas con el dedo acusador, si tengo la audacia de bailar mi propia melodía.

Y qué quieren que les diga: en la dificultad me crezco. No rehúyo la contienda. Me planto delante de todos y cada uno de ellos y con la fuerza de la representatividad que confiere la democracia, que es inacabable, con la energía y el vigor de la palabra, con la tozudez de la ley que sostiene nuestro sistema democrático, hay que ir desmontando uno a uno los dislates, que por repetidos no dejarán de serlo, con la esperanza de llegar al auditorio que hay detrás de ellos y convencer a la mayoría de nuestros compatriotas para conseguir, desde el debate y la discusión leal y honesta, un espacio donde seguramente no estaremos todos plenamente complacidos, pero sí relativamente satisfechos.

Contra los ataques a la democracia y al ordenamiento jurídico, más democracia y más ley, eso les confunde.

(*) Félix Álvarez Palleiro (1966) es diputado de Ciudadanos por Cantabria. Conocido como 'Felisuco' en su faceta de actor, es técnico especialista en informática de gestión. En la actualidad, es portavoz de la Comisión de Cultura y vocal de la Subcomisión para la elaboración de un Estatuto del Artista.

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