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Samuel Vázquez / El Club de los Viernes

Okupas

Los antisistema viven del sistema: de los impuestos de trabajadores como Marc y Paola. Esta historia resume una injusticia que nadie denuncia: la de trabajadores anónimos que pagan la ronda.

Okupas del edificio de Can Vies, en Barcelona, en 2014

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Les quería presentar a Marc y a Paola. Él, catalán hijo y nieto de catalanes; ella, catalana de sentimiento, hija y nieta de colombianos.

La alcaldesa no sólo no pone impedimento en que vivan por la cara, sino que les paga luz y agua

Los dos tienen 25 años y una vida de esfuerzo detrás. Trabajar para pagarse los estudios él, intentar hacerse un hueco en nuestra sociedad como inmigrante ella, lo que a veces supone el doble de esfuerzo.

Ambos jóvenes tienen aún más cosas en común; se levantan a las cinco de la mañana todos los días para empezar una nueva jornada, ella para ir a correr, él para sacar a pasear a su perro; luego desayuno y al tajo.

Trabajan duro, y cuando regresan a sus casas ya son casi las cinco de la tarde. Así un día tras otro… jóvenes, valientes, hechos a sí mismos.

Pero no, no acaba ahí lo que une a estos dos currantes que ni siquiera se conocen. A los dos, sin preguntarles su opinión, les quitan parte de su sueldo.

Una serie de políticos deciden que de lo que ganan, que del sacrificio de años, del trabajo duro del día a día hay una parte que no les pertenece.

Niños pijos

Parte de ese dinero se destina a pagar un edificio histórico en el centro de Barcelona a un centenar de niños pijos que tienen poca gana de levantarse a las cinco de la mañana, y menos de seguir a diario una dura jornada de trabajo.

La alcaldesa de la ciudad no sólo no pone impedimento en que entren en casa ajena para vivir por la cara, sino que les paga la luz y el agua… con el dinero de Marc y Paola claro, de su bolsillo nada.

Y allí se reúnen todos con sus buenos móviles, sus buenas deportivas, su ropa retro carísima, a hacer talleres de no sé qué y a pedir sanidad gratis, educación gratis, la casa gratis, todo gratis.

Pero claro, si la educación y la sanidad fueran de verdad gratis, entonces los profesores y los médicos no cobrarían ¿no?, ¿o no?; y si sí cobran, es que alguien lo paga, y mucho me temo que no son estos jóvenes antisistema que viven del sistema.

El Che Guevara

El Ruli, que lleva camiseta del che Guevara y pañuelo palestino no ha pegado un palo al agua en su vida, eso sí, domina el diábolo como nadie.

La Vane es comunista trotskista, se dedica a cuidar un par de plantas con cariño, hasta que ve que están en su punto y entonces se las fuma.

Y el Roger, ese sí que es un fenómeno, que un día los fascistas de los Mossos lo detuvieron por no hacer nada, porque él sólo pasaba por allí y tal, y del coche que había volcado y ardido él no sabe nada de nada, un Ford Fiesta blanco que seguro que era de algún maldito capitalista, que se joda.



¿Qué pasará el día que jóvenes, hartos ya de tanta tontería, salgan a la calle a enfrentarse a los Ruli, Vane y Roger?

Tienen los tres un currículum muy parecido: antisistema, activista social, movimientos vecinales… que laboralmente hablando se traduce en que no la pienso marcar en la puta vida mientras los políticos me permitan seguir viviendo a costa de Marc y Paola, que curren ellos, fachas de mierda.

¿Anticapitalistas?

Y al final resulta que los que pagan los médicos y los profesores de estos tres revolucionarios que jamás vivieron una guerra, que jamás pasaron hambre, pero que hablan como si fueran milicianos en el Madrid del “no pasarán” pues son también Marc y Paola, que ya empiezan a estar hasta los cojones de tanto niñato anticapitalista al que hay que mantener.

Porque claro, ellos dos se levantan a diario a las cinco de la mañana y ninguno tiene un móvil ni la mitad de bueno de los que utilizan la Vane, el Ruli y el Roger cuando se graban en las manifas insultando y tirando piedras a los Mossos los muy malotes.

Y se dicen a sí mismos que bueno, que el médico y el profe vale, porque sobre todo a la Vane, un buen profesor falta sí que le hace; pero ¿tienen que pagarles en serio también la casa, la luz y el agua?

Marc y Paola piensan que si uno quiere una propiedad privada, por ejemplo una casa, tiene que pagársela, y no entienden que si alguien decide apropiársela sin pagar, al final tengan que ser ellos dos con sus impuestos quienes la paguen porque la alcaldesa ha decidido que con el dinero de todos se afronte el alquiler; ellos no viven allí, y además ya se tienen que pagar la suya.

El coche quemado

Y claro ¿qué pasará el día que jóvenes como Paola y Marc, hartos ya de tanta tontería, salgan a la calle a enfrentarse a los Ruli, Vane y Roger?

Por cierto, el Ford Fiesta blanco que quemó el Roger, era de Paola. Cuando no sabes lo que cuesta ganar las cosas, qué fácil es quemarlas.