ESdiario

Bruno, el último monstruo

La psicóloga de ESD analiza el perfil de Bruno, el descuartizador de Majadahonda, en un viaje a las sombras más profundas a la mente del ser humano contemporáneo.

Bruno, el último monstruo

Creado:

Actualizado:


Pilar Enjamio es psicóloga

Todos recordamos el caso del casero de Majadahonda, cuyo juicio es en la actualidad. La coincidencia de la desaparición repentina de una inquilina argentina con las conductas extrañas de Bruno, el supuesto dueño del chalet que alquilaba habitaciones.

La mente y su desequilibrio son un grandísimo peligro social. En la cárcel se medican; fuera quizá no

Todo pasaría desapercibido y se reduciría a una desaparición sin más si los vecinos no hubiesen escuchado el sonido de una trituradora. Restos de carne y dientes en la misma. Además, el depósito de cuatro bolsas de basura herméticamente cerradas para que no dejaran entrever su contenido.

Un caso horrible

En la bañera resto de sangre y pelos cuyo diagnóstico de Adn se vió dificultado por la presencia de lejía. Ante la afirmación de Bruno de ser propietario de un chalet que le había cedido su tía, se le preguntó su ubicación. Su respuesta fue en una residencia de la que no recordaba el nombre.

Todo era mentira y se comprobó: fue asesinada igual que la argentina. Además de una psicosis diagnosticada parece que nos hallamos ante el perfil de un asesino en serie. Cuando en el pasado indagué en su perfil atisbé una relación en el pasado, de su niñez, que poco después se confirmó.

Frío y distante, con una esquizofrenia que requiere medicación. Ausente a veces, como viviendo en otra esfera totalmente ajena a la realidad. Se investigaba a la vez la desaparición de otra inquilina, prostituta y en paradero desconocido.

Los rasgos de la víctima: extranjera, sola y sin peligro a que alguien pueda reclamarla. Se da en Bruno un desdoblamiento de personalidad, una confusión de fantasía con realidad para instaurarse en la primera y convertirse en otra identidad.

La infancia

Las frustraciones y traumas de la niñez diseñan una personalidad futura. Acoso físico, psíquico, sexual o percibir abandono y rechazo. Esta inseguridad emocional pasa factura. Aunque a través de una muerte ahora Bruno tenía algo suyo, con habitaciones y podía echar o eliminar a quien se le antojase y cuando se le antojase.

Lo que no pudo hacer en el pasado donde vivía con su padre y su nueva mujer, una extranjera que usurpó el lugar de su madre. Había otros hermanos. Es en esa confusión de identidades cuando daña o hiere a alguien real, en una especie de alucinación visual o auditiva, cree retar a ese fantasma del pasado y vencer, triunfar.

Su madre, en el pasado, lo buscó en un programa de desaparecidos.En una primera fase y ante los demás, suelen ser encantadores, conquistadores, extrovertidos, como una especie de arma para llevar al terreno a su víctima.

Las frustraciones y traumas de la niñez diseñan una personalidad futura

En la segunda fase, cuando la víctima capta una personalidad enferma y peligrosa, no hay escapatoria. Desde la ingestión de una bebida que se ofrece inicialmente como galantería pero lleva una substancia tóxica incorporada hasta un golpe o traumatismo.

En ocasiones, después de matar a la victima, realizan el acto sexual con un cadáver como un mayor dominio sobre ella. Seguidamente la descuartizan con un sadismo absoluto. En un mínimo instante de instauración de la realidad puede haber arrepentimiento.

¿Fuera de prisión?

Apenas unos segundos porque se crea un círculo vicioso de repetición de acciones para de nuevo dominar como creación de placer. Recordamos un caso de un hombre violado en su niñez y que posteriormente violaba a niños.

Sólo quería hacerles daño pero se daba una fuerza incontrolable y una voz o alucinación auditiva le instaba a matar. La mente y su desequilibrio son un grandísimo peligro social. Durante estos dos años en prisión su medicación fue cumplida a rajatabla.

El problema es que a la salida cárcel no hay control ni toma medicación por lo que el peligro sigue latent.

tracking