Socialismo e independentismo
El socialismo nunca estuvo cerca del soberanismo. Ni lejos de una idea nacional de España. Su tradición se aleja, tal vez, de la que Pedro Sánchez sugiere para su futuro.
La izquierda clásica marxista ha sido siempre, desde la revolución bolchevique de 1917, el paradigma del internacionalismo, pero ahora, sectores minoritarios de la izquierda, y, sobre todo, Ezquerra Republicana de Cataluña, histórico partido de la izquierda catalana, han puesto los irracionales sentimientos identitarios por encima de la justicia social y de la lucha contra las cada vez más crecientes desigualdades sociales, con el cínico argumento, intelectual y políticamente deshonesto, de que se han tenido que unir a las élites económicas catalanas para liberar a Cataluña del neoliberalismo y de la corrupción española, ignorando, deliberadamente, que Convergencia (ahora PEDeCAT) ha sido el arquetipo español del neoliberalismo económico, del capitalismo financiero, y de la corrupción.
La CUP está formada por clase media catalana con ingresos superiores a los 2.000€, muchos universitarios, funcionarios, y profesionales
ERC ha roto con su trayectoria histórica de colaboración en la gobernabilidad democrática de España, y con el legado de Tarradellas, fundador de ERC, que pensaba que “Cataluña debe entender al pueblo español e integrarse en él”. El histórico presidente de la Generalitat, exiliado republicano, jamás hubiese pactado con Convergencia, dado que su vocación pactista y la capacidad parlamentaria de la Lliga de Cambó, fueron expresiones eminentes del catalanismo hispano.
Una CUP elitista
La CUP, partido antisistema catalán, que se le tiene por heredero del anarquismo catalanista, no está integrada por los pobres obreros de la CNT, que pasaron miseria y hambre como empleados explotados por los industriales catalanes, sino por la clase media catalana con ingresos superiores a los 2.000€, muchos universitarios, funcionarios, y profesionales liberales, que en su vida han trabajado manualmente, ni tienen callos en las manos. El artículo 40 del proyecto de Constitución Federal de la Primera República Española, redactado principalmente por Emilio Castelar y el socialista catalán Pi y Margall, sólo consideraba a España como Nación y no reconoció el término nacionalidad.
Las Constituciones de la Unión Soviética habían reconocido el derecho de autodeterminación en favor de las distintas repúblicas que la componían, pero los movimientos nacionalistas se consideraron desviaciones burguesas y fueron duramente reprimidos por Stalin, que paradójicamente, teorizó sobre el derecho a la autodeterminación en su famoso libro El marxismo y la cuestión nacional.
La socialista marxista Rosa Luxemburgo sostuvo que el derecho a la separación de toda nación significa, en realidad, sostener el nacionalismo burgués. Tito proporcionó una adecuada solución federal a la complejidad que revestía la integración en un sólo Estado de las nacionalidades que constituyeron la segunda Yugoslavia (1943-1991) que, al disolverse, los serbios, croatas, eslovenos, bosnios, macedonios y montenegrinos, se mataron como animales.
No gobernaría la izquierda
Se equivoca ERC si cree que con la independencia de Cataluña va a gobernar la izquierda. Basta el ejemplo de Ucrania, la más importante de las repúblicas soviéticas, en la que gobierna la ultraderecha.
De todos los autores marxistas que estudiaron el tema del derecho de las naciones a la autodeterminación, sin duda, es Lenin el que más profundizó en él, pero siempre lo condicionó a los intereses supremos de la lucha por la emancipación del proletariado.
Para Carlos Marx el derecho a la autodeterminación es “un invento de la burguesía para dividir al proletariado”, y, en todo caso, “debe subordinarse siempre a la emancipación de los trabajadores”.
Pablo Iglesias, fundador del PSOE y de la UGT, escribe en 1899: “los obreros castellanos, los obreros de España, saben bien que en todas esas alharacas no hay una frase a favor de las clases oprimidas (…) sino miserables y egoístas intereses” (El Socialista, 20.10.1899).
Cuando en 1901 don el catedrático socialista Fernando de los Ríos llega a Barcelona, toma conciencia por primera vez del incipiente nacionalismo catalán, al que consideraba empobrecedor y perjudicial para Cataluña, y una “evolución regresiva” que marginaba los grandes temas europeos, y que, en lugar de aunar voluntades se proponía a alejar de si a los no nacionalistas.
Ni siquiera su admirado Maragall, concluía don Fernando, “puede desconocer cuán estrecho es el cauce que ellos han abierto para que por él se deslice la vida la vida nacional, y cuán reñido está el nacionalismo con el espíritu moderno”.
El autor sostiene que el soberanismo ha sido siempre combatido por el PSOE, cuya defensa de España es histórica
No nos engañemos, ha dicho el catedrático catalán Vicenç Navarro (diario Público del 24 de junio de 2010), hoy militante de Podemos: “Las clases dominantes de las diferentes naciones de España se aliaron para derrotar a la República, siendo los nacionalistas conservadores y liberales catalanes de los años treinta los mayores promotores en Catalunya del golpe militar que persiguió con mayor brutalidad la identidad catalana. El retraso social de Cataluña, no se debe exclusivamente o primordialmente al déficit fiscal que Cataluña tiene con el Estado español,- cuyo crecimiento ha sido facilitado por las políticas públicas promovidas por los nacionalistas conservadores y liberales (de reducción de impuestos y de reformas fiscales regresivas), aprobadas en alianza con las mismas clases a nivel del Estado español,- sino que responde a la excesiva influencia política de las clases pudientes en Cataluña que no pagan los impuestos que pagan sus homólogos en el promedio de países de la UE-15. Cataluña, cuyo PIB per cápita es ya el 119% del promedio de los países más ricos de la Unión Europea, es decir, de la UE-15, se gasta en su estado del bienestar (o lo que es lo mismo, su gasto público social por habitante), sólo un 73% del promedio de la UE-15”.
Las palabras de Negrín
Antes la burguesía catalana había apoyado la dictadura de Primo de Rivera, por su promesa de recuperar el orden ante el auge del sindicalismo revolucionario en Cataluña; y mucho antes, se opusieron radicalmente a la independencia de Cuba, para no perjudicar sus intereses como propietarios de los ingenios azucareros.
El Dr.Negrín, presidente socialista del Gobierno de la II República, en noviembre de 1938, con ocasión del Consejo de Ministros celebrado en Pedralbes, afirmó, según refiere Julián Zugazagoitia: "No estoy haciendo la Guerra contra Franco para que nos retoñe en Barcelona un separatismo estúpido y pueblerino. Estoy haciendo la guerra por España y para España, por su grandeza y para su grandeza. No hay más que una nación: ¡España!. No se puede consentir esta sórdida y persistente campaña separatista y tiene que ser cortada de raíz si se quiere que yo siga dirigiendo la política del Gobierno, que es una política nacional. Nadie se interesa como yo por las peculiaridades de la tierra nativa. Amo entrañablemente todas las que se refieren a Canarias y no desprecio sino que exalto las que poseen otras regiones, pero por encima de todas ellas está España. Quien estorbe esa política nacional debe ser desplazado de su puesto. De otro modo dejo el mío. Antes de consentir campañas nacionalistas que nos lleven a desmembraciones, que de ningún modo admito, cedería el paso a Franco. En punto a la integridad de España soy irreductible y la defenderé de los desafueros de los de adentro”.
En el discurso pronunciado en Cuenca el 1º de mayo de 1936, Indalecio Prieto dijo lo siguiente: "A medida que la vida pasa por mí, yo, aunque internacionalista, me siento cada vez más profundamente español. Siento a España dentro de mi corazón y la llevo hasta en el tuétano mismo de mis huesos. Todas mis luchas, todos mis entusiasmos, todas mis energías, derrochadas con prodigalidad que quebrantó mi salud, los he consagrado a España. Mis dos grandes amores son el partido socialista y España, pero si alguna vez hubiera contradicción entre ellos, que no deseo se produzca nunca, elegiría los intereses de España”.
Guerra también
En sus Memorias “Cuando el tiempo nos alcanza”, Alfonso Guerra ha escrito. “daría media vida por proteger el derecho que tienen los nacionalistas a defender sus ideales, pero me reservo la otra media para poder combatirlos democráticamente”, y recientemente ha recordado con evidencia que “el socialismo y nacionalismo son incompatibles".
Felipe González, en el mitin socialista de apoyo a Patxi López en Barakaldo , en referencia a las aspiraciones soberanistas de Cataluña, afirmó con rotundidad que “no habrá independencia en ningún territorio, en ninguno,”, y que “plantear el escenario de la independencia estará llevando a la ciudadanía hacia una frustración peligrosa”.
Un pacto de Estado
El expresidente González, crítico el “nacionalismo insolidario” que, a su juicio, “infecta a Europa desde el siglo XX”, y sentenció que “el derecho a decidir se debe dar dentro de las reglas de juego que hemos pactado”. Sostuvo que la actual situación de “emergencia” necesita de un pacto de Estado para “salir todos juntos”.
De Negrín a Felipe, la tradición del PSOE es apuntalar la conciencia de España, no pactar con el separatismo
El año 1932, un “socialista”, Antonio Zugazagoitia, desconocido para muchos, escribió en su Panfleto Antiseparatista, : "Español sobre todo, la República está subordinada a España. El izquierdismo español, solo ha de querer el auge y la grandeza de nuestra patria. Al socialismo español, solo caben dos opciones, o bien, pactar con el piojoso separatismo, sectario y reaccionario, o crear un grande y profunda conciencia española.”
En sus Memorias de Otro Desmemoriado, el escritor herreño José Padrón Machín, que sentó las bases, desde mi infancia, de mi formación intelectual y política, expresa el mismo sentimiento legado por Galdós: “Debo al ilustre maestro de nuestras letras el haber aprendido a amar a España y a conocer a sus hombres. Entiendo que todo hombre tiene dos patrias, la grande, España, y la chica, aquella donde se vio la luz primera. Trabajar por la patria chica es también hacerlo por la grande”.