Trapero, el bombero pirómano

Trapero se siente Clooney, aunque es la madrastra de Blancanieves preguntándole siempre al espejo si es el más guapo del barrio. Pirómano metido a bombero, medalleado por sus inexistentes méritos preventivos contra la burrada yihadista en Barcelona, ahora enseña su verdadera cara de edecán del secesionismo antes que de hombre de ley.

¿Un fuera de la ley?

Su inasistencia a la reunión de coordinación de los Cuerpos de Seguridad para controlar el referéndum ilegal convocado por su patrón le sitúa más fuera que dentro de la ley, lo que en un policía equivale a ser ateo en la Iglesia o antropófago en un club vegetariano.

Menos medallas a Trapero, en la inopia mientras le preparaban atentados en sus narices

El Mayor es un hombre menor, tan centrado en ejercer de jefe de la Stasi que añoran las CUP y compañía que se le olvidan sus funciones más elementales: por ejemplo, intuir que algo pasaba cuando toda una casa ocupada por musulmanes estallaba sólo unas horas antes de la matanza fundamentalista en Las Ramblas. Y en la inopia soberanista.

Bananero

Si el sometimiento de las instituciones al partido es siempre indiciaria de régimenes bananeros; la subordinación de la Policía a un régimen político lo es de sistemas totalitarios.

Y es que, tal vez, Trapero lo llevaba todo en el apellido y lo suyo son las metafóricas puñaladas traperas a la ley, el orden, la Constitución y todo eso que un responsable de la Seguridad tiene grabado, en teoría, en su ideario cotidiano. No es el caso, por mucha medalla precipitada que le hayan concedido a sus lamentables servicios.