Cuando Ike abrazó a Franco
Caliente el encuentro entre Trump y Rajoy, hace medio siglo otro gesto de un presidente americano con alguien que lo merecía menos: Franco se presentó al mundo gracias a Eisenhower.
Ni los más prejuiciosos con Estados Unidos, y no digamos con Donald Trump, podrá negar la importancia estratégica que para España tiene la recepción que el inquilino de la Casa Blanca le dedicó a Mariano Rajoy, a la altura de las reservadas para ocasiones excepcionales.
Malheridas las relaciones bilaterales en los convulsos tiempos de la segunda guerra de Irak, la tarea de reparación que el propio Zapatero inició y Rajoy prosiguió, ambos con Obama, parece haber alcanzado su objetivo y hoy la confianza vuelve a estar presente entre ambas naciones.
El héroe y el dictador
Pero si hay una imagen llamativa de esa relación marcada por la necesidad recíproca, es la que viene hoy a esta sección, fechada en 1959: la visita de Eisenhower a España, la primera de un presidente norteamericano a nuestro país.
Recordada siempre con un sabor agridulce, fue en todo caso determinante. Sí, sirvió de algún modo para legitimar la Dictadura ante el mundo, hasta el punto de que poco tiempo después España logró ingresar en la ONU; pero también valió para impulsar un desarrollo económico en la década de los 60 del que se beneficiarion millones de españoles.
La autarquía, ese sistema económico y cultural que defiende el autoabastecimiento de todo y tiene seguidores tan dispares como el Frente Nacional y en parte Podemos o Syriza, produjo estragos en la España de posguerra.
Ike logró las bases americanas y se llevó el afecto de España. Franco pudo blanquear la Dictadura
La visita del "héroe de la paz" acabó con ese ensimismamiento y tuvo un efecto positivo resumido en un dato: sólo Japón, en todo el mundo, creció en la década de los 60 a un ritmo superior al de España, situado en un espectacular 7%.
Respaldo en la calle
Franco, consciente del blanqueamiento que todo ello suponía para un Régimen iniciado con una guerra y próximo al fascismo alemán, se volcó en rendir tributo al célebre Ike, con decisiones que hoy siguen teniendo una huella en el presente -la existencia de bases americanas- y un despliegue de apoyo popular en las calles que Eisenhower sólo disfrutó en La India y fue portada hasta en The New York Times.
Quizá por eso, tiempo después, otros dos presidente, Nixon y Ford, se dejaron ver también por España antes de la Transición.
Aquel 21 de diciembre de 1959 lo cambió casi todo para España y para Franco, hasta el punto de que unas semanas después Don Juan visitó al Caudillo (en 1949 lo hizo en el encuentro en el yate Azor) para, de algún modo, aceptar la inevitable continuidad del Régimen. Y dejó, de paso, una anécdota bastante frívola que explicaría la famosa foto de Eisenhower y Franco riendo de manera ostentosa.
¿Franco bromista?
Y es que, al parecer, el segundo le contó al primero un chiste de militares, algo que les hermanaba. Fue éste, según recogió en su día César Vidal:
"A un oficial herido en la cabeza al que van a operar le llega un despacho comunicándole que le han nombrado general. Se sube al caballo para ponerse al frente de sus hombres y el médico le dice que tiene una herida en la cabeza. El militar le contesta que para ser general no le hace falta la cabeza".
57 años después, el encuentro entre Trump y Rajoy en Washington resume la normalidad de un 'matrimonio' de amores y conveniencias que nunca ha sido perfecto pero siempre, hasta en los peores momentos, fue imprescindible.