El secesionismo garbancero
Nacionalistas y populistas ya se cargaron una democracia, la republicana, y lo intentan de nuevo. Cuentan con agredir sin respuesta, bajo un capuchón blanco de xenofobia garbancera.
A Rufián le gustaría ser Paul Newman en ‘El color del dinero’, pero le sale sin querer el vigilante de los billares donde Eddie Felson manejaba otro tipo de taco. Tiene el líder republicano un aire de profesor de bachata, de repartidor de pizzas, de ñapas a domicilio, de buscavidas que le hermana algo con la precuela de la célebre película de Scorsese y le hace simpático en una España, y una Cataluña, donde la vulgaridad y la ignorancia han pasado de ser condiciones discretas a virtudes públicas.
Tiene un aire de profesor de bachata, de repartidor de pizzas, de ñapas a domicilio
Es un tipo, en fin, que se ha hecho secesionista porque peor es trabajar, y en la falta de causa a su causa está la causa de que nunca cederá. El negocio del soberanismo es a la política lo que Fellini decía del cine al arte, una mezcla de fútbol y burdel, que necesita de los peores, en términos morales, para prosperar.
Mike Tyson, protagonista de uno de los ejercicios de autodestrucción y reconstrucción más deliciosos, honestos y brutales de la historia del deporte resumido por él mismo y Spike Lee en ‘La verdad indiscutible’, solía decir que él no intimadaba a nadie antes de una pelea. “Eso no tiene sentido. Yo intimido a la gente golpeándola”.
Populistas y golpistas
Rufián sí lo hace -"agárrame que le meto"- y en ese viaje arrogante se resume la tibieza de sus principios oscilantes, el oportunismo de su actitud nenaza y la convicción, compartida por la chusma que le acompaña, de que nadie les va a partir la jeta por muchos Tarrasas que se pasen: ese acémila que se puso una nariz de payaso junto a un guardia civil el día que la justicia le vació el procés a Junqueras también lo da por hecho, como dan por hecho golpistas de 8 a 3 y populistas de 3 a 10 que todo lo que ellos pisotean será a la vez lo que les salve.
La educación, la ley, la seguridad, el orden, el fiscal, el juez y ese policía que vigila sus calles de noche mientras ellos duermen la paliza que quisieron darle a la mañana invocando, paletos, a Mandela.
Ahora los rufianes cuelgan juntas en los balcones banderas tricolores y esteladas
En 1939, un peligroso neoliberal llamado Azaña, presidente de la República, escribió algunas cosas más que el célebre ‘Paz, piedad, perdón’. Entre otras, ya en el exilio mortuorio francés, un artículo titulado ‘Cataluña y la guerra’. Decía el muy represor, para escándalo de pablos, colaus y fachines todos:
“Miraban en el ejército de la República (…) como «un ejército de ocupación». Consideraban perdida la autonomía y menospreciada la aportación de Cataluña a la defensa de la República”. Y completaba: “Nacionalismo y sindicalismo se aprestaron a recoger una gran cosecha. Es difícil analizar hasta qué punto coincidían y desde qué punto diferían en su acción el uno y el otro. La táctica de hacer cara al gobierno de la República y de sustraerse a su obediencia les era común”.
Garbanceros
Ahora los rufianes cuelgan juntas en los balcones banderas tricolores y esteladas, en una última carambola para explicar la síntesis final de esta extraña variante de buscavidas: un compendio, en dosis exacerbadas, de ignorancia maliciosa y xenofobia garbancera. Son del Ku Klux Klan, aunque no sepan deletrearlo.