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El Lector Perplejo

El catedrático de Podemos

El delirante análisis de Vicenç Navarro, según el cual casi todo el mundo es franquista en el Gobierno, la judicatura o los Cuerpos de Seguridad; reclama una réplica del Lector Perplejo.

El catedrático de Podemos

El catedrático de Podemos

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No es sencillo encontrar, en un único artículo, semejante compendio de despropósitos históricos, políticos y jurídicos como el que el insigne catedrático Vicenç Navarro despliega en las páginas virtuales del diario Público.

Gurú económico de Pablo Iglesias y seguidor convencido de Podemos, el autor de un espacio fijo que se hace llamar 'Pensamiento crítico' y a menudo se queda en la segunda de las palabras, lanza una larga diatriba que, sin embargo, se puede resumir en un par de líneas: la culpa de todo es de Franco y de sus sucesores.

El gurú Navarro lo resume todo con un brochazo: la culpa es de Franco y de sus herederos

Sea el independentismo o la crisis económica, la respuesta es la misma. Todo es cosa del Dictador, muerto hace 42 años, y de sus herederos, como perpetra en un brochazo legendario: "El Sr. Rajoy encaja perfectamente en el molde extremista del nacionalismo uninacional heredado del franquismo".

Ve franquistas

Si acaso alguien tiene dudas, no obstante, el propio titular que corona el ladrillo las despeja, sin anestesia: "La necesaria movilización de las fuerzas democráticas frente a los herederos del franquismo".

Antes, durante y después de las dos joyas citas; todo en Navarro es una reinterpretación de la historia bastante acongojante para intentar resumir con tres ideas simplonas la complejidad de la historia española desde la República hasta la Transición y el papel que, en todo ello, tuvieron tanto el nacionalismo cuanto los revolucionarios, antecedentes claros de los secesionistas y populistas de ahora.

Así, según el catedrático de Podemos, el hombre con el que Iglesias intentó demostrar en el área del conocimiento económico lo mismo que con Julio Rodríguez en la Defensa -¡Wow, llamadnos perroflautas pero mirad qué nivel!"-, todo el conflicto en Cataluña es culpa de España y, más en concreto, de los intolerantes que la gobiernan, como resume en un párrafo para enmarcar:

"La tergiversada historia de España, heredada de la dictadura, ha ocultado que siempre ha habido dos versiones de España. Una, la uninacional, de las derechas españolas, cuya máxima expresión se dio durante el fascismo. Esta visión de España es la visión de los vencedores de la Guerra Civil. Pero la de los vencidos era la visión plurinacional y pluri-identitaria, característica de las izquierdas".

Jueces y polis fachas

Y remata don Vicenç, entre un sinfin de perlas, con otra caricatura distorsionada de lo que somos: "En esta última versión, la uninacional, se consideraba a la visión plurinacional como la anti-España, siendo brutalmente reprimida por el régimen dictatorial, y todavía ocultada o discriminada durante el régimen del 78 iniciado en la inmodélica transición, como resultado de la pervivencia de la cultura franquista, todavía muy extendida en los aparatos del Estado español, incluyendo su judicatura y sus órganos de seguridad".

Resumamos, pues. El secesionismo es bueno, ser español es de franquistas, la República se desplomó pese al esfuerzo de las izquierdas plurinacionales, la represión llega hasta nuestros días y la Transición fue un horror que ha permitido seguir en los poderes del Estado a un montón de admiradores del Dictador.

La respuesta

Como las opiniones son libres pero los hechos sagrados, tiremos de éstos para replicar al insigne pensador, cuyos análisis no resisten el cotejo con la realidad y enlazan, sin más, con una visión maniquea e ideológica.

Para empezar, el secesionismo y el populismo no sólo no ayudaron a la República, sino que fueron decisivos para derribarla. No lo dice este Lector Perplejo, sino el mismísimo presidente republicano, don Manuel Azaña, en uno de los artículos en que, de su puño y letra, denunció su comportamiento:

"Miraban en el ejército de la República, reorganizado en Cataluña desde que en mayo del 37 el Estado recuperó en la región el mando militar, como «un ejército de ocupación». Consideraban perdida la autonomía y menospreciada la aportación de Cataluña a la defensa de la República. En las esferas oficiales del Estado la convicción dominante era que la conducta del gobierno de Cataluña, más atento a las ambiciones políticas locales del nacionalismo catalán, y sometido, de mejor o peor gana, a la influencia omnímoda de los sindicatos, estorbaba gravísimamente la función del poder central".

Navarro idealiza al soberanismo e ignora que la República fue víctima de él y del populismo

La realidad

Y no fue el único, como tampoco la idea de Nación única que a Navarro le parece tan reaccionaria (franceses o americanos también deben ser una panda de fachas, pues) careció de defensores históricos en una izquierda que, en sus orígenes, combatió con la misma intensidad al soberanismo y al fascismo. Unas palabras de Negrín, el jefe de Gobierno que perdió la Guerra Civil, le ayudarán al catedrático a dejar de reinventar la historia:

"No estoy haciendo la Guerra contra Franco para que nos retoñe en Barcelona un separatismo estúpido y pueblerino. Estoy haciendo la guerra por España y para España, por su grandeza y para su grandeza. No hay más que una nación: ¡España!. No se puede consentir esta sórdida y persistente campaña separatista y tiene que ser cortada de raíz si se quiere que yo siga dirigiendo la política del Gobierno, que es una política nacional (...) Quien estorbe esa política nacional debe ser desplazado de su puesto. De otro modo dejo el mío. Antes de consentir campañas nacionalistas que nos lleven a desmembraciones, que de ningún modo admito, cedería el paso a Franco. En punto a la integridad de España soy irreductible y la defenderé de los desafueros de los de adentro".

La Constitución

¿Le parece suficiente? Pues hay más. La Constitución de 1978 es ya el cénit de cualquier proceso de reconocimiento a la identidad particular de Cataluña, resumido en una concesión que España paga muy cara pero que, al menos, debe servir para acabar con el mantra sobre el centralismo madrileño, inexiste por muchos navarros que lo digan.

Y es que, allí, en Cataluña, la escolarización en español está prohibida en la escuela pública. ¿Se puede sostener con ese dato que vivimos un renacimiento franquista que oprime a los pueblos? No hay más preguntas, señoría. Pero si son necesarias más lecturas, don Vicenç. Y echarle menos sectaína al café del desayuno, también.



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