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Iván Vélez

Transparencia

El comportamiento de Serrat ante el referéndum ilegal reclama una reflexión. ¿Defendía a España o se limitaba a dudar del camino democrático elegido? El autor lo analiza y despieza.

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Un balcón abierto de par en par con la filigrana metálica de la barandilla del Hotel Ranzini mezclada con su sombra, la estatua de Colón al final de la vía recortándose sobre el Mediterráneo.

Enmedio de la desquiciada perspectiva cubista, una bandera española, bicolor naturalmente, pues la composición se realizó en el revolucionario año de 1917 en el que en España reinaba Alfonso XIII.

Serrat no defendió la nación española; sólo el procedimiento democrático

Dos décadas después, las mismas manos que pintaron El paseo de Colón, las de Pablo Ruiz Picasso, confeccionaron uno de los principales iconos artísticos del siglo XX: Guernica. Convertido en un símbolo del rechazo a las guerras, el lienzo, reproducido hasta el infinito en forma de cartel, adornó muchas alcobas donde se mezclaba el pacifismo contracultural con el distanciamiento de determinadas posiciones ideológicas izquierdistas que terminarían por disolverse en movimientos diversos.

Dos años antes de que Picasso falleciera, el barcelonés Joan Manuel Serrat grabó una de las canciones más exitosas y populares del siglo XX español: «Mediterráneo». La canción llegó tres años después de que Serrat se viera envuelto en una polémica por su no participación en el festival de Eurovisión; ausencia que algunos han interpretado como una maniobra comercial, un guiño en definitiva, al catalanismo que se había ido infiltrando en un movimiento, la Nova Cançó, a la que la televisión franquista concedía cada vez más espacio.

La leyenda

Sea como fuere, Serrat quedó aureolado con los atributos de un ardoroso antifranquista que defendía, poniendo en riesgo su carrera, un idioma pretendidamente perseguido: el catalán. Persecución que un cuidadoso repaso al mundo editorial y musical de la época, queda seriamente comprometida.

Apenas cuatro años más tarde Franco fallecía, y todas las maniobras, muchas de ellas consentidas, de ciertos grupos políticos e ideológicos, desembocaron en la redacción de la actual Constitución, la misma que incorpora la dupla nacionalidades y regiones, siendo las primeras, fundamentalmente, aquellas que tenían lenguas diferentes al español y sectores muy interesados en cimentar en tal circunstancia las estructuras de una serie de protonaciones.

Entre estas figuraba, naturalmente, Cataluña, que ya había vivido un lustro antes un anticipo de la actitud hoy expresada por cientos de clérigos catalanistas: la xenófoba Capuchinada. Serrat, vetado en Televisión Española, llegó al periodo democrático avalado por un disco homenaje a Machado, al que seguiría otro basado en la obra de Miguel Hernández.

De Aznar a Zapatero

Reconocido como cantautor antifranquista, Serrat ha cosechado enormes éxitos tanto en España como en Hispanoamérica, que han venido acompañados de reconocimientos internaciones, nacionales y otorgados por la Cataluña construida por Pujol y su red clientelar.

El noi del Poble-sec también prestó su rostro en la campaña de apoyo a Zapatero, presidente que abrió la caja de los truenos catalanistas después de que su predecesor, Aznar, hiciera enormes concesiones a un gobierno bajo el cual operaba la Sagrada Familia, tan pródiga en sus envíos de misales a Andorra.

Dos años antes de que Picasso falleciera, Serrat grabó una de las canciones más populares: Mediterráneo

En la recta final que ha conducido al referéndum secesionista del 1 de octubre, Serrat ha vuelto a la actualidad al manifestar lo siguiente en relación con la votación: «Este referéndum no es transparente, no puede representar a nadie».

El aluvión

Tales manifestaciones le han granjeado al cantautor un aluvión de críticas e insultos. De repente, Serrat se ha convertido en un facha, en un renegado, en un traidor. Sin embargo, y una vez acalladas mínimamente las voces de los más fanatizados catalanistas, cabe analizar, siquiera mínimamente, las palabras de quien, encuadrado en el clan de «la ceja», avaló unas políticas, las de Zapatero, que concedían gran parte de las aspiraciones que hoy anhelan los que vilipendian a un Serrat que, por otro lado, se ha opuesto a que se usen sus canciones en marchas contra la independencia de Cataluña.

Teniendo presente todo lo anterior, las palabras citadas cobran un sentido muy diferente al que han querido ver los sectarios catalanistas. En definitiva, las palabras del cantante catalán no pueden ser tomadas como la muestra de un patriotismo español que habría aflorado en tan delicadas circunstancias.

La España mutilada

Muy al contrario, las manifestaciones que tanta polémica han desatado, desvelan el formalismo democrático de quien las ha pronunciado. Serrat, lejos de ser un defensor de la nación española que ahora pretende trocearse para facilitar su reparto entre sus depredadores, no sería más que un fundamentalista democrático obligado a exigir pureza procedimental.

Al cabo, no lo olvidemos, la célebre canción nos informa de que nació en el Mediterráneo, mar al que se podrían asomar la Cataluña independiente y una España mutilada y balcanizante.