ESdiario

Fran Carrillo

Cuando Lenin venció a Kapuscinski

¿Han estado muchos medios apoyando al secesionismo sin querer? ¿Su equidistancia legitima el asalto a la ley? ¿Por qué ésa es su actitud? El autor se plantea las preguntas. Y las responde.

Puigdemont, al día siguiente del referéndum ilegal

Puigdemont, al día siguiente del referéndum ilegal

Creado:

Actualizado:



Llevamos hablando de Cataluña meses, años, casi toda una vida. El monotema convertido en anatema para la mitad de un país cansado de tibios y troyanos, de golpistas y equilibristas. Cansados de tanto procés y de tanto paripé del No referéndum.

Sobre izquierda reaccionaria y derecha independentista que, al alimón, han convertido Cataluña en laboratorio de pruebas de su odio a España. Ambas partes han revisitado la historia y aprendido de lo que significó la Semana Trágica de Barcelona para el conjunto de Cataluña. Y la han querido reproducir.

La actuación de Policía y Guardia Civil se ajustó a lo que su mandato les ordena

La extrema izquierda siempre ha vivido de la violencia y ha construido el escenario en el que mejor se desenvuelve. La CUP, verdadera capitana de este proceso, sigue las mismas tácticas de terrorismo social y callejero que practica Hamás en Palestina, y ayer usó a los niños como escudos humanos, apelando al victimismo constante de un supuesto Estado opresor que limita los derechos de la gente.

La batalla de la imagen

Le siguieron en la estrategia ERC y PDCat, fusionados en la miseria moral. Con el primer marco ganaron la batalla de la imagen, con el segundo, el relato social de victoria ante una comunidad internacional que desconoce la realidad de las cosas.

Han conseguido vender al mundo (pero no al conjunto de España) que una minoría de catalanes representan la voluntad de una mayoría. Que se trata de una cuestión de democracia, conjugando los sentimientos con la racionalidad lógica que se somete a la ley.

Democracia es votar, pero votar no es democracia. Han alterado las esencias conceptuales hasta convertirlas en siempre intercambio de mensajes radicales, desafiantes de cualquier positivismo jurídico y moral.

Los topos

Sucede que en todo proceso político que conlleva una revolución más o menos sangrienta, con sus consiguientes altercados sociales inevitables, siempre hay una porción de la población autóctona que prefiere adherirse al bando enemigo antes que posicionarse en favor de la legalidad que justifica la mera existencia de sus opiniones. Son topos en el bando ajeno, espías incrustados en falla enemiga. Y esto me parece lo más grave de todo.

Ayer, la actuación de Policía y Guardia Civil se ajustó a lo que su mandato les ordena, más allá de ciertos comportamientos evitables, pero no achacables al conjunto de las fuerzas de seguridad, que sólo cumplían su labor.


Cierto periodismo demostró una reprochable equidistancia frente al golpismo, situándose más cerca de la ignominia que de lo correcto


Hablar de represión sistémica y generalizada es execrable y miserable. Por ello, toda la ralea tuitera que se juntó alrededor del #NoEnMiNombre impulsados por los dirigentes de Podemos y con la complicidad de muchos de los medios de comunicación nacionales digitales, se pusieron, voluntariamente o no, del lado de quienes conculcan las leyes, haciéndoles cómplices de la violencia política y social, convirtiendo a muchos españoles en ciudadanos de segunda por el mero hecho de no aplaudir y no compartir el fondo y la forma del No referéndum.

Iluminar la penumbra

El periodista debería ser, honrando a Herodoto, un buscador de contextos, de historias con las que iluminar la penumbra de ignorancia en la que nada feliz el ciudadano medio. Buscar las causas y explicarlas.

Para eso nació esta maravillosa vocación. No alimentar el ego del soberbio, ni justificar al fanático, sino ofrecer verdades a la luz de los hechos, poner en la balanza de las pulsiones encontradas el tira y afloja de la realidad precisada.

Sin embargo, el periodista ideológico no deja que la verdad dicte su relato, sino que construye éste en base a su prejuicio inane. Se denigra una profesión cuando antepones tus opiniones a tu información, tu ideología a la verdad de los hechos, tu odio de clase al argumento con clase.

Soldados del procés

Hay soldados del procés que desde Madrid escriben y tuitean (a veces les da para las dos cosas) contra la ley y quienes la aplican, justificando, comprendiendo y alabando por contra a quienes son delincuentes políticos y sociales. Siempre han preferido a Lenin antes que a Kapuscinski.

Público, Contexto, Huffington Post, Infolibre, ElDiarioes, La Sexta, etc. han equilibrado la partida de ajedrez llamando ultras a quienes se manifestaban con una bandera constitucional y pacíficos demócratas a esa minoría de catalanes que piden el con fruición, confundiendo además, entre la masa de insurrectos, los que de buena fe lo solicitan por convicción y los que quieren que se haga el referéndum por cojones, aunque ello suponga amenazar, amedrentar, perseguir e incitar al odio de quienes piensan diferente.

Al juntaletras que escribe al dictado de su amo, lo que le importa es su ideología, no el deber de informar de manera que ayude a la humanidad y no fomente la arrogancia y el odio, qué decía el autor de Los cínicos no sirven para este oficio, hoy más de actualidad que nunca.

La equidistancia

El comunismo sabemos que basó gran parte de su predicamento en Occidente al inexcusable apoyo de la gauche divine, que hacía penitencia de su superioridad moral coqueteando con el totalitarismo.

Estos días -el domingo sobre todo-, cierto periodismo demostró una reprochable equidistancia frente al golpismo, situándose más cerca de la ignominia que de lo correcto. Les coloca en el precipicio de la credibilidad, justo donde están los que han dado pábulo a quienes hacen de las normas y las leyes una excusa para demostrar el buen salvaje que llevan dentro. Quintacolumnistas de la idea y no de la verdad.

tracking