... Y el Rey triunfó en Cataluña
El mensaje de Felipe VI derriba otro mito del soberanismo: casi tres millones de catalanes lo siguieron en directo, un 25% del total de la audiencia que logró en toda España.
Casi tres millones de catalanes se pusieron delante de la televisión para escuchar el esperado mensaje para ellos, y para el resto de españoles, de Felipe VI. Una píldora de ánimo que diluye como un azucarillo la falsa sensación de que en la histórica Cataluña sólo hay independentistas: gritan más, y por eso en realidad son menos.
En todo el país se arrimaron a esta 'Nochebuena' adelantada 12.5 millones de ciudadanos, lo que aún da más valor al abrumador éxito del mensaje real en la Cataluña que, según los soberanistas, no tiene defensores de la unidad de España: el 25% de todos los espectadores que tuvo el mensaje de don Felipe estaban en Barcelona, Tarragona, Lleida o Girona. Una barbaridad.
La final de la Eurocopa de 2012, entre España e Italia, es el programa más visto de la historia televisiva de Cataluña
La audiencia del Rey no es casual ni pasajera: por mucho boicot que, desde hace demasiado tiempo, el secesionismo haga de todo lo que le huela demasiado a España; cuando ni su política ni sus 'leyes' pueden evitarlo, el catalán se acerca con devoción discreta a su patria íntima y la disfruta con el mismo placer o idéntico cabreo, según el día, que un vecino de Cuenca o de Badajoz.
Un dato lo atestigua: la final de la Eurocopa de 2012, entre España e Italia, es el programa más visto de la historia televisiva de Cataluña, por mucho que dirigentes como Ada Colau se busquen argumentos intragables para evitar la instalación de pantallas gigantes en Barcelona.
La Constitución más votada
Ni aún así se logra, cuando nadie lo impide, que el catalán vuelva a ser el mismo que votó la actual Constitución en un porcentaje mayor que el de Madrid. Ahora, Felipe VI ha superado en audiencia total aquel hito deportivo de Casillas e Iniesta, lo que atestigua una realidad bien distinta a la que proyecta el separatismo y su asfixiante aparato mediático.
Todo ello anuncia una manifestación histórica en Barcelona, el próximo domingo, para sacar del armario a tanto catalán amedrentado, durante lustros, por un nacionalismo que siempre fue hostil y ahora es directamente agresivo.
El domingo, a la calle
Si el Rey lo peta en televisión es porque el catalán puede hacerlo en la calle: tal vez sea ésa su última oportunidad de demostrárselo a quienes se creen, desde su soberanismo aldeano, propietarios únicos de la riqueza cultural catalana, consistente en su enfermizo juicio en ser, por todos los medios, un mal español.
Pues va a ser que no.