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Pedro Pérez Hinojos

¿Una 'operación Cataluña' para romper la UE?

La injerencia rusa o el apoyo de Assange en torno a la crisis provocada por el independentismo han dado alas a las teorías de la conspiración.

¿Una 'operación Cataluña' para romper la UE?

¿Una 'operación Cataluña' para romper la UE?

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"Llegará un día en que todas las naciones del continente se fundirán estrechamente en una unidad superior y constituirán la fraternidad europea", soñaba el célebre escritor Victor Hugo allá por 1849. Varias guerras civiles y dos guerras mundiales después, en este siglo y medio largo que ha transcurrido, no han hecho escarmentar a los europeos y aún está en cuestión la idea de una Europa fuerte y unida, aspiración representada desde hace algunas décadas por la Unión Europea. Intereses económicos, políticos y estratégicos, aparte del nacionalismo extremo, alientan constantemente el frente de la desunión. De ahí que, tras el impacto del Brexit, la crisis independentista en Cataluña se haya convertido en el nuevo ariete contra el edificio europeo.

Claro que a esa realidad, se unen también tesis de conspiración que, mezclando hechos contrastados con hipótesis más o menos convincentes, aluden directamente a una suerte de 'operación Cataluña' para romper la UE con unos aliados de lo más inesperados. He aquí un breve repaso a los que quieren, en apariencia o no, propiciar una 'cuña' catalana en la vieja Europa.

Conexión Kremlin-Barcelona

La injerencia rusa en el conflicto catalán es notorio y la mayoría de los expertos en relaciones internacionales la consideran lógica dentro del afán del Kremlin por debilitar a la UE a y extender el radio de acción de la supremacía e influencia rusa por el continente, así como justificar sus propias acciones en Crimea, Donbás u otros territorios con minorías rusas en países limítrofes. Ya llevaron a cabo otras campañas dismuladas a favor del Brexit, Marine Le Pen y la ultraderecha alemana en el pasado. Aunque el interés por una Cataluña independiente, como es lógico, no se ha expresado abiertamente ni en el campo diplomático ni en declaraciones oficiales, pero sí se está haciendo notar en los espacios mediáticos y propagandísticos.

El Kremlin ha encontrado en la crisis independentista de Cataluña un nuevo recurso para debilitar a la UE y extender su hegemonía e influencia en el continente

Sin ir más lejos, la cadena RT, un medio financiado por el Ejecutivo ruso que se maneja como órgano de propaganda a favor del Kremlin, está usando su portal en español para difundir noticias sobre la crisis catalana con un descarado respaldo a las tesis separatistas y en contra de la legalidad constitucional. Titulares absolutamente falsos como “La UE respetará la independencia de Cataluña, pero tendrá que pasar un proceso de adhesión” han sido habituales desde agosto en este medio.

También se ha dejado sentir con fuerza esa deriva en las redes sociales, donde se han incrementado un 2.000% las menciones a la crisis catalana en los perfiles afines al Kremlin, reales o automatizados en forma de bots. Una de esas cuentas es Voice of Europe (@V_of_Europe), particularmente adepta a los criterios de Putin, quien ha compartido en los últimos días mensajes en Twitter del tipo de “España hierve: la UE se niega a actuar en Cataluña a pesar de que España viola los derechos humanos más básicos” o “El referendo de Cataluña es una bomba de relojería que puede destruir la UE”.

Queda por determinar, de otra parte, el alcance de la intervención directa de hackers rusos en la gestión y tramitación de los datos que hicieron posible el remedo de referéndum el pasado 1 de octubre, como su auxilio para mantener activos dominios donde se podía consultar el censo elaborado por la Generalitat, una práctica que dejó al descubierto información sensible sobre cientos de miles de ciudadanos.

El aliado Assange

El ciberactivista y creador de WikiLeaks, Julian Assange, refugiado en la embajada londinense de Ecuador desde 2013, se ha convertido en el principal agitador internacional de la crisis catalana, haciendo circular opiniones opiniones y verdades a medias como si se tratase de noticias ciertas en las redes sociales hasta convertirla en tendencia mundial.



Solo en el mes de septiembre, Assange ha conseguido casi 940.000 menciones en Twitter, la inmensa mayoría con hashtags sobre la independencia: Catalonia, 1oct, Catalonianreferendum, 1o, Rajoy. Muchos expertos consideran, no obstante, que la rápida viralización de los mensajes de Assange solo es posible con la ayuda de un ejército digital como el que maneja el Kremlin, con el que ha compartido intereses en pasadas campañas más o menos encubiertas.

Pero además de pedir a todo el mundo que apoye el derecho de Cataluña a la autodeterminación y a acusar al Gobierno español de reprimir con violencia la libertad de sus ciudadanos, Assange llegó a acusar al presidente Rajoy de haber desencadenado la primera guerra mundial a través de Internet “congelando enlaces, ocupando compañías tecnológicas, censurando cientos de sitios”. Y para ayudar en el recuento electrónico de votos el día del referéndum, recomendó incluso a través de Twitter enviar los resultados a través de un canal de Telegram, una aplicación desarrollada por una empresa con sede en Rusia justamente.

Esta acción hizo que el gobierno ecuatoriano le llamara al orden, pues viola los términos del asilo político del que disfruta. El presidente ecuatoriano, Lenín Moreno, reveló en CNN que había solicitado a Assange, “de una manera cordial, que deje de opinar de la política de Ecuador o de países amigos, porque su condición no lo permite”. Assange respondió en Twitter: “Si el presidente Moreno quiere silenciar mis informes sobre el abuso contra los derechos humanos en España debe decirlo expresamente, dando las bases jurídicas”.

Son más de 50 las regiones que aspiran en Europa, con más o menos energía social y justificación histórica, a imitar la aventura catalana

A la causa de Assange también se ha unido otra celebridad del ciberactivismo, Edward Snowden, exanalista de inteligencia norteamericano, prófugo en su país y con asilo en Rusia, que ha llegado a señalar en Twitter: “La represión de España sobre las afirmaciones incómodas, la política y las manifestaciones en Cataluña son una violación de los derechos humanos”.

Los amigos de Trump

El entramado de medios consagrados a todo tipo de teorías de la conspiración que a lo largo de 2016 ayudaron a Donald Trump a conquistar la presidencia de Estados Unidos también han aportado su grano disparatado y sensacionalista al independentismo en Cataluña. Y es que, en cierto modo, la idea de una España en desintegración entra dentro de la imaginería contraria a la UE que han exhibido tanto Trump como los grupos nacionalistas que le apoyan; y que les acerca, asimismo, a los intereses rusos.

En InfoWars, uno de los bloques mediáticos más proclives a Trump, liderado por Alex Jones, ínclito instigador de teorías de la conspiración, se llegó a informar de que en Cataluña habían sido detenidos 700 alcaldes y que el Gobierno español preparaba "una invasión de Cataluña por mar". Por otro lado, The Drudge Report, una web absolutamente fiel a los criterios más retrogrados de Trump abría una de sus ediciones con la foto de una Diada plagada de banderas independentistas, y el titular genérico “Batalla por Cataluña”.

Tampoco ha faltado agitación en las redes sociales más afines. En una de las cientos de cuentas anónimas a favor de Trump, @WillyClicks, con 23.000 seguidores, se proclamaba: “Franco ha muerto. España es un Estado fallido. Dejad de atrasar su disolución. Apoyemos a Cataluña”.

Los vientos del Este

El rechazo a los movimientos migratorios primero, el ejemplo británico con el Brexit después y ahora la crisis separatista catalana alimentan el argumentario de países del Este contra la UE, que atesoran como plato principal la más vieja pitanza de todos los que comulgan contra la unidad: el nacionalismo más feroz.

Tres países en concreto, Polonia, Hungría y la República Checa, podrían estar esperando la oportunidad de romper las costuras desde Oriente. Las fuerzas ultraconservadoras que dominan sus principales instituciones, las políticas autoritarias y populistas que se practican y el rechazo social más o menos dirigido contra Alemania y Francia, defensores a ultranza de la eurozona, hacen temer las peores perspectivas de integración tras el episodio catalán.

Las naciones sin estado

Prácticamente no existe ningún país europeo que carezca de movimientos independentistas o autonomistas excluyentes. Y todos ellos miran ahora con esperanza el caso catalán, aunque las autoridades estatales no les den el más mínimo margen para prosperar.



Son conocidos los casos de Francia con Bretaña, Normandía, Occitania, Provenza, Saboya, Alsacia y Córcega como territorios que alientan el cuestionamiento de la Grandeur. En Italia, unificada en el siglo XIX, también existen movimientos nacionalistas, especialmente en el norte (Lombardía, Venecia, Liguria y Friuli), pero también en las islas de Cerdeña y Sicilia. La Padania, la entelequia que parte el país en dos, norte y sur, es la meta de la potente Liga Norte. Y Alemania se quedaría sin el rico Estado Libre de Baviera, que, además de Baviera, pretendería incluir las regiones de Suabia y Franconia, hasta ahora solo autonomistas.

En total, son más de 50 las regiones que aspiran en la vieja Europa, con más o menos energía social y justificación histórica, a imitar la aventura catalana y arruinar el sueño de la fraternidad europea de Hugo.

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