Irene, el mundo por Montero

Irene significa "la que tiene paz", un nombre de origen griego que le pega poco a la portavoz de Podemos, al menos en estos tiempos convulsos en los que frecuentemente ella y los suyos ejercen de pirómanos aunque se crean bomberos.

Los méritos escénicos de Irene son incontestables, pero ahí paran las virtudes: siempre los utiliza para defender lo incorrecto, cruzando de acera si es menester para no dejar de pisar la cáscara de plátano política que tiene enfrente.

El último ejemplo es de traca, al coincidir con el mayor desafío de la España democrática desde que un tipo con bigote y mala cara asaltara el Congreso aquel infausto 23-F de 1981. Pero va la portavoz de los compañeros y compañeras más chachis de todo el 'Bario Sésamo' podemita y suelta lo siguiente:

Ni una línea para defender la Constitución que la emplea y obliga a ella y que crea y protege a las propias instituciones catalanas, asaltadas por las personas que deberían defenderlas antes que nadie. Para Montero, como para toda la cúpula de Podemos, todo lo que le venga mal a España es una buena noticia. Ese tuit lo demuestra, si acaso hacía falta, con una nitidez casi pornográfica.

Con los xenófobos

De la que, por cierto, todo el mundo puede y debe tomar nota: si algo ha intentado blanquear el golpismo xenófobo del soberanismo, ha sido Podemos. Sus 71 diputados en el Congreso se han puesto al servicio de la peor causa, envuelta en las mejores palabras, para tratar de echar colonia democrática a un vertedero sectario.

Si Podemos hubiera apoyado, por una vez, al aislamiento que ya pesa sobre el soberanismo sería absoluto. Quizá la solución, en manos de los electores, esté en aislar a Podemos, pues. En ese sorteo, al paso que van, tienen ya todas las papeletas.

Por mucha paz que lleve Irene en el nombre, todo en ella es bélico.