Carmena, la abuela feroz
La alcaldesa de Madrid ha estado callada en pleno Golpe democrático en Cataluña para, una vez sofocado, intentar salvar los muebles con su habitual equidistancia. Pero ya no cuela, Manuela.
No había aparecido por esta sección doña Manuela, y no será por falta de méritos. Pero se nos acumula el trabajo y los Garzón, Iglesias, Colau, Monedero y compañía tienen a este Lector Perplejo desbordado, sin manos suficientes para atender todos los frentes, aun saltándose uno el periodo de cicatrización de las heridas neuronales que esta actividad de riesgo comporta.
Pero la Reina Madre de Podemos, por mucho que le moleste que se la incluya en el partido de don Pablo, no podía dejar de aparecer una vez dirimido el Golpe de Estado en Cataluña para, ahora ya, ponerse a medias del lado del ganador sin dejar de atizarle ni de sentir más afecto por el perdedor.
Cuando el vencedor es el Estado de Derecho y el derrotado un Golpe de Estado, esa bochornosa equidistancia es una manera de posicionarse con los golpistas, como ha hecho todo Podemos en un espectáculo coral inenarrable, pero sin atreverse a decirlo. Vean el mensaje de la señora Carmena:
Que semejante adefesio lo diga un cargo público, es llamativo. Que ese cargo sea alcalde de la capital de España, evoluciona a bochornoso. Y ya si además es juez, culmina en auténtico escándalo. No es de extrañar que los portavoces del PP, José Luis Martínez Almeida, y de Ciudadanos, Begoña Villacís, se hayan puesto las botas. Con el PSOE de la inexistente Puri Causapié en la parra, como suele ser habitual.
En Cataluña, alcaldesa, todo el mundo es escuchado desde 1978, con más de dos decenas de votaciones libres y auténticas; sus instituciones fueron recuperadas por Adolfo Suárez y el resto de políticos españoles en 1977 y, al respecto de su inquina al artículo 155, cabe recordarle que sin ley no hay democracia, que no hay mayor manifestación del Estado de Derecho que la Constitución y que dar Golpes de Estado está feo.
¿Se imagina a alguien a los alcaldes de París o Roma callados en pleno pulso contra Francia o Italia?
Blanqueando que es gerundio
Tras estar callada en los días centrales del conflicto -¿se imagina alguien a los alcaldes de París o Roma mirando para otro lado cuando Francia o Italia estuvieran en el clímax de un conflicto así?-, doña Manuela ha saltado a la palestra para decir una gansada, para oponerse con la boca pequeña y tarde a la DUI y, sobre todo, para blanquear al golpismo esparciendo la idea de que aplicar la ley es agresivo y que a los pobres secesionistas hay que escucharles.
Muy mal, alcaldesa, usted siempre busca manera de justificar lo injustificable, sea resistiéndose a homenajear a Miguel Ángel Blanco o poniendo muy difícil la instalación de banderas españolas en la capital para celebrar su Fiesta Nacional. Tal vez porque, bajo es disfraz de abuelita encantadora, no deja de haber otra podemita refinada, sin los toscos modales de Monedero o el verbo incendiario de Iglesias, pero con un ideario muy similar.
Rommy, por el amor de Dios
Quizá eso explique su insólito silencio ante las burradas que una insigne miembro de su Gobierno municipal, una tropa anárquica que convierte al Ejército de Pancho Villa en un ejemplo de orden, soltó por su boquita tras ser desmontado el golpe democrático de Puigdemont y compañía.
Nos referimos a la tal Rommy Arce, la hilarante militante del llamado sector anticapitalista de Podemos, esa facción del Frente Nacional de Judea extraída de 'La vida de Brian' que acostumbra a hacernos reír a casi todos cuando, al parecer, lo que intenta es hacernos pensar. Su edil dijo esto, nada menos:
En resumen, que viva la República de Narnia y que abajo la opresora España. Ni que la insigne Arce, bonito árbol hermanado sin duda con el alcornoque, se hubiera intoxicado aprendiendo en una escuela pública catalana.
Pronunciado por alguien que dice ser adulto y que representa a todos los ciudadanos de la capital del Estado, como les gusta a todos decir, es una vergüenza. Ante la que usted, son sus modales y encantadora apariencia a lo Ángela Landsbury, se calla para variar.
Tal vez porque, alcaldesa, en el fondo está muy de acuerdo y sólo le molestan un poco las formas asilvestradas de la pandilla que le rodea. Porque a todos nos juzga lo que hacemos, y no tanto lo que decimos según el viejo lema existencialista, y lo que usted ha hecho en estas semanas duras es ponerse siempre del lado del golpita: oran pidiendo un referéndum inconstitucional, ora alimentando la falacia de la inexistente represión policial el 1-O, ora callándose al culminar la asonada en el ínclito Parlament. Como su hermana pequeña, Ada Colau; siempre con una sonrisa, pero siempre en el bando equivocado, doña Manuela.