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El Lector Perplejo

Talegón, partisana en el frente

Bea está de bolos en Cataluña, en un Grand Prix de rebuznos que, provisionalmente, va ganando. Se siente cercada por el fascismo, y clama por la Resistencia. Todo muy loco. Todo muy Bea.

Talegón, descifrando las grandes preguntas de la humanidad

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Bea Talegón es muy grande. Nadie sabe exactamente en qué, pero muy grande al fin y al cabo. Ahora anda de bolos por Cataluña, como una de esas meritorias cantantes de extrarradio que va de boda en bautizo por los garitos más humildes animando con temas ajenos la efímera felicidad de los presentes.

En su maleta, un par de partituras, una muda y la cínica ilusión de que, aunque no le guste la discoteca, el dueño la contrate otro par de veladas. De gira por televisiones y periódicos independentistas, la que un día fue joven esperanza del socialismo internacional va dejando su huella, en formato de liberadora boñiga intelectual para llamar la atención y que todo el mundo sepa que allí estuvo ella. Y se viene arriba, claro, para decir cosas como ésta:

Se siente Bea rodeada por el fascismo, desde su alcarreña Cabanillas hasta la sitiada Barcelona, y muta en partisana de mercadillo, en guerrillera de almacén de rebajas, en Pasionaria de karaoke para guiar al pueblo en la batalla definitiva.

Carrera de pollinos

Hay cosas que se responden solas, dejando hablar y escribir al autor de la burrada, habitante psicotrópico de un mundo paralelo donde parece librarse una carrera de borricos. Alguien da la salida, y allá salen al trote todos los jumentos, rebuznando como si no hubiera un mañana y mirando por el rabillo del ojo al pollino de al lado, en un bucle de relinchos celebrado desde una grada de forofos con más corazón que cerebro.

Ahí va Talegón en cabeza, con Cotarelo apretando, Echenique aparentemente rezagado, Dante Fachín en las primeras posiciones, Rufián bien colocado y Monedero esperando su momento. En el Grand Prix acémila del momento, Bea ocupa hoy la cabeza. Que lo disfrute, antes de que el fascio llegue al Ebro. Madre mía.