Huelga no, sabotaje
Una huelga liderada por un criminal terrorista ayuda a entender la esencia del soberanismo: el sabotaje de Cataluña y el secuestro de los catalanes, utilizados como rehenes de su desvarío.
La esencia del independentismo, con violencia incluida, quedó patente en toda Cataluña con la escenificación de un sabotaje que, bajo la apariencia de huelga general, intentó de nuevo convertir a los ciudadanos en rehenes del desvarío soberanista de una minoría.
Que el paro estuviera convocado por un sindicato encabezado por un condenado por crueles crímenes terroristas ayuda más, si cabe, a definir la naturaleza de la mafia que intenta secuestrar a Cataluña, con la sonrojante complicidad o impulso de los partidos y dirigentes que hasta la aplicación del 155 dirigían las instituciones autonómicas.
Cortar carreteras, boicotear el transporte público o paralizar la estación del AVE, utilizando incluso a niños como barrera; no tiene nada que ver con una huelga y atiende mucho más al concepto de sabotaje que, en realidad, describe muy bien al independentismo.
Aunque es razonable preguntarse por qué se permitió esta vergüenza, sin movilizar a los Cuerpos de Seguridad para despejar las infraestructuras públicas asaltadas, o por qué los Mossos d'Esquadra volvieron a incurrir en flagrantes casos de pasividad; también lo es entender que en estos momentos tan importante es restituir la legalidad como hacerlo mitigando al máximo los conflictos callejeros que esa obligación pueda provocar en la parte más incivilizada del soberanismo.
Parar carreteras y trenes refleja el suicida espíritu soberanista: pobres y aislados, pero independientes
Esto no equivale a consentir la impunidad, y en ese sentido el Gobierno no puede consentir que se repitan imágenes como las que toda España vio ayer, pero sí a evitarla sin perder de vista el contexto y las consecuencias. Porque la democracia, el Estado de Derecho y la propia España ya han ganado este pulso y, cada vez más, el procés es un alarido desesperado de radicales, antisistema y ultras aislados de todo y de todos.
Ruina y soledad
Si la fuga voluntaria de más de 2.000 empresas visualiza los dramáticos efectos económicos del Golpe a la democracia; el corte de carreteras y trenes resume el aislamiento al que este movimiento intenta condenar a Cataluña: al separatismo no le importa tener un país en la ruina y aislado, con tal de que sea independiente.
A la respuesta constitucional ya en marcha, le hace falta pues otra en las urnas, el próxio 21D, para cortarles las alas definitivamente a estos locos suicidas. Advirtiendo de que, en todo caso, ocurra lo que ocurra el día previsto para las Elecciones, lo que saldrá de las urnas serán diputados autonómicos. Exclusivamente.