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Mentirosos

La confesión de Forcadell de que la 'República' nunca existió pincha el globo soberanista y coloca a sus cabecillas frente a la responsabilidad personal por haber generado una gran mentira.

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La aceptación por parte de Forcadell de la legalidad constitucional vigente, mediante la asunción ante el juez del Supremo del artículo 155, supone un golpe definitivo al alocado 'procés' que ella misma, en compañía del resto de partidos y entidades secesionistas, ha venido impulsando con kamikaze constancia desde al menos 2012.

Por mucho que sus corifeos intenten presentar el testimonio de la presidenta del Parlament como una especie de pérfida estrategia judicial con la que engañar a todo el mundo, lo cierto es que Forcadell ha terminado de pinchar el globo soberanista y de mostrar su verdadera esencia: una falacia, como ella misma reconoció al negar la vigencia de la República de Cataluña y de la DUI que tan solemnemente habían proclado a finales de octubre.

Mintieron hasta a quienes les seguían al acantilado, y sólo han dejado de incendiar cuado la factura la van a tener que pagar ellos

Esa confesión reconoce y resume que la única estrategia del independentismo ha sido calentar a las masas más manipulables, induciendo un estado de ánimo guerrillero mediante la recreación de una realidad paralela que presentaban como cierta y no era más que una pantomima.

Un daño real

El problema es que estos irresponsables, instalados en la mentira, la delación o la fuga, caso de Puigdemont, han provocado con su ruindad unos desastres reales: la fractura en dos de la sociedad catalana, la fuga de más de 2.000 empresas, el incremento del paro, la caída del turismo o la mala imagen internacional de España son efectos objetivos y medibles de un paranoia política, de corte sectario, que estaba dispuesta al suicidio colectivo... de todos los demás.

Cobardes

Porque cuando el precio lo iban a tener que pagar ellos, los cabecillas del golpe, se han buscado todos los trucos al alcance para intentar esquivar las repercusiones legales y económicas de sus decisiones y comportamientos: incendiar la calle y tratar de ver el fuego desde el salón define la catadura siniestra y cobarde de Forcadell, Junqueras o Puigdemont.

Pero permite también desinflar su teatro y limitarlo, poco a poco, al lugar que se merece: los juzgados, donde con prisión preventiva o sin ella van a tener que dar cuenta de todo y pagar la factura correspondiente. Cerrar las heridas abiertas por ellos llevará más tiempo, pero éste es un primer paso necesario y saludable.