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Forcadell, una autoritaria débil

La psicóloga de ESD traza el retrato robot íntimo de la presidenta del Parlament y cabecilla del separatismo, con unas conclusiones demoledoras: entre el radicalismo y el temor se ubica.

Forcadell, al llegar el jueves al Supremo

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Es evidente que las actitudes ante situaciones determinadas reflejan las personalidades. Unos siguen en su fanatismo e irrealidad y otros se dan de bruces y súbitamente con la realidad. Cobardía y temor ante la pérdida de poder y el poder en este instante es la libertad.

Un narcisista es un acomplejado que aprovecha el poder o posición en estamentos sociales y políticos para amedrentar e imponer su punto de vista. Claro está que infravalorando y eliminando al contrario, manipulando.

En el caso de Carme Forcadell, su acatamiento del 155 y reconocimiento del simbolismo del establecimiento de una República está teñido de hipocresía para salvarse a si misma. Necesitan continuamente reafirmarse y que los demás le alaben, pero ahora no basta el pueblo llano que le nombró capitana del independentismo.

Sólo ante una situación en soledad y desprovista de poder se derrumba convirtiéndose en un ser débil

Sus afines, consellers y vicepresidente, están en la cárcel . La presión anterior era el independentismo al establecer la República y ahora es la presión judicial y un posible cumplimiento de condena. Lloraba porque su autoritarismo y prepotencia habían desaparecido, porque estaba sola ante un juezy sin la aprobación que tanto necesita de forma continua.

Ella en si misma es un personaje y está contenta en su papel con rasgos de mitomanía. Ambiciosa. De concejala de pueblo a Presidenta del Parlament sin conseguir ser Presidenta de la Generalitat, puesto que ocupó Artur Mas.

Revolucionaria desde la Universidad, próxima a ANC Y Òmnium, su imposición de argumentos a la fuerza y demostrable en varias sesiones, dista mucho de un imprescindible arbitraje y moderación tan necesario en un Parlament donde la palabra favoritismo debe eliminarse.

La dominación

Antepone la devoción a la obligación en numerosas ocasiones. Cree firmemente que no se pueden negociar los derechos adoptando un punto de vista inamovible. El problema es que no se reconocen los derechos de otros tiñéndose la personalidad de egocentrismo e inflexibilidad.

Sólo ante una situación en soledad y desprovista de poder se derrumba convirtiéndose en un ser débil y sensible. La inhabilitación de un cargo público es una tragedia porque es su arma de dominación y de supeditar a otros.

No vive realidades paralelas, es consciente de la realidad y de los hechos pero por sí sola es incapaz de rebelarse. Habrá un cambio en su vida y una evolución más allá del paso de los años, por una ansiedad al personarse en el juzgado, que le hizo sentir los mismos barrotes incluso antes de su ingreso temporal en prisión.

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